Antes de esbozar el trabajo que realizo en cada capítulo, es necesario establecer un breve marco preparatorio al corpus analizado que, como se decía arriba, inicia en los primeros años del siglo XIX. En los primeros textos de la era colonial, la descripción del mundo natural americano se enmarcó en una poética del “espejo y el espejismo” pues como dice Tzvetan Todorov con respecto al acto de escritura de Colón: “[él] sabe de antemano lo que encontrará; la experiencia concreta está ahí para ilustrar una verdad ya poseída, no para ser interrogada de acuerdo con las reglas preestablecidas para buscar la verdad”.8 Las descripciones de la naturaleza americana y su representación eran una proyección de las naturalezas referencial y libresca de Europa:
la reproducción, en un nuevo espacio, de los nombres, de las particularidades arquitectónicas de un primer espacio hacen de aquélla la imagen especular de éste. Ahora, al contemplar un objeto y su imagen especular, vemos que ambos están en una relación de bipolaridad en la que el espejo ocupa el lugar y desempeña el papel de un eje de simetría.9
El siglo XV marcó los albores del renacimiento y el inicio de la era de las grandes exploraciones marítimas y, por ende, atestiguó también la entrada de Latinoamérica en la historia de Occidente. La asincronía de portugueses y españoles con respecto al devenir en la esfera del pensamiento que tenía lugar en los grandes centros de la época (Italia y los Países Bajos), determinó en gran medida la que habría de ser la circunstancia cultural del subcontinente: la paradoja. Así, desembarcaron y se arraigaron concepciones medievales, a las que se sumaron los influjos humanistas del renacimiento. La Carta a El-rei Dom Manuel (1500) de Pedro Vaz de Caminha; los Diarios (1492) de Cristóbal Colón; las Cartas (1492) de Hernán Cortés; y la Relazione del Primo Viaggio Intorno Al Mondo (1524) de Antonio Pigaffeta dan cuenta de este enfrentamiento de épistèmes al momento de narrar América para Europa y desde Europa (discursivamente hablando). La importancia de estos textos radica en que en ellos –tras haber sido apropiados primeramente por el historiador– se ha depositado la paternidad de la literatura latinoamericana y, por ende, se los ha querido entender como prefiguraciones de las señas de identidad que –más tarde– reivindicarían para sí las letras del subcontinente. En algunos otros textos de la época como História da província de Santa Cruz (Pero de Magalhães de Gândavo, 1576), Notícia da província do Brasil (Gabriel Soares de Sousa, 1587), Historia natural y moral de las Indias (José de Acosta, 1590), História do Brasil (Frei Vicente do Salvador, 1627), Historia general y natural de las Indias (Gonzalo Fernández de Oviedo, 1535) la naturaleza adquiere aún más importancia al dedicarse extensos apartados a la descripción de sus particularidades. En estas obras se encuentran presentes tópicos pertinentes para nuestro análisis, tales como la abundancia y fertilidad superlativas de la tierra, la inconmensurabilidad de la naturaleza y el carácter maravilloso de la flora, la fauna y el paisaje. Estos tópicos y algunos de
los textos de los cuales emanaron habrían de ser retomados y revalorados en posteriores manifestaciones literarias; principalmente, por el Romanticismo que se estudia en el primer capítulo.
Con el despertar de la conciencia criolla hubo un giro en la representación de la naturaleza americana:
Mientras más encarnizados son los desprecios y las diatribas del europeo para el Nuevo Mundo, más fuerte se hace el amor nacional en el criollo. Amor no sólo por los paisajes vírgenes y las riquezas desconocidas del terruño, sino también por los pueblos aborígenes, por sus costumbres y por su tierna mansedumbre (López Cámara 356).
