PARTE I
I. INFANCIA Y JUVENTUD (1911-1930)
Mercedes Sanz-Bachiller nació el 17 de julio de 1911 en Madrid. Sus padres, Moisés Sanz Izquierdo y Mercedes Bachiller Fernández, eran de Montemayor de Pililla, un pequeño municipio vallisoletano de apenas 1.428 habitantes1 que compartía vecindad con los de Traspinedo, Santibáñez de Valcorba, Cogeces del Monte, Torrescárcela, San Miguel del Arroyo, Camporredondo, Portillo y La Parrilla.2 Hasta Cuéllar se desplazaban sus vecinos para hacer todo tipo de gestiones, pero sobre todo para comprar los aperos de labranza. Montemayor pertenecía, además, al partido judicial de Peñafiel.
Mercedes tuvo un hermano y una hermana3 mayores que ella, que fallecieron en la niñez. Ramiro Vicente4 nació el 19 de julio de 1905 en Montemayor, aunque murió tempranamente, cuando le faltaban pocos días para cumplir los 2 años de edad.5 El 20 de septiembre de 1908, y también en Montemayor, nació una niña a la que pusieron por nombre María de las Mercedes Petra,6 los nombres de la madre y de la abuela materna, respectivamente. Sin embargo, a finales de 1909, y cuando contaba con 14 meses de edad, también falleció.7 A esta niña le siguió Mercedes Sanz-Bachiller.
La madre de Mercedes descendía de una familia de labradores acomodados con mucho arraigo en Montemayor. De hecho, tenía tierras de labranza, pinares en las laderas que dan al arroyo del Valcorba y ovejas y caballos, algo poco común en las familias del municipio.8 Además, para las labores del campo, disponía de jornaleros todo el año. Aunque la posición económica de su padre era más modesta, destacaba por ser un hombre vivaz y emprendedor, que ya en aquella época viajó en tres ocasiones a Buenos Aires y que introdujo el cultivo de la achicoria como sustituto del café en la comarca.9 Así pues, parece ser que este espíritu emprendedor de su padre fue el principal motivo por el que sus padres decidieron trasladarse a vivir a Madrid, al barrio de Chamberí, donde nació Mercedes Sanz-Bachiller. En este mismo barrio fue bautizada en la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, sita en la calle Ancha de San Bernardo, n.º 103.10 A su bautizo asistió el político liberal Montero Ríos, «tal vez como padrino, dado el liberalismo militante de sus padres»11 y de toda su familia, seguidores todos de Santiago Alba.
A los dos años del nacimiento de Merceditas, como era llamada cariñosamente, sus padres se separaron. Los motivos de la separación parece que estuvieron relacionados con la oposición de Mercedes Bachiller a vender algunas de sus propiedades para invertir en los proyectos de su marido.12 Después de la separación, Mercedes Bachiller regresó al hogar materno y se llevó consigo a su hija. En la casa familiar, situada en la calle Revilla, n.º 5, vivían con la abuela materna, Petra Fernández, y dos tías, Acacia y Encarnación. El abuelo materno, Roque Bachiller, había fallecido hacía ya algunos años.13 La tía Encarnación padecía una enfermedad mental y murió joven, y la tía Acacia se casó con un joven de Traspinedo, Miguel López, y marchó del hogar materno, así que la pequeña Merceditas se refugió en su madre y su abuela. A su padre solo volvió a verlo en 1915, cuando, a la edad de 42 años,14 falleció.15 Así pues, la infancia de Mercedes debió de ser difícil: «De mi infancia no mantengo nada, y poco o casi nada, grato».16 Este hecho la marcó profundamente, tal y como reconoció años después: «la niñez marca mucho el rumbo de la vida y de ella se derivan maneras de ser y de sentir que hacen que la proyección de nuestros actos varíe sustancialmente».17
Mercedes Sanz-Bachiller recordaba a su madre como una mujer de carácter rígido e inflexible, reticente a que se relacionara con otras niñas del pueblo y poco dada a mostrar afecto. Nunca le compró ningún juguete ni muñeca, algo que la propia Merceditas remedió en cuanto pudo manejar su propio dinero. Se compró un muñeco al que puso por nombre Carlos, motivo por el que, años después, Onésimo Redondo la llamaba cariñosamente «Carlines».18 La madre, además, estaba muy preocupada por que su hija tuviera una buena alimentación. Habiendo perdido ya a un niño y una niña, temía que Merceditas pudiese enfermar, por ello, además de procurar que se alimentara bien, insistía en que pasara alguna temporada en San Sebastián, Santander y Gijón, para que nadara y se fortaleciera físicamente.19 La otra preocupación de la madre era que tuviera una buena educación. Así, entre los seis y los nueve años, cursó la primera enseñanza en Montemayor, donde había cuatro escuelas, dos de niños y dos de niñas. Las escuelas de niñas estaban situadas en la plaza Mayor, donde estudiaba Merceditas con su maestra Asunción, a quien recordaría con verdadero cariño.20 Como el concejo de Montemayor disponía de importantes ingresos económicos derivados de la explotación del monte y de los pastos municipales, pudo sostener económicamente las cuatro escuelas, tal y como establecía la ley de instrucción pública.21
La pequeña Mercedes creció en el campo, y de estos años guardaba recuerdos entrañables: «He visto recoger la miel, era una de mis distracciones de la infancia. También he visto hacer la matanza [...] y disfrutaba mucho con todo ello».22 Según Mercedes Redondo, su madre «se educó con lo elemental y antiguo», entre «miel, piñones, pan y vino»,23 y así debió de ser, dado el carácter eminentemente agrario del municipio.
Montemayor de Pililla está enclavado en la Tierra de Pinares, una comarca natural que se extiende por las provincias de Valladolid, Segovia y Ávila. En su vertiente vallisoletana, los pinares cubren el paisaje, en el que convivían, y aún conviven, dos especies de pino: el pino negral o resinero y el pino albar o piñonero, este último de copa más redonda y frondosa que el primero. Los recursos de los pinos eran explotados por los habitantes de los municipios de esta comarca, que, como los de Montemayor, tenían en la madera, en la resina y en los piñones un medio de vida. Era una actividad impuesta por la misma naturaleza, dada la pobreza del suelo sobre el que crecen estos pinos, de composición arenosa y de escaso valor para la agricultura.24