Celibato casi desconocido, casamiento precoz, frecuencia de las segundas nupcias son rasgos que no han escapado a los detractores de la comunidad morisca. A partir de estos comportamientos comprobados, estigmatizan la elevada fecundidad de los criptomusulmanes. Se tendría la tentación de darle la razón en este punto, pero el estado de los registros parroquiales no nos permite hacer puntualmente las verificaciones oportunas. No obstante, podemos reflexionar a partir de los datos que suministra el expediente de los interrogatorios de Carlet, Benimodo y Benimuslem. He contabilizado en Carlet 290 niños vivos para 121 mujeres casadas, o sea, una media de 2,39; en Benimodo, 142 niños vivos para 65 mujeres casadas –una media de 2,18–; y en Benimuslem, 27 niños para 13 mujeres –una media de 2,08. Es preciso confesar que si bien estas cifras traducen la existencia de una fecundidad elevada, no hay, sin embargo, en ellas nada de excepcional. Sobre esas bases la población morisca crece con una rapidez poco diferente de la del conjunto de la sociedad, en este siglo XVI de progresión demográfica general.
¿Cómo explicar la diferencia? Sin duda alguna, se puede afirmar que la mortalidad, la mortalidad infantil esencialmente, viene a corregir los efectos de la fecundidad. En Benimodo, Homaymad Pili, 26 años, viudo, indica que no tiene ya ningún hijo vivo. Fátima Sale, 28 años, declara no tener hijos vivos de sus dos maridos sucesivos. Xameica Xat es madre de cuatro hijos, «que le quedan». En Carlet, Fátima Aniff, 55 años, Xuxa Ayet, 60 años, Geyma Dormes, 45 años, Axa Gomiri, 40 años, Fátima Alani, 36 años, emplean esta misma fórmula «los hijos que les quedan». En cuanto a Meriem Albayez, 20 años, y Axa Comixi, 27 años, una y otra hablan de un hijo que han perdido. No podemos evaluar nada porque los inquisidores se desinteresan de este aspecto, pero las numerosas confidencias espontáneas de las interesadas no pueden ser ignoradas.
Otro freno a la expansión demográfica, la movilidad. No sabemos gran cosa de las ausencias más o menos prolongadas de habitantes de las villas estudiadas. Mas, de aquí y de allá, rebuscamos algunas informaciones sobre el exilio deliberado y sin duda definitivo hacia el Norte de África: Zaad Firen y Edarn Mandet, de Benimodo, el marido y el yerno de Zoayara Comanda, Zaad Querfe, los tres de Carlet, se encuentran todos instalados en Argel. Aunque sean muy impresionistas y muy parcelarias, estas indicaciones testimonian un movimiento que afecta únicamente a los hombres y que, por tanto, separa a lo largo del tiempo a los miembros de una unión. ¿Se podrá un día descubrir las fuentes que nos permitan medir este fenómeno?
En todo caso los polemistas no quieren tomar en cuenta estos datos a fin de no disminuir el alcance de su demostración. De la emigración no retienen más que la dimensión religiosa, la enunciación de un ataque profundo al islam. En este nivel también, los moriscos son a sus ojos altamente culpables. Los lazos que la menor localidad de los reinos de Valencia y de Granada tejen con los berberiscos revelan la realidad e importancia del peligro. De hecho el atractivo de las tierras musulmanas no hacía más que confirmar la intencionalidad y la nocividad del conjunto de los comportamientos demográficos de los minoritarios. Estos moriscos de modo continuo casados y vueltos a casar manifestaban permanentemente su profundo desprecio por el estado de celibato. Incapaces de dominar sus impulsos, se burlaban de los valores a los que unos eclesiásticos como Fonseca y Aznar Cardona estaban particularmente ligados.
Asustados, estos últimos no quisieron en absoluto comprender la significación profunda de las prácticas matrimoniales moriscas. Además de la adhesión a costumbres ancestrales, es preciso ver en ello un reflejo de supervivencia. He intentado subrayar que la generalización del matrimonio, la frecuencia de las segundas nupcias, la edad precoz del primer casamiento eran comunes a las tres villas de Benimodo, Benimuslem y Carlet. Pero, a la vez, también he contrapuesto la exogamia de Benimuslem a la endogamia de las otras comunidades. Recordemos que hemos detectado el único caso de matrimonio mixto, precisamente en Benimuslem y en esta villa hemos observado algún ejemplo de emigración al Norte de África y alguna presencia de moriscos granadinos. Ahora bien, casi la mitad de los habitantes de Benimuslem, al presentarse ante el inquisidor, invocan una ortodoxia cristiana absoluta. Y el inquisidor parece convencido.
Es verdad que diversos indicios, como el retroceso muy claro de la circuncisión –contrariamente a Benimodo y Carlet– incita a creer a los declarantes. Me parece que aporto otros que también han de tenerse en cuenta. La exogamia matrimonial es innegablemente un factor que ha minado la cohesión de Benimuslem. En Benimodo y en Carlet desconfían instintivamente de toda persona llegada de otra parte, no sin razón. Casarse entre sí es el mejor medio de preservarse. La preservación de la identidad tiene este precio.
NOTA: Publicado en E. Sarasa y E. Serrano (eds.), La Corona de Aragón y el Mediterráneo, s XV-XVI. Zaragoza, 1997, pp. 145-153.
[1] Pedro Aznar Cardona, Expulsión justificada de los moriscos españoles, Zaragoza, 1612; Damián Fonseca, Justa expulsión de los moriscos de España con la instrucción apostasía y traición dellos y respuesta a las dudas que se ofrecieron acerca desta materia, Roma, 1612; Marcos de Guadalajara y Javier, Memorable expulsión y justísimo destierro de los Moriscos de España, Pamplona, 1613.
[2] Serafín de Tapia Sánchez, La comunidad morisca de Ávila, Salamanca, 1991, pp. 68 y ss.
[3] Eugenio Ciscar Pallarés, Moriscos, nobles y repobladores, Valencia, 1993, pp. 111-112.
[4] La documentación se encuentra repartida entre el Archivo Histórico Nacional de Madrid, sección Inquisición, legajos 544 y 803/20 y algunos archivos privados.
[5] 5 Las edades indicadas hay que tomarlos con cierta precaución, pero tenemos muchos ejemplos de la voluntad del inquisidor de llegar a la realidad más certera. Doy por tanto los años sin la menor corrección.
[6] R. Carrasco y B. Vincent, «Amours et mariage chez les morisques au xvie siècle», en Amours légitimes, amours illégitimes en Espagne (xvie-xviie siècles), ed. A. Redondo, París, 1985, p. 147; traducción española en B. Vincent, Minorías y marginados en la España del XVI, Granada, 1987, pp. 50-51.
[7] Bartolomé Bennassar, Valladolid au siècle d’or, París, 1967, p. 191.
[8] Annie Molinié-Bertrand, Au Siècle d’Or, l’Espagne et ses hommes, la population du Royaume de Castille au XVIe siècle, París, 1985, p. 341.
Benimuslem, pueblo de la Ribera valenciana
A unos cuarenta kilómetros al sur de Valencia, la villa de Benimuslem es una de las numerosas localidades de lo que se llama la Ribera Alta. La palabra «ribera» indica la muy próxima presencia del Júcar, el principal río del País Valenciano y el eje de una región agrícola singularmente próspera. La travesía de Benimuslem, que se extiende a lo largo de una interminable calle rectilínea, da la sensación de un lugar sin ningún rasgo sobresaliente y sin historia. Y sus habitantes no dudan probablemente que cuatro siglos antes sus predecesores