El año siguiente de su llegada a París, Verne conoció a los dos Dumas, padre e hijo. Se hizo muy amigo de éste último, que sólo tenía cuatro años más que él, y le dio a leer la comedia Les pailles rompues, que acababa de escribir. El amigo no solamente le dio sus consejos, sino que le ayudó a mejorarla. Más tarde, Jules Verne atribuirá a Dumas hijo las mejores escenas y situaciones de esta comedia. El amigo también consiguió que Dumas padre accediera a que la comedia fuera representada en su Théâtre Historique. En junio de 1850, Verne conoció la gloria de ver estrenar su comedia a medianoche, junto con otras piezas varias, en el homenaje a una actriz. La comedia fue representada unas doce veces más, como una especie de entremés antes de empezar las obras de autores más conocidos, y también fue representada una única vez en Nantes.
En 1850 Verne conoció a Jacques Arago,1 explorador, geógrafo, viajero y, sobre todo, aventurero; dio la vuelta al mundo entre 1817 y 1820 como dibujante en una expedición científica para hacer observaciones y recoger muestras de minerales, plantas y animales. Cuando se conocieron, Arago estaba publicando un resumen de sus viajes con el título Recuerdos de un ciego. Hacía unos diez años que se había quedado ciego, pero la ceguera no le impidió viajar a California con un grupo de aventureros atraídos por el oro descubierto. Verne descubrió con Jacques Arago un nuevo género: la narración geográfica, al que se dedicaban varias revistas del momento, como La Revue Illustrée, Le Magasin Pittoresque y Le Musée des Familles. Los primeros escritos de Verne fueron publicados justamente en Le Musée des Familles, y en esta revista continuó colaborando esporádicamente cuando ya era un escritor famoso. En 1851 publicó dos narraciones, Los primeros barcos de la marina mexicana y Un viaje en globo. Por eso, cuando su padre le pidió que regresara a Nantes para trabajar en su bufete, Verne le respondió sin ambages que no quería ser abogado, sino dedicarse a la literatura. Durante un tiempo dio clases particulares, trabajó en el despacho de un abogado amigo de la familia, mientras intentaba convencer a su padre que ser escritor no era una mala idea, y que a la larga podría vivir de sus escritos.
Gracias a su amigo Dumas, fue contratado como secretario del Théâtre Lyrique, con un bajo salario y la promesa de estrenarle una comedia. En 1852 publicó en Le Musée des Familles dos narraciones más: Martín Paz y Castillos en California. Recordemos que ese mismo año, apareció La dama de las camelias, la obra más conocida de Dumas hijo. Verne también se dedicó a la comedia lírica y a la opereta, en un momento en que Offenbach era el autor de más éxito. Con música de su amigo Aristide Hignard, en 1853 estrenó la comedia lírica Le Collin-Maillard y en 1855 la opereta Les compagnons de Marjolaine, que llegó a tener veinticuatro representaciones. Verne publicaba narraciones, como Maestro Zacarías, Una invernada en los hielos, y escribía comedias y cuentos que fueron editados póstumamente. Da la impresión de que estaba buscando su lugar en la literatura con esta dispersión frenética de actividades, entre operetas, comedias, cuentos y artículos. En realidad, Verne pensaba que su futuro se encontraba en el teatro. Veremos en seguida que su carrera de novelista empezó en 1862, cuando conoció al editor Hetzel. Hasta ese encuentro, ya había escrito unas treinta piezas teatrales, la mayoría de las cuales están aún inéditas.
En 1856, asistió a la boda de un amigo en Amiens. Allí conoció a Honorine Morel, una viuda de 26 años con dos hijas de corta edad, y parece que aquello fue un coup de foudre, un «amor a primera vista». Verne decidió cambiar de modo de vida y asegurarse unos ingresos fijos y suficientes para poder casarse con Honorine. El cambio fue radical: aconsejado por su futuro cuñado se dedicó a agente de bolsa, después de convencer a su padre de que le prestara el dinero necesario, cincuenta mil francos, para participar en una sociedad de agentes de la bolsa de París. Jules y Honorine se casaron en 1857, y tuvieron un único hijo, Michel, nacido en 1861. Verne trabajaba en la bolsa, pero no por ello dejaba de escribir. Continuaba con su ritmo, escribía canciones, a las que Hignard ponía música, estrenaba las operetas Monsieur de Chimpanzé, con música de Hignard, L’auberge des Ardennes, con música de Carré, y estrenó también la comedia Onze jours de siège.
