Campo Abierto. Max Aub. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Max Aub
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788491343974
Скачать книгу
entre los referentes del texto y una realidad exterior y anterior a este. ¿Qué tipo de recepción es, pues, la que tendría una novela como Campo abierto, concebida como relato de ficción pero, a la vez, con una importante presencia en ella de acontecimientos y personajes procedentes de una realidad histórica perfectamente conocida por los lectores contemporáneos? La tipología de la novela histórica establecida por Soldevila, basada en los diferentes grados de referencialidad observables en el relato histórico23 puede ayudarnos a resolver la cuestión, ya que nos permite clasificar Campo abierto (y las restantes novelas del ciclo), por la asunción explícita de un compromiso testimonial, en aquella categoría de relatos en los que existe como referente un modelo de mundo real (los personajes y acontecimientos son, en gran parte, extraídos de la historia) y cuya diferencia con los escritos historiográficos habría de buscarse en el nivel de la producción y de la recepción.

      No obstante, en el caso de Aub, esa referencialidad a un modelo de mundo real no propicia necesariamente la recepción cuasipragmática que, según Stierle, es característica de este tipo de relatos históricos en los que el lector suele tener borrosas las fronteras que separan ficción y realidad; y ello se debe a que en los relatos aubianos no existe la «invisibilidad» del lenguaje que el teórico alemán considera imprescindible para que se produzca la mencionada recepción. La tensión de la escritura, perceptible en todas sus páginas, incluso en aquellas que parecen mera transcripción del lenguaje hablado, permite al lector ser consciente del trabajo de elaboración que subyace en el texto y esa consciencia contribuye a hacerle superar la pasividad generadora del cambio de ficción en ilusión y a poner en marcha la serie de operaciones que, según Stierle, permiten la «actualización» del texto: el paso de la superficie textual al espacio textual, en el cual «todos los elementos textuales pueden estar en relación pertinente secundaria con todos los demás, con lo que se multiplican las posibilidades de constitución del significado y el texto se convierte en espacio o medio de reflexión en el que el lector puede ahondar cada vez más».

      A esa «visibilidad» de la forma contribuye, indudablemente, el diseño estructural de la novela descrito en las páginas precedentes, mediante el que el desarrollo argumental se presenta, renunciando a toda pretensión globalizadora, articulado en pequeños microrrelatos, con la introducción de múltiples ángulos de visión, que van ofreciendo aspectos parciales de una totalidad asumida como caótica e inabarcable y, por ello, difícilmente sometible a una organización presidida por criterios de coherencia. El tema recurrente del laberinto está, como se ha apuntado, íntimamente vinculado a esta estructura, que afecta no ya a la novela histórica sino incluso a la historiografía contemporánea, la cual, según Lyotard, ha aceptado el fin de los grandes relatos orientados a un futuro, a una idea que realizar, y para la que la gran Historia se disuelve en millares de historias pequeñas.24

      Otra cuestión que no cabe ser pasada por alto es la del grado de incidencia del devenir temporal (son ya casi cincuenta años los transcurridos desde que vio la luz) sobre la recepción de una novela de las características de Campo abierto; en qué medida, cabe preguntarse, la lejanía experimentada por los lectores respecto de los acontecimientos históricos que constituyen el marco en que la ficción novelesca se ubica puede determinar las condiciones presentes y futuras de la recepción del texto.

      Resulta evidente que los primeros lectores de Campo abierto se enfrentaron a ella desde unas premisas que implicaban la recepción cuasipragmática a la que alude Stierle, pues la juzgaron exclusivamente en función de su valor como documento histórico. Tal fue, por ejemplo, la actitud de los círculos de exiliados republicanos en México, que, según se desprende de la lectura de los diarios de Aub, mostraron su rechazo a la novela considerando el aireamiento de conductas reprobables y de comportamientos poco dignos ocurridos en el bando leal como una traición a la propia causa; estimaron que el afán de objetivismo del autor había llegado demasiado lejos al renunciar a la imagen enaltecedora del propio campo y mostrar que las indignidades de la guerra no fueron algo exclusivo de la zona nacionalista.25 Desde el otro lado, los escasos testimonios de la recepción que la novela tuvo en España inciden asimismo en valorarla en función de su valor documental, como podemos comprobar leyendo la breve reseña que hace de ella el director de la revista Índice, acusándola de parcialidad y de desconocimiento de lo que sucedía en la zona franquista. Los testimonios de la recepción posterior (Corrales Egea, Tuñón de Lara, Alborg y González Pozuelo, entre otros) denotan ya una actitud menos extremista y son capaces de distinguir con nitidez las fronteras que separan lo ficcional y lo documental, si bien sigue habiendo unanimidad en alabar la veracidad histórica de la novela y el rigor con que Aub ha seleccionado y utilizado sus fuentes de información. Fue Soldevila el primero en apuntar hacia una lectura desparticularizadora del ciclo de novelas aubianas sobre la Guerra Civil, las cuales superaban su condición de meras crónicas del conflicto y partían de él para emprender una reflexión de más amplio alcance sobre la condición humana.

