—Tú debes, Sancho —dijo don Quijote—, errarte en el sobrenombre de ese Cide, que en arábigo quiere decir señor.
—Bien podría ser —replicó Sancho—, mas, si vuestra merced gusta que yo le haga venir aquí, iré por él en volandas.
—Harásme mucho placer, amigo —dijo don Quijote—, que me tiene suspenso lo que me has dicho, y no comeré bocado que bien me sepa hasta ser informado de todo.
—Pues yo voy por él —respondió Sancho.
Y, dejando a su señor, se fue a buscar al bachiller, con el cual volvió de allí a poco espacio, y entre los tres pasaron un graciosísimo coloquio.
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