ese que ella tenía
un anciano que la daba
de comer todos los días.
Volando hasta el balcón
la paloma ha llegado
y picotea el cristal
y el anciano se ha enterado.
¿Qué te pasa palomita?
no es hora de comer
le dice el ancianito
cuando la acaba de ver.
Ella sigue con el pico
no se quería parar
tiene que decirle algo
y se tiene que enterar.
Y como era muy lista
se ha hecho comprender
ha avisado al anciano
que rápido va a ver.
En el puerto que está cerca
el anciano está mirando
y ha visto al delfín
las penas que está pasando.
No se podía soltar
pues la red le retenía
el anciano con presteza
rápido lo arreglaría.
El barco es de su hijo
y enseguida él soltó
a aquel delfín chiquito
que nadando se marchó.
Y gracias a la paloma
que la forma encontró
de ayudar a su amigo
este feliz se sintió.
AMOR
3. Los acantilados llenos
Los acantilados llenos
esta mañana estaban
de foquitas aburridas
que por allí se encontraban.
Una pequeña foquita
quería juguetear
y corriendo se metió
de un salto en el mar.
Nadaba por esas aguas
buscando un jugador
alguien que quiera hacerlo
para encontrarse mejor.
De pronto vio a lo lejos
un pequeño pececillo
nadó corriendo al verlo
aunque no fue tan sencillo.
El pez que la había visto
se puso fuerte a nadar
pues comida no quería
ser allí en el ancho mar.
Sabía que si la foca
llegaba a donde él estaba
esta abriría la boca
y del pez nada quedaba.
La foquita agotada
de tanto nadar allí
se paró ya no quería
seguirle y llegó un delfín.
―Foquita te veo rara
y muy agotada vas
¿por qué has nadado tanto?
muy lejos de casa estas.
La foquita no había visto
en su vida a un delfín
pero le pareció bueno
para jugar por allí.
―¿Quieres tú jugar conmigo?
―rápido le preguntó―,
no tengo ningún amigo
y mucho me aburro yo.
El delfín dijo, ―Encantado.
Se pusieron a jugar
el pececillo de lejos
no dejaba de mirar.
Un poco envidia tenía
porque él solito estaba
aburrido se sentía
pues él con nadie jugaba.
La foquita y el delfín
jugando se divertían
y el pececillo allí
mirando se aburría.
Desde lejos el delfín
al pececillo allí vio
―Vente a jugar con nosotros
―corriendo le indicó.
El pececillo con miedo
pues muy grandes eran los dos
se acercó un poquito
y esto les preguntó.
―Si juego yo con vosotros
me tenéis que prometer
que porque sea pequeño
no me vais luego a comer.
La foquita extrañada
se acercó al pececillo
y dijo ―Yo no hago nada
no eres un bocadillo.
Y jugando, y jugando
se perdieron en el mar
una foca, un delfín
y un pececito allá.
No sabían dónde estaban
ni conocían el lugar
la corriente los llevaba
y fueron aquí a parar.
A esta playa tan bonita
donde los encontré yo
jugando con la foquita
con el delfín nadador.
El pececito contento
porque no estaba aburrido
ahora en el mar adentro
o en la playa han salido.
Así se pasan la vida
los amiguitos aquellos
su vida no es aburrida
porque mucho juegan ellos.
AMOR
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