Daniel Ramírez Jáuregui, es Antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia y Magister en Territorio, Conflicto y Cultura de la Universidad del Tolima. Actualmente es estudiante de Doctorado en Planificación y Manejo de Cuencas Hidrográficas de la Universidad del Tolima. Sus áreas de interés con los paisajes arqueológicos y la arqueología prehispánica. Últimas publicaciones: - BABADUHOS. Exploraciones Arqueológicas en el Alto Río Cabrera, Tolima, Ibagué: Universidad del Tolima, 2014. - Exploraciones Arqueológicas de un Paisaje Prehispánico con Arte Rupestre en el Tolima, Ibagué: Universidad del Tolima, en prensa.
Manuel Gustavo Romero Raffo, es Antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia y Magister en Desarrollo de la Universidad Pontificia Bolivariana. Actualmente trabaja en la Fundación Parature. Sus áreas de interés son la mitología y la tradición oral amazónicas. Últimas publicaciones: - Malikai. El canto del Malirri. Formas narrativas en un mito amazónico. Bogotá: Fundación Parature, CEREC, 2003. – Canaguaro. La guerra de los tigreros. Inírida: Parature Editores, 2005.
Fernando Urbina Rangel, es Filósofo de la Universidad Nacional de Colombia. Profesor (ret.) de la Universidad Nacional de Colombia. Sus áreas de interés son la mitología, la ritualística y el arte rupestre. Últimas publicaciones: - La Coca: palabras hoja para cuidar el mundo y varios textos más, poemas y fotografías. En El camino corto, catálogo de la exposición del Maestro Miguel Ángel Rojas, Pp. 80-125. Bogotá: Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia, 2017. - Les hommes assis – Unité, guerre y paix dans l’art rupestre de l’Amazonie Colombienne. En Les métissages culturels – Patrimoine, arts, Langues, Editado por Françoise Richer-Rossi, Pp. 89-102. Paris: Michel Houdiard Editeur, 2018.
César Augusto Velandia Jagua, es Licenciado en Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia y Doctor en Arqueología de la Universidad Nacional de La Plata. Es Coordinador del Grupo de Investigación en Arqueología, Patrimonio y Ambiente Regionales de la Facultad de Ciencias Humanas y Artes, Universidad del Tolima. Sus áreas de interés son la iconografía y semiótica de las expresiones estéticas prehispánicas. Últimas publicaciones: - BABADUHOS. Exploraciones Arqueológicas en el Alto Río Cabrera, Tolima, Ibagué: Universidad del Tolima, 2014. - Exploraciones Arqueológicas de un Paisaje Prehispánico con Arte Rupestre en el Tolima, Ibagué: Universidad del Tolima, en prensa.
INTRODUCCIÓN. ARTE RUPESTRE EN COLOMBIA. INVESTIGACIÓN, PRESERVACIÓN, PATRIMONIALIZACIÓN.
Pedro María Argüello García
Grupo Interdisciplinario de Investigaciones
Arqueológicas e Históricas
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Hasta hace relativamente poco tiempo, las referencias sobre el arte rupestre colombiano en los textos que pretendían sintetizar “el estado del arte” en el ámbito sudamericano eran pocas o inexistentes1. En parte, dicha situación reflejaba la direccionalidad de los flujos de información en la era anterior al internet. Pero fundamentalmente daba cuenta de la escasísima producción que sobre el tema había en el país. A la hora de los balances regionales, los investigadores se veían avocados a citar textos muy antiguos, como el clásico libro de Pérez de Barradas2, el de Koch-Grünberg3, o tal cual referencia algo más reciente que por casualidad podía llegar a sus manos. La única excepción consistente la representaba el conjunto de aportes de Gerardo Reichel-Dolmatoff4, que no solo era citado como parte de la investigación sobre conjuntos rupestres localizados en el país, sino como fundamento teórico de primer orden5. No es este el lugar para discutir las razones de la poca producción científica sobre el arte rupestre en Colombia, lo cual contrasta abrumadoramente con la cantidad y variedad de este tipo de manifestaciones dentro de dicho territorio. Posibles explicaciones a esta situación ya las he ofrecido en otro lugar6. Basta con decir que la singularidad propia de la arqueología colombiana implicó que el arte rupestre transitara de una época donde se caracterizó por su centralidad, a otra donde cayó en el olvido7.
Por fortuna, se puede hoy sostener que la situación antes mencionada ha cambiado de forma sustancial y que es posible encontrar aquí y allá diferentes aportes investigativos alrededor del arte rupestre. De seguro existen muchas razones que pueden explicar la mayor producción intelectual sobre el tema, pero quiero resaltar algunas que considero fundamentales y que, en efecto, se reflejan en los capítulos de este libro.
En primer lugar, el arte rupestre, como objeto de estudio, permite múltiples miradas que exceden el campo de la arqueología, donde pudiera pensarse es su nicho natural por tratarse de objetos producidos por lo general en época prehispánica. Otros objetos arqueológicos son a la fecha casi exclusivamente estudiados por arqueólogos, o por equipos multidisciplinarios guiados, en todo caso, por preguntas de corte antropológico. Bien sea porque se considere como una forma de arte, o incluso como la representación de modelos matemáticos, lo cierto es que las pinturas y grabados hechos sobre piedra invitan a la reflexión a investigadores no solo situados en los campos de la antropología y la arqueología, lo que asegura una variabilidad enorme de aproximaciones al tema8. Hasta hace poco tiempo, las aproximaciones no arqueológicas o antropológicas al arte rupestre en Colombia se caracterizaban por su poca rigurosidad, lo que las hacía descartables con facilidad, y por ende poco útiles. No obstante, la persistencia y seriedad de algunas de estas aproximaciones ha generado miradas novedosas que tal vez se consolidarán en el futuro.
Este libro abre justamente con un texto producido por fuera del ámbito arqueológico, pero con importantes consecuencias sobre la forma como los investigadores de diferentes disciplinas “observan” el arte rupestre. En su artículo: “Ampliando el espectro. Murales rupestres policromos en la sabana de Bogotá”, Diego Martínez realiza un análisis tafonómico de diferentes murales con pinturas en la sabana de Bogotá. Este tipo de análisis se beneficia en lo sustancial de los desarrollos tecnológicos que posibilitan el mejoramiento de imágenes para incluso observar figuras no visibles al ojo humano. Con base en su experiencia en la documentación y tratamiento digital de imágenes rupestres9, Martínez ofrece un detallado análisis de algunos paneles con policromía y sugiere que tal vez la mayor cantidad de pinturas en rojo no responde a una elección cultural, es decir a una preferencia de los artistas por el color rojo, sino a un proceso de conservación diferencial, que culminó en la degradación de otros colores como el negro o el blanco. Si esta hipótesis llegase a comprobarse tendría serias consecuencias sobre cualquier intento de “lectura” o interpretación de las pinturas de esta región puesto que ella solo tendría lugar sobre una porción de lo que fue originalmente pintado.
La segunda razón por la cual se ha acrecentado la investigación sobre el arte rupestre en Colombia en los últimos años se relaciona con los virajes teóricos de la disciplina arqueológica. Es un hecho que la arqueología procesual noratlántica, salvo contadas excepciones10, no prestó demasiada atención a aquellos objetos arqueológicos que no estuvieran dentro de la esfera de los correlatos tecno-económicos. Una suerte de desesperanza en la posibilidad de utilizar el arte rupestre como indicador de procesos socio-culturales invadió las tradiciones arqueológicas situadas bajo el espectro del procesualismo noratlántico, por lo que hubo que esperar a que dicha arqueología