Siguiendo con la literatura de viajes no ficcional, en el caso de los alemanes que visitaron las Islas Canarias en el siglo XIX, Helia Hernández, Encarnación Tabares y José Juan Batista destacan cómo todos, sin excepción, se refirieron con mayor o menor extensión a las guerras de conquista que asolaron las Islas a lo largo de todo el siglo XV, su heroísmo ante la superioridad militar, la codicia y la perfidia de los invasores.
En el siglo XX, la literatura testimonial conecta la guerra con los viajes en la documentación de un conflicto bélico que reunió en España a un gran número de combatientes y observadores internacionales, entre ellos no pocos alemanes, austríacos y suizos: la Guerra Civil española (1936-1939). Tras unas consideraciones generales sobre la escritura literaria de temática bélica, Marisa Siguan se dedica a estudiar crónicas de guerra de esta época, es decir, textos periodísticos escritos casi simultáneamente a lo que narran, y textos literarios autobiográficos o textos ficcionales que cuentan la guerra desde el recuerdo más o menos próximo. Ana Pérez presenta y analiza la función de los viajes realizados con motivo de la Guerra Civil por escritores y periodistas alemanes y austríacos, y lo que significan para España y para la Alemania del exilio. Todavía en la segunda mitad del siglo XX se publican algunos relatos de viaje de autores de habla alemana que reflexionan sobre dicha guerra. Bernd Marizzi los analiza exponiendo en qué medida se ven influidos por la visión «romántica» de una España «heroica» que había perdido la guerra y que desde el punto de vista de la izquierda se consideró «diferente» al resto de Europa; también se pregunta de qué modo estos autores reaccionan ante la situación política del momento de su visita.
Retomando el hilo de la literatura de ficción de temática bélico-viajera, Reinhold Münster realiza un peculiar análisis de la novela de Ernst Jünger Sobre los acantilados de mármol y de la guerra imaginaria que ahí se narra, mostrando cómo, pese a su aparente estatismo, alberga una estructura de movimiento cíclico en un espacio sin tiempo. Hans-Peter Ecker se ocupa de la novela El coleccionista de mundos del escritor germano-búlgaro Ilja Trojanow, aparecida en el año 2006, que pretende reconstruir la vida del oficial del ejército británico Richard F. Burton en sus aventuras de viajes por Asia y África, y que juega con la ficción y la realidad, presentando la figura de un viajero en el sentido enfático del término.
El volumen se cierra con un artículo de Paloma Ortiz-de-Urbina que pone el contrapunto de la visión española, analizando la transformación experimentada por la imagen de Alemania en España a raíz de la Primera Guerra Mundial, y demostrando cómo todo contexto bélico se presta especialmente a la creación de burdos estereotipos e imágenes deformadas.
No podemos cerrar esta introducción sin reiterar nuestro agradecimiento al MuVIM, por su inestimable ayuda, y al Ministerio de Educación y Ciencia por su apoyo a nuestro grupo y proyecto de investigación HUM2007-163167.
BERTA RAPOSO
ECKHARD WEBER
«IK GIHORTA DAT SEGGEN». MIGRACIONES GERMÁNICAS Y CULTURA DEL RECUERDO: EL EJEMPLO DEL CANTAR DE HILDEBRAND
Eckhard Weber
Universitat de València
Un tema relativamente reciente en los estudios etnológicos es la cultura del recuerdo.1 En el ámbito de habla alemana, estas investigaciones se centran sobre todo en la manera en que se recuerda la catástrofe civilizadora, política y ética del siglo XX durante la época de la dictadura nacionalsocialista, y tematizan el trato que se da en la sociedad alemana a la culpabilidad histórica. También la literatura como vehículo de la memoria colectiva se ha utilizado para intentar resolver estas cuestiones.
La literatura es un «modo de generación de memoria» entre otros. Comparte muchos procedimientos con la narración cotidiana, con la historiografía o con el monumento. Pero al mismo tiempo genera, debido a sus rasgos simbólico-específicos, ofertas de sentido que se diferencian claramente de los de otros medios de la memoria. Así, la literatura puede alimentar la cultura del recuerdo con elementos nuevos y diferentes (Erl, 2005: 148).
Si esto es válido para la literatura en general, entonces se plantea la pregunta de qué ocurre en el caso especial de la puesta por escrito de una leyenda de tradición oral como Hildebrandslied o Cantar de Hildebrand. Aquí voy a intentar utilizar la teoría de la cultura del recuerdo y de la memoria colectiva para una interpretación de este Cantar desde el punto de vista de la historia de la cultura.
El Cantar de Hildebrand2 es el único testimonio de la poesía heroica germánica que se conserva en la literatura alemana. La versión conservada es fragmentaria y consta de 68 versos aliterados, en parte incompletos. El final del cantar no se conserva. Fue escrito por dos amanuenses en las dos páginas exteriores que habían quedado libres en un manuscrito de pergamino, probablemente confeccionado en el Monasterio de Fulda, que contenía textos latinos de Teología. Hoy en día se acepta generalmente en la crítica germanística que esto ocurrió entre los años 830 y 840.3 Pero los acontecimientos allí narrados se remontan a una época muy anterior: la de la llamada migración germánica entre los siglos IV y VI. Un indicio de ello es la mención de los hunos, cuya irrupción en el reino de los ostrogodos, en la actual Ucrania, fue uno de los factores que desencadenaron las migraciones germánicas en el año 375 d. C. Pero, sobre todo, son los nombres de dos personalidades históricas que se mencionan en el cantar los que aluden a dicha migración. Por un lado se trata de Otachre, que puede identificarse con Odoacro, el caudillo de tropas mercenarias germánicas que en el año 476 depuso al último emperador de Occidente, Rómulo Augústulo, y se hizo dueño de una amplia zona de Italia. Por otro, está Theotrihhe/Detrihhe/ Deotrihhe, es decir, el que pasó a la historia como Teodorico el Grande, dueño del reino ostrogodo en Italia entre los siglos V y VI. Así pues, el marco histórico del Cantar de Hildebrand está formado en general por la época de la migración germánica, y en particular por la historia del reino de los ostrogodos en tiempos del reinado de Teodorico el Grande.4
Por tanto, las bases históricas vienen dadas por una época de profundas transformaciones que, en último término, arrinconaron el mundo antiguo y contribuyeron decisivamente a la formación del occidente europeo con la fusión de los elementos de la cultura antigua, del cristianismo y de las influencias germánicas. Además, la historiografía moderna resalta la importancia de esta época para la etnogénesis de las gentes germánicas. Últimamente se ha abandonado la idea de grupos étnicamente homogéneos que dejaron su patria primitiva y al final de su migración encontraron una nueva patria. La formación de unidades tribales, como por ejemplo los alamanos, bayuvaros, turingios o francos, es contemplada actualmente como un proceso histórico de fusión de distintas etnias, al final del cual nos encontramos con nuevas etnias que a su vez pusieron las bases para los estados de la Edad Media temprana.5
La denominación «migración étnica», sin embargo, es poco apropiada para esta época, pues con ella no se expresa el carácter guerrero y destructivo que tenían esas migraciones. Más bien eran empresas guerreras y de conquista, en las cuales miles de germanos atravesaron toda Europa. El proceso de transformación cultural de esta época fue acompañado también de caos, inseguridad y disturbios.6 Luego nos preguntaremos si esta experiencia de una época tan guerrera se expresa en