En resumen, se trata de cuatro aspectos con clara incidencia en la investigación sobre el estrés en el trabajo: un enfoque positivo sobre la salud y el bienestar laboral, un replanteamiento de los modelos teóricos que mejoren la comprensión de los nuevos fenómenos, una consideración anticipatoria y preventiva del estrés y un enfoque colectivo del mismo. Estas nuevas demandas, han contribuido a una revisión crítica de los modelos teóricos y los supuestos que han inspirado el paradigma heredado desde hace más de medio siglo. Veamos a continuación cuales han sido esos supuestos y las críticas que han recibido recientemente.
2. Improving quality and productivity at work: Community strategy 2007-2012 on health and safety at work», <http://ec.europa.eu/employment_social/news/2007/feb/commstrat_en.pdf>. Esta prioridad ya fue establecida en la anterior agenda social europea para el periodo 2002-2006 (Adapting to change in work and society: A new Community strategy on health and safety at work 2002-2006).
3. <http://ec.europa.eu/employment_social/news/2004/oct/stress_agreement_en.pdf>.
3. Investigación sobre estrés:
el paradigma heredado y sus críticas
Durante más de medio siglo, la investigación sobre estrés laboral, en su corriente dominante, se ha basado en supuestos cuyas limitaciones han sido señaladas recientemente. En primer lugar, esa investigación ha prestando atención casi exclusiva a los aspectos negativos del estrés, es decir al distress y su incidencia en el deterioro de salud y bienestar. En segundo lugar, ese fenómeno se ha «naturalizado» se ha considerado como desajuste negativo entre la persona y el trabajo. En tercer lugar, apenas se han analizado las emociones, y las respuestas afectivas han sido analizadas sobre todo en su dimensión negativa» (Lazarus, 1993). En cuarto lugar, se han estudiado las respuestas de afrontamiento reactivo y su eficacia para controlar o paliar los efectos negativos del estrés. Por último, el estrés ha sido estudiado como un fenómeno individual con poca atención a su carácter colectivo. Se ha puesto el énfasis en las diferencias individuales en estrés y en la resistencia y vulnerabilidad ante el mismo. Esto no significa que se hayan olvidado completamente los aspectos sociales pero han sido considerados, sobre todo, como fuentes de estrés o como amortiguadores de la relación entre esas fuentes y sus consecuencias.
Desde los años noventa, han venido planteándose críticas a estos supuestos. En su mayoría proceden de tradiciones de investigación alternativas a la corriente principal. Así, la teoría cultural del estrés resalta su carácter de símbolo compartido dentro de la cultura de la organización, indicando la naturaleza colectiva de las percepciones de estrés (Abbot, 1990). Por su parte, el análisis de los fenómenos institucionales, culturales y políticos de las organizaciones ha señalando las diferencias entre grupos en función de su posición estructural y de su estatus de poder, subrayando las limitaciones de un enfoque individualista que resalta el carácter del sujeto como agente responsable del manejo de su estrés (Meyerson, 1994). Desde una perspectiva crítica, Newton (1995) ha insistido en diversas limitaciones de la investigación convencional. Señala este autor que el énfasis en la responsabilidad del sujeto como agente que ha de manejar su estrés implica una consideración individualista, descontextualizada, «a-histórica», y «apolítica» del fenómeno. Por su parte, Fineman (1996), desde una perspectiva socioconstruccionista y psicodinámica, ha resaltado la importancia de las emociones en las organizaciones y ha señalado serias limitaciones de la investigación clásica por la adopción de un enfoque naturalista que desatiende el estudio de las fuerzas sociales que contribuyen a la construcción dominante de los fenómenos de estrés. Por último, desde una perspectiva psicoanalítica, James (1999) ha destacado el olvido de los fenómenos inconscientes en el estudio de esta temática.
Dentro de la propia corriente dominante, también se han levantado voces proponiendo un replanteamiento de la investigación. Los desarrollos metodológicos para el análisis multinivel y trans-nivel han abierto nuevas posibilidades en el estudio del estrés laboral, permitiendo el análisis del estrés colectivo y la relación entre fenómenos de diferentes niveles al estudiar el estrés y sus consecuencias. Por otra parte se ha insistido en la importancia de analizar las influencias contextuales del estrés, y su emergencia como fenómeno colectivo (Bliese y Jex, 1999; Peiró, 2008).
Así pues, la tradición investigadora sobre el estrés laboral presenta una serie de limitaciones que requieren revisión, habida cuenta de los cambios producidos en el trabajo, la empresa y la sociedad. La investigación no puede limitarse al análisis de las experiencias individuales de estrés ni suponer que el individuo es el único responsable de su manejo. En muchos casos, el control de las fuentes de estrés laboral queda fuera del alcance del individuo y está inmerso en estructuras y procesos gestionados por la organización. Tampoco cabe limitar el análisis al estudio de las diferencias individuales deben considerarse los aspectos psicosociales, culturales y estructurales. Finalmente, se ha de cuestionar el proceso de naturalización del estrés y abordar su estudio como fenómeno socialmente construido, en el que influyen las estructuras de poder. Estas críticas han abierto nuevos temas y oportunidades en la investigación.
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