La descripción de la misma se convierte en una proyección orgullosa de la superioridad y la diferencia frente a Europa (Comentarios reales de los incas del Inca Garcilaso de la Vega –publicados en 1609–; História da América Portuguesa de Sebastião da Rocha Pitta –publicada hasta 1840–; y À ilha de Maré –1705– de Manuel Botelho de Oliveira). La naturaleza llega a ser un medio para vehiculizar lo que se perfila y habría de ser leído desde la literatura latinoamericana (desde el Romanticismo) como visos de una agenda política disidente frente a las metrópolis ibéricas. Si bien las circunstancias en las que estos textos se produjeron no eran las mismas en el Brasil y en las colonias españolas, es importante destacar en ellos una cierta sincronía en lo que se refiere a los procedimientos retóricos de inclusión con respecto a Latinoamérica como presencia. Textos barrocos tan disímiles entre sí y, a la vez, tan cercanos como lo son Prosopopeia (Bento Teixeira 1601) y La Araucana (Alonso de Ercilla 1569, 1578, 1589), a pesar de circunscribirse temática y genéricamente al modelo renacentista (y, por ende, desfasado para cuando estos textos fueron escritos en América) de la épica nacional, extienden las grandes cuestiones nacionales (la reconquista, la cruzada contra los infieles) a la marginalia americana, colocando a ésta en primer plano. Así, en Prosopopeia el hijo brasileño del donatario de Nova Lusitânia –curtido en el combate contra los indígenas– estará en la decisiva batalla de Alcazarquivir al lado de don Sebastián. En La Araucana será un personaje indígena –el mago Fitón– quien profetizará las victorias navales españolas de Lepanto y San Quintín.
La representación del paisaje y la naturaleza en algunos textos barrocos, así como en los producidos en el marco de la estética neoclásica siguen las convenciones poéticas en boga: la imitación de modelos italianos inspirados, a su vez, en los clásicos latinos. Es decir, difícilmente encontraremos en ellos una voluntad realista de representación de la especificidad local. En su lugar, se repite una y otra vez el tópico del locus amoenus como marco de la vida pastoril que es la norma en estas obras. Ejemplo de lo anterior son la obra poética de Cláudio Manuel da Costa o Tomás Antônio Gonzaga con Marília de Dirceu (1762) en Brasil; Bernardo de Balbuena con Siglo de oro en las selvas de Erífile (1607) en México; o el rioplatense Manuel José de Lavardén con “Al Paraná” (1801). Sin embargo, al lado de dicha peculiaridad, la reflexión sobre la naturaleza en el neoclasicismo se extiende, sobre todo, hacia un tópico que le es casi inherente: los indígenas. El arcadismo en Brasil habría de entregarnos dos textos
fundamentales en este respecto: O Uraguai (1769) de José Basílio da Gama y O Caramuru (1781) de José de Santa Rita Durão. Ambos poemas épicos, además de situarse y versar sobre hechos acaecidos en tierras brasileñas, destacan por la manera en que los indígenas son representados. Nace para Brasil el indianismo literario inspirado por el arquetipo del noble salvaje. En la América española, visos de lo que posteriormente sería conocido como indianismo podríamos situarlos muy tempranamente en La Araucana de Alonso de Ercilla. Mención aparte merece A Muhuraida (1785) de Henrique João Wilkens, verdadero encomio del expansionismo portugués en la Amazonía.
El presente trabajo inicia estudiando los primeros pasos en la configuración de la independencia cultural de las nuevas naciones desde el plano de la literatura. Tomo los ensayos de Humboldt sobre México y Cuba como punto de partida para la edificación de la identidad nacional que utilizó como cimiento a la descripción de la naturaleza. Analizo la impronta que dejaron no sólo los textos de Humboldt sino también los de sus lectores (Von Martius, por ejemplo, en el Brasil) en el posterior imaginario literario tanto hispanoamericano como brasileño en lo referente a la representación del mundo natural. Esta tradición lectora se extendería por todo el siglo XIX hasta llegar al siglo XX. Así, discuto, por ejemplo, cómo los ensayos de Humboldt prefiguran un texto tan fundamental como lo fue Facundo en su lectura e interpretación de la naturaleza americana y la acuñación de su centro neurálgico que es la dicotomía civilización y barbarie, cuya fortuna literaria está unida a la descripción de la naturaleza.
En el segundo capítulo analizo la escritura de Euclides da Cunha y Alberto Rangel cuyos textos sobre el sertão y la selva además de inspirarse en la tradición de Humboldt en lo que respecta a la representación de la naturaleza, problematizan el maniqueísmo sarmentino a través de su proyecto del consórcio da ciência e da arte. Mientras Euclides como Rangel intentan resarcir a través de su pluma la ausencia de una escritura