La corteza cerebral, por su parte, es la zona responsable de la capacidad de razonar, la que nos diferencia del resto de los animales.
Se encarga de las funciones cognitivas más elevadas, como el lenguaje, la planificación, la creatividad, la capacidad de relacionarse con los demás, la asociación, la innovación y la imaginación.
Recubre el resto de las estructuras cerebrales y se encuentra dividida en cuatro grandes zonas:
el lóbulo parietal,
el lóbulo temporal,
el lóbulo occipital,
el lóbulo frontal.
Dentro de cada uno de estos existen áreas diferenciadas que cumplen distintas funciones.
Algunas son responsables del habla y el lenguaje, otras procesan la información que ingresa a través de los canales sensoriales, nos permiten mover voluntariamente los músculos para caminar, correr o subir una escalera.
Durante el transcurso de millones de años de evolución, en el cerebro humano se han superpuesto progresivamente tres niveles que funcionan de manera interconectada, cada uno de ellos con sus características específicas:
Sistema reptiliano.
Sistema límbico.
Córtex o cerebro pensante.
El cerebro reptiliano es la zona más antigua. Se localiza en la parte baja y trasera del cráneo.
En el centro de este sistema se encuentra el hipotálamo, que regula las conductas instintivas y las emociones primarias, tales como el hambre, los deseos sexuales o la temperatura corporal.
Al límbico se lo conoce como el “sistema de las emociones”.
Entre las principales estructuras que lo integran se ubican el hipocampo (que cumple una función muy importante en el aprendizaje y la memoria) y la amígdala, que dispara el miedo ante ciertos estímulos y desempeña un rol activo en nuestra vida emocional.
Por último, el córtex o cerebro pensante, denominado también neocórtex, está dividido en dos hemisferios cerebrales conectados por el cuerpo calloso: una gran estructura de aproximadamente 300 millones de fibras nerviosas.
Estos hemisferios funcionan de modo diferente, pero complementario, y se conectan entre sí mediante una estructura que se denomina cuerpo calloso.
Cada uno se ocupa básicamente de los procesos sensoriales y motores del lado opuesto del cuerpo, por ello, los movimientos del pie y de la mano izquierda son controlados por el hemisferio derecho, y viceversa.
En la mayoría de los individuos diestros el hemisferio izquierdo controla el lenguaje y otras tareas de procesamiento serial de la información.
El derecho lo hace en procesos no verbales que incluyen la visualización tridimensional, la rotación mental de objetos y la comprensión del significado de expresiones faciales.
El hemisferio izquierdo, que controla el lado derecho del cuerpo, está relacionado con el pensamiento lineal. El derecho, que controla el lado izquierdo del cuerpo, procesa la información en forma holística y está relacionado con el pensamiento creativo.
Cuando uno u otro hemisferio predomina en el momento de procesar, interpretar y presentar la información, se habla de “dominancia cerebral”.
Si un individuo basa gran parte de su vida en el razonamiento lógico (actúa bajo las directrices de su hemisferio izquierdo), tenderá a mantener distancia de sus emociones, ejerciendo un excesivo control sobre el sistema límbico, que no le permitirá desarrollar una vida afectiva plena.
En cambio, si es excepcionalmente emotivo, sus impulsos pueden ocupar todo el espacio sin que la función evaluadora y analítica del córtex pueda intervenir.
¿Qué rol juegan las neuronas? Las neuronas son las células nerviosas que dan sustrato biológico a las funciones mentales, entre ellas, la atención. También, la memoriaa corto y a largo plazo, la capacidad visual-constructiva y el razonamiento.”
El paso del impulso eléctrico de una neurona a otra (que se realiza a través de las dendritas) se denomina sinapsis, y se estima que cada neurona puede estar conectada con hasta 100.000 neuronas diferentes, con las que establece múltiples sinapsis.
Los millones de conexiones sinápticas que dan forma al cerebro es lo que se denomina “arborización dendrítica”.
Las redes neuronales diferencian un cerebro de otro.
Esta arborización permite una comunicación veloz y sumamente precisa entre los diferentes núcleos de neuronas que estructuran las distintas zonas cerebrales.
Además de las dendritas, las neuronas tienen una ramificación más larga llamada axón. A partir de la activación de éste, se producen los contactos neuronales.
El cerebro por dentro: dónde residen las funciones ejecutivas
¿Dónde ubicamos en el cerebro las funciones ejecutivas? Anatómicamente, dependen de los lóbulos frontales, que ocupan un tercio de la corteza cerebral y son fundamentales para planificar acciones, regularlas, cambiarlas e inhibirlas.
Así, la corteza prefrontal, la zona más evolucionada del cerebro, funciona como una especie de red con múltiples conexiones, integrada por tres grandes sistemas funcionales ejecutivos:
El dorsolateral.
El orbital.
El medial.
El medial y el dorsolateral juegan un rol importante en la interacción entre cognición y emoción.
Diversos estudios demostraron que las áreas implicadas en el procesamiento emocional, como la amígdala, disminuyen su actividad durante tareas que requieren demanda atencional y cognitiva.
El trabajo de estos lóbulos y de sus extensas conexiones con otras zonas, entre las cuales se encuentran el núcleo amigdalino, el diencéfalo y el cerebelo, constituyen las imágenes que forman los pensamientos y permiten monitorear la información que guía la conducta.
Por ejemplo, una investigación realizada en la Universidad de Harvard descubrió que la honestidad es un fenómeno natural: las personas honestas no hacen ningún esfuerzo para serlo.
Para llegar a esta conclusión se analizó la actividad de las zonas del cerebro relacionadas con el control y la atención: la corteza prefrontal dorsolateral y la corteza cingulada anterior.
En los individuos honestos no se incrementó, cosa que sí ocurrió con aquellos que actuaron de forma deshonesta.
Otro caso: en 2010, el Institute of Cognitive Neuroscience del University College London (UCL) de Gran Bretaña hizo un experimento con escáneres cerebrales que determinó que el cerebro de los adolescentes es menos eficiente que el de los adultos, debido a sus dificultades para enfocarse mientras realizan tareas que les exigen concentración.
Capítulo 2
¿Qué