Los papiros de la Madre Teresa de Jesús
José Vicente Rodríguez
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ISBN: 9788428565226
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Prólogo
De nuevo Teresa de Jesús, «la Santa», en pleno Centenario de su nacimiento, a cinco siglos de su aventura, nos convoca en las páginas de este libro a una conversación, frente a frente, cara a cara, con su verdad y la nuestra.
Esta es la principal virtud que atribuyen los estudiosos y amigos de santa Teresa a sus escritos y a su persona: la capacidad para hablar en voz alta al lector y convertir su íntima conversación en una invitación a entrar en diálogo con la propia Verdad, la misma que a ella se le regaló, vivida en cada presente único de la historia.
Teresa, «la conversable», se nos hace viva en estos Papiros jugosos y amenos, llevándonos al terreno de un encuentro amigable y verdadero, como al que ella era tan aficionada con sus amigos, los «cinco que al presente nos amamos en Cristo», y con aquellas amigas y hermanas de la Encarnación, en cuyos vivos diálogos se gestó el nacimiento de su obra fundacional.
El padre José Vicente Rodríguez es un especialista en aquello que su amigo Unamuno nombró como la intrahistoria de la vida. Nos mete de lleno en lo cotidiano, nos traslada al ámbito de lo familiar y ordinario, hablándonos de santa Teresa, y nos la trae al suelo de nuestro presente haciéndola contemporánea nuestra.
Si la Santa y el padre José Vicente hubieran coincidido en el mismo tiempo, habrían sido grandes amigos y se habría dado entre ellos una complicidad espontánea. Los dos tienen alma de aventureros, intrépidos buscadores, prontos para emprender caminos inexplorados. Son de aquellos que san Juan de la Cruz decía que no «emperezan». Tienen alma de niños, ojos para la sorpresa y admiración en sus andares.
También José Vicente tiene despierta la verdad de cuando era niño, que se le asoma en la imaginación desbordante con la que sueña el presente. Está en la década de los noventa, pero fue siempre un niño en capacidad de juego y travesura y un abuelo en sabiduría. Al mejor estilo teresiano, sabe recrear y aderezar con chispa los momentos con el tamboril y la sonaja de sus ocurrencias.
Pero es, sobre todo, un compañero de caminos, un peregrino con el que te sientes afortunado de caminar y del que tanto hay que aprender. También José Vicente es un conversador que hace brotar mil recuerdos y perlas de sabiduría mientras se va de camino.
Alguien ha dicho con gracia que José Vicente sabe de san Juan de la Cruz «más de lo que el mismo Santo sabía de sí». En este nuevo libro se atreve con la Santa y nos la pinta, no fea y legañosa, sino humana y divina, conversable y profunda. Nos descubre multitud de detalles ordinarios, anecdóticos, dimes y diretes, chascarrillos y acaecidos que poblaron el alma y los días de la Madre Teresa, leídos por un carmelita que es fiel reflejo de tal madre, en andanzas y en humor, en fe y fraternidad.
En este Centenario de su nacimiento somos privilegiados testigos de una efeméride que revela, no solo hechos del pasado, sino recuerdos de pergamino caduco. Tienes en tus manos, querido lector, unos papiros que queman, que tienen la virtud fundamental de narrar, no solo la historia de una extraordinaria mujer del siglo XVI, sino la historia de nuestras búsquedas y anhelos más vivos, y que hablan del protagonismo vigente hoy del Amor que encendió el corazón de Teresa de Jesús en el amor de Jesús de Teresa. El secreto de Teresa apunta a esa riqueza tan viva hoy como antaño, porque se refiere a Alguien tan «ganoso», tan deseoso de darse y hacer historia de amistad con cada uno de nosotros, como entonces.
Papiros, como ventanas abiertas a través de la pluma de José Vicente, que nos trazan y diseñan la raíz del alma de Teresa y nos abren a un paisaje vivo, el de nuestra propia aventura.
Aunque afirma tener «un pie en el estribo», a sus más de noventa años, conoce una fecundidad admirable y dichosa, de la que todos nos beneficiamos, ojalá que por mucho tiempo. De Ávila a Alba de Tormes, de Monleras a Toledo, la tierra que pisamos narra los años de una aventura preciosa, la nuestra y la de un Dios enamorado en cada uno de nosotros.
Gracias, José Vicente, por regalarnos papiros de sabiduría antigua y siempre nueva, por ser amigo y compañero, por contagiarnos la infancia sabia de los antiguos buscadores, que amaron su suerte sin añorar tiempos pasados. Gracias por dejar que se transparente en las líneas de tus escritos la alegría del Dios de Teresa de Jesús.
Miguel Márquez Calle
Carmelita descalzo, Superior Provincial de la Provincia ibérica de santa Teresa
Al lector
Estamos celebrando el V Centenario del nacimiento de santa Teresa de Jesús. La bibliografía que llega a nosotros con esta ocasión está siendo tan abundante que nos asombra y abruma. Al titular este libro con el nombre de Papiros no estoy aludiendo a nuevos papeles de la Madre Teresa de Jesús, descubiertos en alguna cueva, como los manuscritos esenios de Qumrán, que han sido tan útiles en el conocimiento de la Biblia.
Los papiros de santa Teresa están ya impresos y circulan por el mundo entero en multitud de lenguas. Aunque así sea, contienen mensajes nuevos que nos hablan de mil cosas, y que cada lector puede ir descubriendo y degustando, a golpes de empatía y de conversabilidad con la autora. A ella se le ocurrió un día escribir en Toledo el 17 de noviembre de 1569 como la «cifra de su muerte», cuyo autógrafo se conserva en las descalzas carmelitas de Medina del Campo. Es un papiro cifrado que, a pesar de todos los intentos y argucias de unos y otros, no ha sido descifrado nunca satisfactoriamente. La autora no quiso descubrir la clave de aquella confidencia suya. En sus escritos hay todavía tantas otras cosas que descubrir; hay que aprender bien su alfabeto para acertar con los secretos de su persona. En esos papiros hay, pues, mucho tajo para quienes quieran trabajar en solitario o en cuadrillas. Con sencillez y alegría me asocio a esta tarea convencido como estoy de que los papiros de la Madre Teresa son inagotables. En el título del libro me quedo con lo de «la conversable»; pero en el cuerpo de la obra aparecerán otros calificativos, tales como el de «baratona y negociadora», que ella misma se apropia. Al llamarla «la conversable» me estoy refiriendo a esa gran capacidad que tenía para tratar y hablar con los demás. No en vano, en el penúltimo capítulo de la segunda redacción del Camino de perfección, estampa ella lo que llamaríamos el código de la conversabilidad:
Así que, hermanas –dice–, todo lo que pudiereis sin ofensa de Dios, procurad ser afables y entender de manera con todas las personas que os trataren, que amen vuestra conversación y deseen vuestra manera de vivir y tratar, y no se atemoricen y amedrenten de la virtud. A religiosas importa mucho esto: mientras más santas, más conversables con sus hermanas [...]; que es lo que mucho hemos de procurar: ser afables y agradar y contentar a las personas que tratamos (CV 41, 7).
Esa conversabilidad, tan preciosamente cincelada, nos hace pensar en el estilo coloquial en que escribe preferentemente no solo en su epistolario sino también a lo largo de los otros libros.