Y entre bolsa, teatro, cuentos y canciones estuvo Verne estos años, produciendo obras que seguían la moda de los bulevares del segundo imperio, es decir, obras convencionales, tanto por su argumento como por su humor. Pero, a partir de 1860, dejó de frecuentar salones y tertulias, acudiendo poco a la bolsa, y se aisló en casa para escribir su primera novela, sobre un tema diferente de los que había hecho hasta ese momento. En 1862, animado por su amigo Dumas, llevó el manuscrito al editor Pierre Hetzel. Éste lo aceptó inmediatamente, haciendo algunas sugerencias que Verne aceptó en seguida, y lo publicó con el título de Cinco semanas en globo. Le pagó 500 francos por la edición de dos mil ejemplares. Jean-Paul Dekiss traduce estos 500 francos en 1.540 euros del 2000, lo que no parece demasiado. Para tener una mejor idea del valor de estos francos, tal vez nos ayude saber que en 1862 un maestro de escuela con cinco años de antigüedad ganaba 700 francos anuales.2
El éxito de Cinco semanas en globo superó las expectativas de Hetzel, quien propuso a Verne un contrato, según el cual éste se comprometía a escribir tres volúmenes anuales del mismo estilo, es decir, del género que sus contemporáneos clasificaron como «novela científica y geográfica». Los primeros libros fueron: Viajes y aventuras del capitán Hatteras (1863), Viaje al centro de la Tierra (1864), De la Tierra a la Luna (1864), Los hijos del capitán Grant (1865), Veinte mil leguas de viaje submarino (1866-1869) y Alrededor de la Luna (1868). Hetzel también hizo participar a Verne en la revista Le magasin d’Éducation et de Récréation, que estaba a punto de lanzar al mercado, y más tarde le encargó la redacción de una Geografía de Francia y de sus colonias. Con esta nueva situación, decidió dejar la bolsa y vivir de su escritura.
Durante su época en París hizo tres largos viajes. Los dos primeros fueron un regalo del hermano de su amigo Hignard, que trabajaba en una compañía de navegación. En 1859, Verne e Hignard viajaron a Inglaterra y Escocia, donde descubrieron las condiciones de vida miserables en las ciudades industriales inglesas, así como los románticos paisajes escoceses. En cierta manera, Verne redescubrió lo que ya sabía a través de Dickens y de Scott. En 1861, los dos amigos se embarcaron hacia el mar del Norte, debiendo interrumpir la estancia en Noruega a causa del inminente nacimiento del hijo de Verne. El tercero de los largos viajes lo hizo con su hermano Paul. En 1867 cruzaron el Atlántico en el paquebote más grande de la época, efectuaron una corta estancia en los Estados Unidos y visitaron las cataratas del Niágara. Durante estos viajes, tomó notas detalladas que le permitieron escribir algunos libros años después.
En los años 1860 inició una buena amistad con Félix Tournachon, más conocido como Nadar. Era un fotógrafo famoso y un apasionado de la aerostática, así que no es de extrañar que fuera el pionero de la fotografía aérea. Nadar era un intrépido personaje que tenía como divisa: «Todo lo que es posible será». Probablemente, Verne y Nadar se conocieron cuando el primero ya había escrito las Cinco semanas en globo, pero en cualquier caso, Nadar siempre negó haber influido en Verne, ni en ésta ni en ninguna otra de sus novelas. Curiosamente, a pesar del mutuo interés por los globos, ambos pensaban que el futuro de la navegación aérea no estaba en los globos, que no se pueden controlar, sino en los aparatos más pesados que el aire, y en 1863 fundaron una sociedad, con el poco poético pero descriptivo nombre de Sociedad para Impulsar la Locomoción Aérea por medio de Aparatos más Pesados que el Aire. En 1865 Verne ingresó en la Sociedad de Geografía de París, de la que Nadar ya era socio.
Aparte de una gran amistad, Nadar le proporcionó la posibilidad de conocer a sus amigos científicos, ingenieros y geógrafos. En conjunto, Verne frecuentaba ambientes muy diversos durante sus años en París. Músicos como Delibes, financieros como Wallut, director