La década estará de nuevo marcada en cierto modo por el quinto centenario del descubrimiento de América y por las tensiones raciales como las Los Angeles Riots en 1992. Estos disturbios raciales comenzaron cuando los cuatro policías anglosajones acusados de propinar una brutal paliza al afroamericano Rodney King fueron absueltos del delito. Los disturbios que se produjeron en las calles de Los Ángeles se saldaron con más de 50 fallecidos y más de 2000 heridos (CNN). Otro de los acontecimientos que marcará este decenio será el fallecimiento del líder sindical César Chávez en 1993 o la aprobación de la Proposición 187 en el año 1994. Aunque dicha proposición fue revocada con posterioridad por una Corte Federal, según la misma “no person –citizen, legal inmigrant or ilegal inmigrant‘shall receive any public social services to which he or she may otherwise be entitled until the legal status of that person has been verified’” (cit. en Martin 255). Es justo en esta época en la que se publican las obras que se analizan en el presente estudio.
Si bien sus antecedentes y tradiciones pueden remontarse hasta épocas anteriores a la conquista española, la literatura chicana contemporánea puede definirse como un fenómeno relativamente reciente. A pesar de que críticos como Luis Leal, Manuel Martín-Rodríguez o Charles M. Tatum no coinciden en la datación de las diversas etapas de la literatura chicana, de las distintas clasificaciones que efectúan se deduce la gran importancia que el Movimiento Chicano tuvo en el plano literario, por lo que parece más adecuada la división que considera Literatura Chicana Contemporánea la producida desde los orígenes del Movimiento en los años sesenta hasta la actualidad.
La literatura chicana contemporánea nace como elemento ligado al Movimiento Chicano, puesto que escribir es una actividad de reivindicación de su identidad cultural ante la dominación de la sociedad anglosajona. Es por ello por lo que la literatura gira alrededor de los problemas que afectan a la vida diaria de los chicanos, de sus costumbres y de la ambigüedad de su identidad. Otro tema recurrente es la reinterpretación de la historia, la recuperación de las tradiciones y su herencia cultural, y la reivindicación del derecho a la tierra de sus ascendientes. Como afirma Saldivar, “history cannot be conceived as the mere ‘background’ or ‘context’ of [Chicana/o] literature; rather history turns out to be the decisive determinant of the form and content of the literature” (cit. en Flys-Junquera, “Murder with an Ecological Message” 347). La herencia ancestral, la historia del pueblo chicano o su día a día se convierten en motivo central de su literatura. Una parte esencial del activismo chicano comenzó a reflejar el racismo y la opresión que padecían por medio de la literatura, en la que se describían las características más significativas de su identidad, y se reflejaba su experiencia como ciudadanos dentro de un grupo minoritario. Mediante la producción literaria el pueblo chicano denuncia la discriminación de la que son víctimas y su lucha en contra de esta discriminación. Como afirma Blackwell, “stories have power: the power to inspire, the power to heal, the power to transform, the power to incite new possibilities, … to create new worlds” (vii).
Durante los primeros años de la Literatura Chicana Contemporánea los autores fueron principalmente hombres. Rueda Esquibel sostiene que “early on, feminist, gay, and lesbian voices were often silenced through sexist and homophobic discourse. In the four decades since el movimiento, both straight and queer Chicanas ‘reinvented’ nationalist mythologies to better portray the participation of women and of gays and lesbians, in spite of obstacles” (148). Las chicanas, conscientes de que sus vivencias dentro del Movimiento Chicano habían sido silenciadas, reclamaron su participación e inclusión en la esfera pública y comenzaron a defender sus derechos individuales como mujeres.
En los años setenta, cuando surgió con fuerza el feminismo, las mujeres chicanas se percataron de que su situación social era diferente a la de mujeres de otras razas. Los intereses concretos de los feminismos angloamericano y europeo tendían a opacar y ocultar la existencia del feminismo chicano, por lo que, para diferenciarse del movimiento feminista blanco, las mujeres de color optaron por su propio Womanism, y las chicanas por su parte se diferenciaban de todas las anteriores mediante su Chicana Feminism o Xicanisma, en el que, como ya se ha mencionado previamente, reconocen características diferenciadoras con respecto a otros feminismos. Su literatura se hacía eco de los problemas sociales de los chicanos, pero al mismo tiempo también de los específicos de las chicanas, ya que apreciaron que al igual que sus compañeros eran discriminadas por su raza y su clase social, pero en su caso sufrían una triple discriminación por su condición de mujeres. Como afirma Saldívar-Hull:
While Chicano historians, political scientists, and literary critics working in the 1960s and 1970s accomplished much in their projects to record the suppressed Chicano experience, … they made only passing reference to the roles of women in that history … . If feminist scholars, activists, and writers –who have lived under the o in Chicano– had to rely on the historical record written by men and male-identified women, Chicanas’ roles in history would remain obscured. (27)
Sus temas principales son el entorno familiar, la identidad, la sexualidad, la opresión racial, social y de género, y sus formas literarias son a menudo híbridas. Igual que sus compañeros, las chicanas crearán obras con gran contenido reivindicativo, reflejando tanto los problemas cotidianos como la problemática específica de las chicanas. Ellas también se ven en la necesidad de romper con los estereotipos y los roles en los que se les había encasillado, por lo que el tema fundamental de la literatura chicana será la búsqueda de su identidad, búsqueda en la cual las chicanas rompen tanto las normas establecidas como los prejuicios existentes: “Chicanas in the 1980s wrote Bildungs texts, explored the social and the political, looked for role models in their literary heritage, fought back at what they saw as an oppresive dominant society, and came together as a sonsciously awakened group of women” (Rebolledo y Rivero 24). La originalidad y la ruptura con lo hasta entonces cotidiano convierten a las autoras chicanas de los noventa en abanderadas de la Literatura Chicana, una literatura en la que, como se ha mencionado, la preocupación por la lucha en pro de la justicia medioambiental ha sido un tema fundamental. Herrera-Sobek afirma al respecto que: “For Chicana poets and prose writers alike environmental contamination becomes linked to the oppression of the Chicano people. Thus the search for social justice and concern for the environment become one and the same” (“The Nature of Chicana Literature” 94).
En este contexto surge la literatura chicana ecofeminista, que es una literatura que refleja la lucha del pueblo chicano en favor de la justicia social y medioambiental, al tiempo que lucha por los derechos de la mujer y la igualdad, en el sentido más amplio de la palabra. Kirk enumera una larga lista de organizaciones chicanas que luchan por la justicia social y medioambiental y sostiene que “the Chicano environmental movement involves the struggle for economic and environmental justice, a demand for healthful living and working conditions, increased democracy in local communities and workplaces” (182). En esa lucha por la justicia ambiental han estado involucrados codo a codo tanto los chicanos como las chicanas.
Tras el surgimiento de los estudios de género en los setenta y el auge de los estudios ecofeministas (la crítica literaria ecofeminista) y ecocríticos en los años noventa se han realizado relecturas ecofeministas de obras literarias chicanas teniendo en cuenta que, como afirma Herrera-Sobek, “the Chicanas’ critical discourse on ecological issues emanate from gender, ethnic, and social perspectives” (“The Nature of Chicana Literature“ 89). En su opinión además, “Chicana writers have been at the forefront of feminist ecological concerns since the early 1970s” “[and they] have been eco-feminists long before the term became popular in the 1980s” (“The Nature of Chicana Literature“ 90; 99). Pero tanto Herrera-Sobek como Marcone e Ybarra como Flys-Junquera coinciden en que los aspectos ecofeministas y de justicia medioambiental presentes en la literatura chicana no han sido suficientemente