Paz decolonial, paces insubordinadas. Jefferson Jaramillo Marín. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jefferson Jaramillo Marín
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789585177567
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y políticamente sobre estos temas, plantea a lo largo de sus páginas que los estudios de paz son producto de la matriz o patrix moderna del liberalismo, y por ende, su aplicación, uso y desarrollo acrítico, bajo el manto de la ingenuidad epistémica o de la premisa apolítica de objetividad científica en los territorios del sur global, es tan solo la elongación del proyecto civilizatorio occidental, que desde hace varias décadas ha entrado en franco declive.

      Estado, democracia, mercado, propiedad privada, seguridad, soberanía, desarrollo y buena gobernanza son algunos de los elementos principales del denominado enfoque de la paz liberal. La apuesta de esta publicación es identificar cómo los estudios de paz y de los conflictos han pasado de soslayo, unas veces, y encubierto, otras, la episteme configuradora de estos elementos como propios de un saber-poder moderno-colonial.

      Para abordar este desafío, este capítulo introductorio tiene el doble objetivo de describir y analizar los elementos nodales sobre los cuales se teje esta urdimbre: una crítica sobre las nociones y las prácticas de la paz liberal hegemónica; y contribuir, en específico, con tres aproximaciones críticas a la paz sobre las que se sustenta el libro.

      El primer eje se ubica dentro del campo de los estudios de la paz y de los conflictos, en el que se ha desplegado una serie de posicionamientos político-epistémicos, los cuales han sometido a la crítica la naturalización epistémica del significante paz. Este despliegue se alimenta de la teoría social crítica contemporánea y abre diálogos que permiten ampliar la comprensión sobre las diferentes paces y los proyectos que encarnan.

      El segundo eje parte del sentipensamiento del sur global, y en particular, del diálogo posicionado, pluritópico y encarnado con las epistemologías decoloniales comprendidas de manera amplia. Esto último significa que no solo se reconocen como decoloniales las contribuciones del grupo modernidad-colonialidad, sino también las de los pueblos indígenas, afrodescendientes y campesinos, y las reflexiones feministas que articulan las luchas por la despatriarcalización con las de la decolonización.

      El último eje conversa con estas producciones teóricas propias de la región y se enmarca en el denominado giro local, el cual se aleja de las visiones de arriba hacia abajo, caracterizadas por su descontextualización, y se enfoca en los análisis de los procesos comunitarios de construcción de paz que se acercan más a visiones desde abajo, o de pequeña escala, que reconocen las agencias locales y las formas de vida en los márgenes de las políticas globales de paz, y que se alimentan de la producción teórica y de las onto-epistemologías de la región.

      1.1 LOS ENFOQUES CRÍTICOS DE LA CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ

      Para comenzar con la primera aproximación, es oportuno esbozar los perfiles de este campo plural, constituido por una gran diversidad de corrientes y formulaciones que, en conjunto, se caracterizan por su cuestionamiento a las relaciones de poder, al sistema sociopolítico y a la visión de la construcción de la paz hegemónica, la paz liberal, en las últimas décadas.

      Como ineludible punto de partida, es preciso afirmar que la paz no es un concepto neutro, sino eminentemente político, ético e ideológico. Es una concepción que se deriva de las diferentes posibles formas de ver el mundo, de las relaciones entre las personas o entre estas y la naturaleza, así como de la diversidad de valores, intereses y agendas políticas. En consecuencia, está abierto a la discusión política; no caben definiciones unívocas, sino que existe una amplia diversidad de formas de entender la paz y los procesos políticos para construirla.

      El campo de los estudios críticos de paz ha emergido en las últimas tres décadas, conformado por aportes ligados a diferentes corrientes pospositivistas de las Ciencias Sociales. Sin embargo, es oportuno constatar que muchos fundamentos de dicho campo hunden sus raíces tiempo atrás, en la denominada Investigación para la Paz, que emergió durante la Guerra Fría para confrontar los postulados de seguridad dominantes durante aquel período. Un elemento para destacar es que dicho espacio de discusión académica y activismo político, surgido sobre todo en algunos países europeos, se caracterizó por un contenido profundamente normativo. Tanto fue así, que renunciaron a teorizar sobre la seguridad, objeto de preocupación dominante en un escenario caracterizado por la rivalidad bipolar, para hacerlo sobre la paz, que contraponían a la anterior, atribuyéndole un contenido transformador.

