6. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
La definición de la interfaz costero-terrestre y la generación de datos adecuados que permitan analizar ambos sistemas de manera integral, debiese ser el foco de investigación en el corto plazo. En la revisión bibliográfica realizada en este capítulo, se reportó solo un trabajo donde se priorizaron sistemas marinos y terrestres a escala nacional, considerando a sus respectivos objetos de conservación en forma separada (Martínez-Tilleria, 2015).
Respecto a la representatividad de ecosistemas terrestres, los mayores vacíos de representación se identifican en los ecosistemas de estepa y en la transición bosque caducifolio-estepa, tanto en áreas de la Región de Aysén como en Magallanes. En tanto, la diversidad de especies de fauna no se encuentra adecuadamente representada en el SNASPE, concentrándose esta en las zonas de menor riqueza. Esta situación es distinta en el caso de la flora, donde las áreas de mayor riqueza de especies tienen una mayor representación en el SNASPE.
Los escenarios de priorización permitieron analizar los patrones de distribución y riqueza de flora y fauna en la Patagonia chilena. Además, los resultados señalan que el SNASPE no representa las zonas con el 17% de mayor importancia (Figura 2). Las zonas prioritarias se identifican en Chiloé insular y provincia de Palena (Región de Los Lagos), zona interior de la provincia de Coihaique y General Carrera (Región de Aysén), provincia de Última Esperanza, Magallanes y Tierra del Fuego (Región de Magallanes).
A continuación, se señalan un conjunto de recomendaciones orientadas a distintos grupos de actores, como tomadores de decisiones, científicos y otros.
• Recomendaciones a corto plazo (1-2 años). i) Realizar un nuevo análisis de priorización terrestre, considerando información actualizada generada por publicaciones y repositorios de información global de biodiversidad y servicios ecosistémicos. El estudio debe considerar otras categorías de áreas protegidas (e.g., iniciativas de conservación privadas) en el análisis de representatividad. Además, se debe considerar el nivel de manejo administrativo de las áreas protegidas, ya que es posible que zonas que se identifiquen como prioritarias en futuros análisis, no cuenten con una protección efectiva en áreas con categoría de conservación. También es importante analizar los costos de conservación en el análisis de priorización, en el caso de que áreas prioritarias no se encuentren representadas en áreas protegidas. El nuevo análisis debe incluir investigadores de la Patagonia chilena; ii) Desarrollar un proceso participativo y abierto para la definición de los objetivos y metas de conservación, para que sean incluidos en los próximos ejercicios de priorización. Existen experiencias realizadas en el sistema marino (Miethke y Gálvez, 2009; WCS, 2019), que podrían ser una guía metodológica para ser replicada en el sistema terrestre.
que sean incluidos en los próximos ejercicios de priorización. Existen experiencias realizadas en el sistema marino (Miethke y Gálvez, 2009; WCS, 2019), que podrían ser una guía metodológica para ser replicada en el sistema terrestre.
• Recomendaciones a mediano plazo (hasta 5 años). i) Desarrollar un análisis de priorización del conjunto marino y terrestre que dé cuenta de la interfaz costera. Por ejemplo, considerando modelos de escorrentía o de dinámica glaciar; ii) desarrollar modelos de distribución de especies con datos climáticos marino-terrestres en zonas costeras en forma integrada. Esto sería relevante de analizar al momento de considerar escenarios futuros y establecer prioridades de conservación (Álvarez-Romero et al., 2018); iii) reevaluar los vacíos de representación ecosistémica (terrestre y marino) a partir de la incorporación o desafectación de nuevas áreas protegidas y sistemas de reservas.
• Recomendaciones a largo plazo (>5 años). Desarrollar un sistema de monitoreo del sistema de áreas protegidas terrestres y marinas a distintos niveles: ecosistemas, especies, procesos y servicios ecosistémicos.
AGRADECIMIENTOS
Los autores agradecen a The Pew Charitable Trusts, por su apoyo financiero para este trabajo. Además, se agradecen las sugerencias y aportes de los editores de este libro y de dos árbitros anónimos que ayudaron a mejorar el capítulo. TFC agradece el apoyo de ANID a través del proyecto N° 3190433.
REFERENCIAS
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