No puedo evitar pensar en lo banal que resulta la historia de nuestra especie. Tres segundos. Siento que la solemnidad que se respira en este complejo foro de políticos, activistas y científicos es ridícula. No somos nada, sólo tres segundos. Somos insignificantes. Es casi inverosímil. ¿Cómo una transformación tan radical podía haber ocurrido en un margen de tiempo tan ínfimo? ¿Serán conscientes de esto el entramado burocrático que tiene como misión mitigar estos tres segundos de destrucción sistemática del medio ambiente?
Tres segundos nos han llevado a sufrir una profunda Crisis Ecosocial, un término que surgió de manera espontánea en los esfuerzos por analizar las implicaciones de la catástrofe ecológica. La Crisis Ecosocial es una crisis histórica, sistémica, translimitadora, transformativa y de inflexión. ¿Por qué prefiero hablar de Crisis Ecosocial en vez de cambio climático? Nuestro planeta atraviesa una crisis ecológica a escala planetaria y que afecta a la totalidad de lo viviente y los mecanismos que lo facilitan. Es decir, están ocurriendo varios problemas ecológicos a la vez, siendo los más notorios el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación y el agotamiento de recursos naturales. Cuando hablamos únicamente de Crisis Climática estamos siendo simplistas, cualquier perspectiva que no contemple la totalidad del problema es parte del problema. Es por ello por lo que, en términos generales, prefiero hablar de Crisis Ecológica.
Nuestras sociedades se basan en los ecosistemas que nos sustentan, su colapso implica nuestro colapso. Una de las partes más invisibilizadas en cuanto a la Crisis Ecológica es precisamente el impacto que tendrá sobre nuestra especie ya que generará una crisis humanitaria de una escala sin igual. Por tanto, hablar de Crisis Ecosocial es contemplar en un mismo término todas las cabezas de la Hidra. Y, al igual que con la Hidra, debemos decapitar de raíz todas sus cabezas para evitar que se regeneren constantemente. Joaquín Araújo sintetizó la problemática de la Crisis Ecosocial al decir que «nos enfrentamos a la totalidad misma. Defendemos la vivacidad misma».
¿En qué pruebas nos basamos para hacer saltar todas las alarmas?
En su sexto informe, el IPCC (Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU) constata de manera inequívoca la existencia de la Crisis Climática y que su causa no es otra que la actividad humana. Este panel está compuesto por científicos de todo el mundo que evalúan las evidencias empíricas en relación con las causas, el impacto y la mitigación del cambio climático.
Con respecto a los niveles pre-industriales, hemos aumentado la temperatura media del planeta ya en 1,1 °C. Un hecho sin precedente en los últimos once milenios. La concentración de CO2 en la atmósfera es la más alta en los últimos dos millones de años. Diecisiete de los dieciocho años más calurosos registrados han ocurrido desde 2001. Lo preocupante es la velocidad a la que el cambio climático está ocurriendo: sencillamente imposibilita cualquier adaptación de la biodiversidad a las nuevas circunstancias. De hecho, según apunta el informe, no hay precedente de un proceso similar al menos en los últimos dos mil años1. Pero la evidencia no es únicamente de datos y gráficos, es una evidencia tangible. En apenas una década hemos causado el retroceso del hielo ártico en un 13%2 y el avance de desiertos (cada minuto perdemos 23 hectáreas cultivables por la desertificación)3. Hemos aumentado el nivel del mar veinte centímetros entre 1901 y 2018 e incluso hemos alterado el eje de rotación de la Tierra4. El IPCC asegura que cada grado cuenta. En un escenario de una temperatura media superior en 2 °C, los eventos de calor extremo (y por ende los mega incendios) serían 8,6 veces más comunes que en el período de 1850 a 1900, pero en un escenario de 2,7 °C, ya lo serían 15,9 veces. Similarmente, los eventos extremos relacionados con el nivel del mar que antes ocurrían una vez cada cien años podrían ocurrir cada año a finales de este siglo si no tomamos medidas drásticas. El impacto de todos estos eventos que aumentan en gravedad y frecuencia es devastador; estamos hablando de zonas costeras inundadas, regiones enteras arrasadas por el fuego, cosechas destrozadas por el clima extremo y un largo etcétera.
Esas mismas emisiones que producen el cambio climático están contaminando nuestro aire y causan un mínimo de siete millones de muertes al año según la OMS5. Se espera que para 2050 haya más plástico que peces en el mar6. La mayoría de nuestra biodiversidad se encuentra contaminada a causa de la biomagnificación, que provoca la concentración de contaminación en las cadenas tróficas. Como es lógico, todos los microplásticos y venenos que arrojamos y que afectan a nuestra biodiversidad acaban antes o después en nuestros estómagos provocando serios efectos nocivos en nuestra salud. De hecho, según la ONU, cada año mueren doscientas mil personas a causa de los plaguicidas7.
Una de las dimensiones más preocupantes de la Crisis Ecológica es la pérdida de biodiversidad. Los expertos argumentan que ante los datos podemos hablar ya de la Sexta Extinción Masiva de especies. En 2018, el IPBES (organismo análogo al IPCC para la biodiversidad) declaró que un millón de especies se encontraban en peligro de extinción (es decir, una de cada ocho) y que tres cuartas partes de la superficie terrestre y dos tercios de la oceánica estaban severamente afectadas8. Más recientemente, en 2020 el informe Planeta Vivo de WWF llamaba la atención sobre el hecho de que en únicamente cincuenta años las actividades humanas han reducido en un 68% la población de vertebrados (lo que en España se traduce en que el 75% de nuestras especies y el 100% de nuestros peces se encuentran en situaciones poblacionales adversas)9. Durante el Antropoceno, el ser humano ha situado la tasa actual de extinción de especies a un ritmo mil veces superior al natural y, según un estudio encabezado por Jurriaan M. de Vos, podría situarse a medio plazo en un ritmo diez mil veces superior con respecto al anterior a la llegada del ser humano10. ¿Cómo se traduce este dato? En la extinción de ciento cincuenta especies en un día11. La biodiversidad es esencial para la resiliencia de nuestros ecosistemas sobre los que se basan nuestras sociedades. Sin la supervivencia de la biodiversidad no habrá supervivencia para nuestra sociedad. Cada especie extinta es una especie perdida para siempre. Cada especie que perdemos reduce nuestra esperanza en el futuro puesto que, en palabras de Pitágoras, «mientras el hombre siga siendo despiadado destructor de los seres vivientes inferiores, jamás conocerá la salud y la paz. Mientras los hombres sigan masacrando animales, seguirán matándose entre sí».
¿Y qué hay de las consecuencias sociales? La Crisis Ecosocial magnifica las desigualdades ya existentes empobreciendo a los más vulnerables y forzando a la migración a millones de personas emergiendo así la figura del refugiado climático. Ya en 2020 fuimos testigos de cómo cuarenta millones de personas tuvieron que abandonar su hogar a causa de la Crisis Climática12. Los que menos han contribuido a crear la Crisis Ecológica son los que más la sufren y sufrirán. Según Oxfam, el 10% más pudiente de la población mundial es responsable del 50% de las emisiones de efecto invernadero mientras que la mitad más pobre de la población lo es apenas del 10%. Los países menos desarrollados