Cuando hablamos de emprendimiento de mujeres las diferencias importantes surgen con la llegada de los hijos porque, si bien existen relaciones más equitativas que aún hoy son «garbanzos de a libra», la mayoría enfrenta la responsabilidad completa en el cuidado de los hijos y los padres, perpetuando esta doble y hasta triple jornada. Hay muchas mujeres que tienen que cumplir con un horario laboral completo y dejan a sus niños en una guardería o a cargo de otra persona; terminando su jornada llegan a casa a cocinar, a limpiar, atender tareas y todas las responsabilidades de la familia.
Esta situación es muy difícil, sobre todo si se considera que las mujeres que participan en áreas profesionales tienen que ajustarse a las normas, horarios y exigencias de un mundo laboral masculino que difícilmente entiende las necesidades de las madres y padres. Esto genera un tremendo estrés para quienes «malabarean» entre una vida familiar responsable y una vida profesional que no da opción para ello. Poco a poco se revelan los problemas de hijos no atendidos, de padres y madres ausentes, de chicos educados por terceras personas que no necesariamente les dan el afecto y la educación que requieren, detonando problemas sociales imposibles de resolver fuera de casa.
No se trata solo de hablar de mujeres o de hombres y sus diferencias, ni de quién actúa bien y quién no lo hace, se trata de reflexionar sobre cómo construir una sociedad que priorice a la familia, la educación, el cuidado de los hijos, la alimentación, la protección de los padres mayores y una vida cotidiana segura y equilibrada. Se trata de hablar del mundo que tendrán las siguientes generaciones, que son quienes vivirán las problemáticas que hoy se generan. Si no cambiamos la mirada será difícil transformar una realidad que va dejándonos insatisfechos, con más violencia e inseguridad y sin esperanza en el futuro.
Paradójicamente, esta realidad ha sido una gran oportunidad para que las mujeres decidan emprender su propio negocio, uno que les permita libertad de horarios, flexibilidad para atender a los hijos y la posibilidad de una vida personal y profesional equilibrada. Esta es, quizá, la primera razón por la que las mujeres emprenden y también una característica de su manera de hacerlo: quieren lograr un equilibrio y buscan estructuras que lo permitan.
No es nada fácil desarrollar un negocio y lograr que genere ingresos, pero al menos es posible diseñar la manera en que cada una de nosotras desea trabajar. Estas preocupaciones, deseos y «creencias» sobre la vida y el trabajo son la base para entender por qué las mujeres emprendemos con ciertas particularidades y elegimos desde otros lugares.
Al trabajar con mujeres he descubierto que los valores femeninos abren una perspectiva diferente porque hemos sido, tradicionalmente, quienes creamos vida, cuidamos de ella, protegemos y nutrimos para que otros crezcan. Esta cualidad nos proporciona una mirada diferente al enfrentarnos al futuro por varias razones:
• Valoramos el cuidado de la gente por encima de todo. La creación de bienestar para los trabajadores y sus familias, el equilibrio entre el trabajo y la salud, entre la profesión y el hogar, siempre bajo una visión que da especial importancia a la educación, la salud y el desarrollo personal.
• Damos importancia a la protección de los espacios comunitarios, de las escuelas, de todo lo que contiene, protege y cuida de la vida de otros. Por encima de la tecnología y de la modernidad, los valores familiares y comunitarios son prioridad en nuestra vida cotidiana.
• Imaginamos negocios que den lo suficiente para vivir bien, no para producir riquezas desmedidas que generan grandes brechas en la distribución del ingreso. Lo pequeño es suficiente si da para vivir bien, ¿por qué hacerlo, entonces, tan grande y exitoso si desequilibra la vida personal y familiar?
• Buscamos trabajar más desde casa y tener tiempo libre para atender los momentos importantes con los hijos. No hace mucho comenzamos a escuchar el término home office en las grandes empresas, sobre todo a raíz de la pandemia por la COVID-19, sin pensar que las mujeres lo hemos practicado como una manera natural de trabajar. Hombres y mujeres podríamos apoyar el trabajo en el hogar gracias a políticas flexibles que ayuden a mantener una sociedad más sana.
• Pensamos en el uso de la tecnología como medio para comunicarnos, para trabajar, para lograr mayor eficiencia, no como un fin sin propósito particular. Preocupa el exceso de tecnología en la educación de los hijos, los riesgos que conllevan las redes sociales, la falta de convivencia en el hogar y muchos otros temas que vamos constatando cuando se trata de nuestros hijos y de las familias. Por ello preferimos ver la tecnología como una herramienta al servicio del mejoramiento de la vida.
Y así podría seguir con más ejemplos en muchas áreas en las que es urgente incorporar una visión de lo femenino y lo masculino, de lo macro y lo micro, de lo global y lo cotidiano, de la eficiencia y la calidad de vida, del progreso y los límites.
Mi deseo al escribir este libro es provocar reflexiones en torno a estas diferencias, que son precisamente los valores para construir una sociedad distinta, y no tanto para cambiarlas o descartarlas. Se trata de una reflexión para redefinir el éxito e imaginar escenarios más equilibrados que pueden traer otro tipo de «éxito» al juego. Con una visión femenina incorporada en todos los espacios, el mundo daría la vuelta para cuidar esa generación de vida que comienza en la familia y que crece en el entorno social.
No busco generalizar ni hablar con la verdad sobre la inequidad de género, tampoco deseo hacer una disertación académica sobre el tema. En este libro abordo los temas de inequidad que, en mi experiencia, afectan el emprendimiento de mujeres, así como las creencias femeninas que son valiosas y pueden contribuir a la construcción de una sociedad diferente. Considero que hablaré por muchas mujeres que, como yo, quieren realizar sus anhelos y sueños sin dejar de lado su contribución como madres, hijas, parejas, amigas y su equilibrio para vivir bien.
A ellas dedico este texto, y también a los hombres que deseen aprender sobre ellas, sobre esta mirada y sobre las ventajas de desarrollar habilidades femeninas para vivir mejor.
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