      Fue en aquel entorno en el que Johan Galtung (1976, pp. 282-304) formuló el concepto de construcción de paz, entendida como un proceso para alcanzar no solo la paz negativa, o la superación del conflicto armado, sino la paz positiva. Esta última constituye un escenario mucho más ambicioso, basado en la superación de los tres tipos de violencia definidos por ese autor: 1. violencia directa o física, 2. violencia estructural (formas de injusticia y opresión derivadas de las estructuras políticas o socioeconómicas) y 3. violencia cultural (ideologías, teorías o discursos que justifican las dos anteriores) (1969, pp. 167-191). La idea original de construcción de paz se asienta en la identificación de estos tres tipos de violencia. La noción de la violencia estructural, en particular, fue una innovación analítica de gran relevancia, ya que permitió incorporar a la investigación sobre la paz aspectos que van más allá de los conflictos armados, como las estructuras de la economía mundial capitalista y las relaciones norte-sur, las desigualdades socioeconómicas, la violación de derechos y la opresión política (Galtung, 1971).

      En suma, la investigación para la paz de aquella época conformó un marco teórico crítico con las estructuras políticas y socioeconómicas, profundamente normativo y orientado a la transformación social, proporcionando de esta manera algunas de las bases sobre las que se asientan los actuales estudios críticos de paz. Ahora bien, aunque ese talente normativo y crítico original ha llegado hasta nuestros días, lo cierto es que las formulaciones teóricas y políticas de la construcción de paz hoy dominantes carecen de dicha orientación transformadora.

      En efecto, el concepto de construcción de paz, una vez adoptado por las Naciones Unidas en 1992, pasó a ser incorporado al discurso y la agenda política de agencias multilaterales, organizaciones financieras internacionales y gobiernos donantes. Sin embargo, al hacerlo reinterpretaron el concepto en sentido restringido, despojándolo de su anterior significado cuestionador del orden económico y político mundial, haciéndolo compatible y, más bien, sustentador de este. Esta perspectiva se ha convertido en la visión dominante en círculos políticos, y en parte, también académicos, sobre lo que son la paz y los medios para alcanzarla.

      A este tipo de paz se le denomina habitualmente como paz liberal y abarca diferentes variantes, con postulados tanto realistas como liberales, que van desde la paz del vencedor (hegemónica, coercitiva, militarizada) hasta una paz civil, más sensible a la participación social y las necesidades locales (Richmond, Björkdahl y Kappler, 2011, pp. 452-453). En cualquier caso, como sostienen sus proponentes (Paris, 2010; Chesterman, Ignatieff y Thakur, 2005), la paz liberal se caracteriza por asumir que la mejor forma de construir la paz es mediante la (re)construcción de instituciones estatales efectivas; la instauración de una democracia representativa, acompañada de derechos civiles y políticos; y el establecimiento de una economía de libre mercado, insertada en el sistema económico global.

      Esta visión dominante ha sido puesta en cuestión a lo largo del mundo, tanto en sus planteamientos como en su materialización práctica, por una creciente cantidad de estudios empíricos que demuestran sus consecuencias negativas. Entre tales cuestionamientos destacan los siguientes argumentos:

      1 Las operaciones internacionales de paz, basadas en esta perspectiva, tienen un alto grado de fracaso, dando lugar a escenarios en los que perduran altos niveles de violencia, violaciones de derechos humanos y escaso pluralismo político (Krause y Jutersonke, 2005, pp. 448-449).

      2 Los valores invocados por la paz liberal (individualismo, secularismo, propiedad privada, etc.) no son universales, sino propios de la civilización occidental e impuestos por esta a las sociedades del sur global, asumiendo implícitamente una “progresividad histórica ‘natural’ que coloca al Norte/Occidente en la cima de la actual jerarquía epistémica internacional” (Mac Ginty y Richmond, 2013, p. 772). Lo anterior absuelve al proyecto civilizatorio occidental de cualquier