CASTRO, Rosalía: La hija del mar
Biblioteca Nacional de España
Edición original CDU: 821.134.2-31 '18'
© obra: Rosalía de Castro
© edición 2021 Ediciones Garoé
© imágenes cubierta: José Sellier Loup fotografía a Rosalía de Castro (1880)
Adaptación y actualización de la obra: María Ibaya Yuste González
Título de la colección: Ausencia, dolor y vanidad
Sinopsis y textos cubiertas: Eduardo Reguera
Prólogo: Josefa Molina
Dibujo patrón floral: Paula Marián Amado
Vectores ilustraciones: Luxuryos
Corrección Víctor J. Sanz
Maquetado Ebook: CaryCar Servicios Editoriales
1ª edición: mayo 2021
2ª reimpresión: octubre 2021
Impreso en España
ISBN Ebook: 978-84-124013-9-4
ISBN: 978-84-121248-8-0
Depósito legal: GC 175-2021
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Cuando los hijos mueren
[I]
¡Ay!, cuando los hijos mueren,
rosas tempranas de abril,
de la madre el tierno llanto
vela su eterno dormir.
Ni van solos a la tumba, ¡ay!,
que el eterno sufrir
de la madre, sigue al hijo
a las regiones sin fin.
Mas cuando muere una madre,
único amor que hay aquí;
¡ay!, cuando una madre muere,
debiera un hijo morir.
Rosalía de castro
Prólogo
Rosalía de Castro y el mar infinito
Adentrarse en la obra de una de las principales figuras de la poesía de la literatura española del siglo XIX, personalidad clave del rexurdimento gallego, Rosalía de Castro (Santiago de Compostela, 1837-Padrón, 1885), no deja de ser un gran atrevimiento y una osadía por mi parte, que afronto con el más profundo de los respetos y con la mayor de las ilusiones.
Cuando me dispuse a abordar la escritura de este prólogo sobre la autora gallega, lo primero que me vino al pensamiento fue el recuerdo de mi primer acercamiento a su obra en mi época como estudiante de secundaria. Por aquel entonces, la autora de La hija del mar, junto a la también gallega Emilia Pardo Bazán (1851-1921), cuyo centenario de fallecimiento se conmemora este año 20211, y a Fernán Caballero, seudónimo de Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea (1796-1877), eran las únicas escritoras reseñadas y estudiadas en mis clases de Literatura Española.
Lo dramático del tema es que hoy en día siguen siendo estas mismas autoras las incluidas en el temario de secundaria. Han pasado más de treinta años y parece que las escritoras aún no han ganado el derecho a ser estudiadas y reseñadas en los libros de textos. De hecho, según un estudio realizado por la Universidad de Valencia sobre la presencia de personajes femeninos en los libros de textos de 1.º a 4.º de Educación Secundaria (ESO) en nuestro país, se constataba que la presencia de las mujeres se reducía a tan solo el 7,5 %.2
¿Casualidad? En absoluto. Se debe, más bien, a una estrategia perfectamente orquestada con el fin de invisibilizar la presencia de la mujer en todos los ámbitos profesionales, culturales y académicos. En el caso de la literatura, esta estrategia ha partido de los que han ostentando el poder literario, es decir, escritores, catedráticos, editores, ensayistas…, que históricamente han diseñado todo un conjunto de artificios dirigidos a situar las obras de autoría femenina fuera de los cánones establecidos.
Según el crítico estadounidense, Harold Bloom: «El canon occidental existe precisamente para poner límites». Y se reafirma indicando que «Shakespeare es el canon. Él impone el modelo y los límites de la literatura»3. Es decir, todo lo que se escribiera fuera de las pautas establecidas por el citado canon no puede ser considerado literario ni mucho menos universal. O, lo que es lo mismo, todo lo que no fuera escrito por un autor varón, europeo, heterosexual y de clase media-alta, queda al margen de lo considerado como alta literatura. Se trata, pues, de una visión heteropatriarcal eurocentrista sesgada e interesada que sitúa en el margen no solo las obras escritas por la mujer, sino también las obras literarias no europeas o aquellas generadas por colectivos no heterosexuales. Afortunadamente, el discurso sobre un canon universal que define lo que es o no literario está más que entredicho gracias, sobre todo, a la crítica literaria feminista.
En mi opinión, el sesgo que establece un canon como el anterior solo provoca el empobrecimiento de la propia producción literaria que, además, no se corresponde con la libertad artística y creativa del ser humano. Creo que la capacidad de crear a través de la palabra y la escritura no debería verse afectada por el género, la raza o la condición social, sino por la propia capacidad humana para imaginar, fabular, narrar o poetizar y plasmarlo con la calidad suficiente para llegar al público y emocionarlo. Para mí, ese es el objetivo de escribir.
Por todo ello, resulta de vital importancia la reedición de textos de autoras como Rosalía de Castro, cuya publicación a través de una trilogía, rescata Ediciones Garoé bajo el lema «Ausencia, dolor y vanidad», y ello, por un doble motivo. Por un lado, porque no solo nos permitirá acercarnos a tres de las obras menos conocidas de la escritora gallega para la mayoría de las lectoras y los lectores, más acostumbrados a sus imprescindibles Cantares gallegos (1863) y, por otro, porque nos recuerda la importancia, siguiendo a la poeta e intelectual feminista estadounidense Adrienne Rich, de recuperar a nuestras madres literarias.
No podemos ni debemos olvidar de dónde procedemos ni quiénes fueron nuestros referentes literarios. El avance hacia el reconocimiento de las mujeres escritoras en igualdad de condiciones y oportunidades que los escritores varones exige afrontar la creación literaria de acuerdo con unos criterios literarios no sexistas que definan la calidad de los textos. En ese camino, las creaciones literarias de nuestras escritoras tienen, sin duda, mucho que aportar.
Centrándonos en la obra que nos ocupa, fue publicada en 1859, cuando su autora contaba con veintidós años. Se trata de una novela de corte romántico, de lectura fluida y rico léxico que enseguida nos da muestras de la descomunal capacidad descriptiva, rica en metáforas y figuras literarias, de la que hace gala la poeta