La estilística no tuvo que defender su posición como ocurre con otras teorías literarias. Avanza en relación continua con las aportaciones de las teorías literarias y de otras disciplinas, incorpora elementos de análisis y perspectivas teóricas. Algunos de los ensayos producidos desde esta disciplina pueden considerarse, en ocasiones, como textos literarios (recuérdese, por ejemplo, algunos ensayos de Antonio Alatorre: su manejo de expresiones coloquiales y humorísticas en sus eruditos ensayos sobre la literatura de los Siglos de Oro). El interés de la estilística por el análisis y sus distintos métodos representa una entrada fundamental en este trabajo enfocado, principalmente, al análisis de textos.
análisis: un detalle lingüístico
La estilística estudia la obra literaria como construcción poética, como producto creado y como actividad creadora: el sistema expresivo de una obra, de un autor o de un grupo de autores emparentado. El sistema expresivo abarca tanto la constitución y estructura interna de la obra como el poder sugestivo de las palabras y la eficacia estética de los recursos literarios. Bajo el nombre de estilística se han agrupado innumerables trabajos de las más diversas orientaciones (Wilhelm Humboldt, Charles Bally, Karl Vossler, Erich Auerbach); por ello, su definición más específica es su sentido de método de crítica literaria.
Uno de los autores más influyentes en el uso y difusión de la estilística es el austriaco Leo Spitzer, quien comunica en sus textos, además de continuas pautas de análisis, las condiciones en las que desarrolló tal método de análisis. La obra Lingüística e historia literaria1 va encabezada de un capítulo en que advierte que su método de análisis resulta de su formación académica basada, por un lado, en estudios sobre historia de la lengua, evolución de las palabras, gramática histórica y, por otro lado, en un estudio de la literatura que consistía en fijar las fechas, los datos históricos, los elementos autobiográficos y las fuentes de las obras literarias. El binomio entre lingüística y literatura representaba la unión de disciplinas opuestas pero complementarias: la lingüística era lo verificable, la ciencia objetiva, indubitable; mientras que el biografismo literario no correspondía a ciencia alguna, era dubitable y subjetivo.
Para Spitzer, la etimología deja inscrita en el texto literario la situación cultural dominante (por ejemplo, en el uso de préstamos lingüísticos): a nuevo clima cultural, nuevo estilo lingüístico. La palabra elegida por el autor tiene una historia particular, en la cual se encuentra la posibilidad de reconocer las características culturales y psicológicas de un pueblo. Por eso, si el autor muestra una “desviación estilística individual de la norma corriente”, esta desviación revela un cambio en el espíritu de la época, cambio del que cobró conciencia el escritor, quien quiso traducir ese nuevo espíritu en una forma lingüística nueva.
En la misma obra, Spitzer explica su método de análisis, al que se refiere como “círculo filológico”: “Hemos agrupado ciertas expresiones causales, que nos han llamado la atención […]; después, hemos indagado su explicación psicológica; finalmente, hemos tratado de comprobar si el principio de ‘motivación pseudo-objetiva’ se hallaba de acuerdo con lo que por otras fuentes sabemos de los elementos de su inspiración”.2
Este es el llamado círculo filológico que heredó de Dilthey y Schleiermacher, un “método de vaivén de algunos detalles externos al centro interno y, a la inversa, del centro a otras series de detalles”3 (véase figura 1).
Figura 1. Círculo filológico
El crítico observará algún detalle lingüístico particular en la obra: una palabra, expresión, sonido, giro o grupo de palabras de un mismo campo semántico. Si el número de palabras, expresiones y enunciados es limitado, las posibilidades de análisis e interpretación también se limitarán. El crítico intentará, posteriormente, hallar una “motivación pseudoobjetiva” que explique esa reiteración: tratará de determinar la intención espiritual del autor, la cual nunca podrá comprobar, pero sí sustentar, de ahí su “pseudoobjetividad”. A continuación, indagará una explicación psicológica de ese detalle —no de su autor, sino de su pensamiento, su intención durante el proceso de escritura—.4 Simultáneamente, el crítico observará si esa explicación se puede corroborar en la arquitectura del texto, en la configuración del tema y en las formas de expresión lingüística en las que se descubren las marcas del estilo de un escritor: todos los elementos constituyentes de la obra giran en torno a esa unidad lingüística que encierra la clave de un texto. Posteriormente, el crítico puede acudir a otras lecturas, como las obras de seguidores y otros críticos del autor.
Pautas de análisis
En términos de instrucciones, el método de análisis se organizaría en los siguientes pasos, una vez que se ha elegido el texto para analizar:
1 Localizar un detalle lingüístico recurrente: una palabra frecuente, un tipo de enunciado, expresiones que aludan a los mismos significados.
2 Agrupar esos detalles para intentar integrarlos en un principio creador que pudo haber estado presente en el alma del artista (“causa latente”, “principio creador”, “etymon espiritual” o motivación seudoobjetiva).
3 Comprobar con varias relecturas del texto si esa “causa latente” explica los recursos literarios y estilísticos de la obra, así como su estructura.
4 Comprobar en otras fuentes si este “principio creador” descubierto da razón del conjunto de la obra.
5 Localizar testimonios del autor que apunten al mismo principio creador: poéticas, entrevistas, prólogos, otras obras de mismo autor, etcétera (es probable, pero poco frecuente, que no existan tales testimonios).
6 Comprobar por otras fuentes (otras críticas, influencias en otros autores) si el principio creador propuesto está de acuerdo con lo que se sabe de su inspiración.
7 Redactar el comentario en el que el crítico presente los resultados de este análisis e incluya su valoración acerca del logro de la conjunción del artista y la manera en que logró concretarla en su expresión literaria.
Un comentario
Se ofrece, como ejemplo, el fragmento de un comentario sobre el cuento “La intrusa” de Jorge Luis Borges, basado en este método. Nótese cómo se señala el rasgo lingüístico predominante, la hipótesis sobre la intención del autor, la argumentación que trata de comprobar esta hipótesis en la intriga, en el manejo del tiempo y de los personajes, así como la crítica de apoyo de la tesis.
“La intrusa”: Perturbadora del orden-reestablecedora de la paz
En esta obra, Borges adopta un uso lingüístico que, a pesar del realismo que distingue este cuento de sus obras más relevantes de carácter fantástico, hace énfasis en la incertidumbre: “Dicen…”, “alguien la oyó de alguien…”, “variaciones y divergencias…”. Una posible razón de este uso es que el autor pretendió mostrar el mecanismo del mito: su actualidad y su presencia aun en situaciones recientes. ¿Cuál es el mito que Borges pretendió reconstruir? El orden universal centrado en las relaciones fraternales, puesto en peligro a causa de una emoción primigenia: la envidia, que propicia uno de los sacrificios más reconocidos dentro de la cultura, la destrucción del objeto disputado. Así, el personaje femenino, la Juliana, encara dos polos del conflicto planteado por el autor: por una parte, es la posesión que desencadena una lucha que se creería un delito; por la otra, es el objeto ideal a sacrificar puesto que mantiene su pureza ruin y palpable, casi necesaria en los primitivos cultos realizados con violencia. Recordemos que las historias de rivalidad