      Porque, transcurrido ya casi medio siglo de la publicación de Campo cerrado y más de sesenta años de los acontecimientos que narra, cabe preguntarse por el grado de interés que estos pueden continuar suscitando en generaciones de lectores para quienes la guerra civil se presenta remota y desprovista del dramatismo que poseía para quienes la sufrieron como víctimas o para quienes la conocimos por testimonios directos y alcanzamos todavía a vivir sus consecuencias. Es una pregunta que surge de modo acuciante cuando uno se enfrenta a la labor de anotar una novela como esta y ha de construir el perfil del lector al que van destinados los comentarios aclarativos de las muchas referencias a personajes y acontecimientos históricos que pueblan sus páginas. Y la respuesta creo que ha de ser buscada en la capacidad del texto para lograr que el lector, alejado ya en el tiempo (y quizá también en el espacio) de aquellas circunstancias, sepa abstraerlas y emprender desde ellas una reflexión desparticularizadora que les confiera validez universal. Los hechos narrados se encuentran ahí, en las páginas de la novela, con toda su veracidad y su inmediatez; pero al autor parecen importarle menos tales hechos que las reacciones que provocan en sus protagonistas: las modificaciones que los comportamientos, actitudes y pensamientos del ser humano experimentan cuando se ve enfrentado a una situación límite que le obliga a romper con su rutina y a tomar partido, a plantearse preguntas claves sobre su ser y su existir.

      Y a esa impresión que la novela produce contribuye definitivamente el modo que Max Aub tiene de entender el compromiso, que en él deja de tener un contenido exclusivamente político para abarcar una dimensión humana: no se reduce a la toma de conciencia frente a unos hechos históricos concretos y a la denuncia explícita de estos, sino que se amplía para convertirse en un gesto de solidaridad para con el ser humano, inerme en su carencia de certezas y vacilante en medio de una realidad que lo desborda.

      De ahí esa mirada siempre un tanto distante del narrador y la actitud permanentemente dubitativa de sus personajes, en el polo opuesto del cronista entusiasta y de los héroes monolíticos de la novela comprometida tradicional, escrita bajo el cielo protector de una ideología asumida sin resquicios. Tal actitud en Aub no es imputable a la tibieza de su compromiso, sino que exige ser explicada desde el radical escepticismo derivado de las insatisfactorias respuestas a los interrogantes que la complejidad del ser humano y de su papel en el mundo plantea. Su compromiso no es, por eso, fruto tanto de una opción ideológica asumida con vehemencia como de una consciente actitud solidaria con una humanidad de la que se sabe parte integrante y cuya angustia, derivada del mero estar-en-el-mundo, comparte; de ahí que produzca más dudas que seguridades, más angustia ante la incertidumbre en que se desenvuelve la existencia del hombre que propuestas claras sobre normas de conducta o soluciones esperanzadoras.

      Ese es el mensaje primordial que se desprende de las páginas de Campo abierto y del resto de las novelas históricas de Aub centradas en la contienda civil; el que le permite conectar con lectores contemporáneos por muy alejados que se hallen de esta o por muy faltos de referencias que se encuentren para situar sus circunstancias. Una capacidad universalizadora que alinea a Aub junto a los grandes escritores, y que le permite, como a ellos, remontarse sobre lo particular y concreto para plantear una reflexión asumible por cualquier hombre en cualquier lugar y tiempo.

      Campo abierto