Estado de Alerta. Sergio Muñoz Riveros. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Sergio Muñoz Riveros
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789569981210
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      De la presente edición

      El Libero

      1ª edición en español en El Líbero, 2021

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      “La praxis política (y lo mismo cualquier comportamiento)

      no es nunca únicamente la parte aplicada de un conocimiento; es también, de modo irreductible, creatividad, intuición, olfato,

      en una palabra, ‘arte’. Pero si la acción política es también arte, no es solamente arte. Exactamente como los comportamientos

      económicos, los comportamientos políticos están constituidos por opciones, que se hacen con relación a ciertos fines, en función de los medios disponibles, que presuponen técnicas adecuadas.

      ¡Vaya, qué arte!

      Cabe agregar que en nombre del arte se redime con demasiada frecuencia la ignorancia y se alienta la incompetencia.

      Los grandes ‘artistas’ de la política contemporánea son cada vez más personajes que ignoran olímpicamente la relación entre los fines propuestos y los medios disponibles.

      Por cierto, cuanto mayor es la ignorancia, tanto más fácil resulta querer (y prometer) todo y rápido. Será éste así, el arte del éxito,

      pero no el arte político que necesitamos”.1

      Giovanni Sartori

      Índice

       Prólogo

       Estado de alerta

       I. Ardua Libertad

       Hijastros de Lenin

       Utopismo y tragedia

       Los fines y los medios

       La diosa Revolución

       Camaradas

       Visión del enemigo

       El cristal con que miramos

       II. El Horizonte

       Treinta años

       En tiempos de prueba

       Cambiar, conservar

       Epílogo

       Entre el miedo y la esperanza

      Prólogo

      Estado de alerta

      “Solo se aprende, aprende, aprende,

      de los propios, propios errores”.2

      Gonzalo Rojas

      La primera parte de este ensayo se publicó en 1995, bajo el sello Ediciones Universidad de la Frontera, de Temuco. Se publica ahora con los cambios aconsejados por el paso del tiempo, y conserva la escritura predominante en primera persona, lo que era necesario para registrar la experiencia de haber pertenecido a las filas comunistas por más de 20 años, y para dar cuenta de lo que vino luego, cuando opté por seguir otro camino. La segunda parte está escrita desde la posición de observador del proceso de reconstrucción democrática y la ruta de progreso que ha recorrido nuestro país. Admito, en todo caso, que la palabra ‘observador’ tiene aquí un valor relativo, puesto que no he cesado de opinar en todos estos años, corriendo incluso el riesgo de parecer predicador.

      No voy ligero de equipaje. Llevo, indelebles, las marcas de 1973. Allí se concentran, arremolinados, los rumores de conciencia y los dilemas que sigo tratando de resolver, ahora sin tener una morada segura en la que pudieran encontrarse todas las respuestas. He tratado de no echarle la culpa al empedrado para excusar mis yerros. Si se trata de comprender, creo que es obligatorio el autoexamen, y eso significa que no sirven de nada los subterfugios.

      Se suele decir que el pasado es pasado, y punto. Pero sucede que el pasado lo llevamos a cuestas, y sus condicionamientos influyen en la forma en que sentimos y pensamos hoy. Allí, por supuesto, se mezclan las razones y las sinrazones. ¿Podríamos los chilenos hacer planes realistas para el futuro sin tener en cuenta lo que nos pasó en el siglo pasado, sobre todo entre 1970 y 1990? De ningún modo. Los traumas nos condicionan de una u otra manera, y será mejor si tenemos conciencia de los errores cometidos como comunidad.

      A los jóvenes, la dictadura les parece prehistoria. Es comprensible. Nacieron y crecieron en condiciones de libertad, por lo que sienten que esa es la forma natural de vivir. Pero necesitan saber que todo eso costó conseguirlo. Hay un déficit de conocimiento de la historia y de asimilación de los valores de la democracia que es necesario corregir. Los jóvenes suelen ser generosos y entusiasmarse con causas que perciben como nobles, y pueden demorarse en percibir que aquello que brillaba no era oro. Sabemos que cada generación se siente llamada a cancelar el pasado y a establecer nuevas verdades, pero es vital que los jóvenes de este tiempo, que se beneficiaron de la democracia recuperada y accedieron a condiciones de vida que no conocieron sus abuelos, tengan conciencia de que nada bueno está asegurado y nada malo puede descartarse.

      Las convulsiones que empezó a experimentar Chile a partir del 18 de octubre de 2019, debido a la irrupción de la violencia en gran escala, configuraron un riesgo real de fractura institucional, lo cual, si llegara a concretarse, significaría tropezar con piedras parecidas a las de hace medio siglo: el