Hechizo De Amor. Kristen Strassel. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Kristen Strassel
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Серия:
Жанр произведения: Современная зарубежная литература
Год издания: 0
isbn: 9788835423959
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soltera, la que obviamente no tenía su vida arreglada como todos los demás que incluso la tenían envuelta como un regalo, con moño encima y todo. Yo sabía que no quería ser como una de esas tristes solteronas de las películas de comedia, aquellas en las que la heroína tenía la vida resuelta y la abandonan para encontrar una nueva vida.

      Entonces decidí ser una de esas personas que se deshacen de todo aquello que no las hace feliz y me dirigí a la casa de la abuela para reorganizar mi vida.

      “Me encantaría ir a ver algunas ventas de garaje.” Me senté y arreglé mi cabello. De hecho, la abuela me había venido a buscar en el momento correcto, justo antes de que siquiera hubiera empezado. Si el juguete hubiera cumplido con su propósito con mi abuela al otro lado de la puerta, yo nunca tendría la valentía de mirarla a los ojos de nuevo. El camino para seguir mi nueva carrera requiere que yo tenga mi propio espacio.

      La abuela me esperó ansiosamente al otro lado de la puerta agarrando con fuerza su cartera, algo que es normal en ella. Summerland es un lindo y pequeño pueblo que siempre gana premios como el mejor lugar para vivir en las Montañas Humeantes, pero ella siempre agarra su bolso de esa manera como si estuviera pasando a lado de una fila de prisioneros. Y lo que me atrajo aquí no fueron las buenas cualidades del pueblo, sino que vine porque la casa de mi abuela es mística. Según los rumores, la abuela era una hechicera. Mi mamá siempre acalla cualquier tipo de preguntas sobre el pasado de la abuela. Todo lo que sé es que lo que sea que ella lleve en esa cartera, era mucho más poderoso que el dinero.

      Era algo mágico. Y yo quiero saber todo sobre él.

      La abuela no dijo nada sobre el incidente, que es lo que planeo llamarle de ahora en adelante, hasta que llegamos al carro. “Yo me estaba preguntando si podía preguntar qué es lo que estabas haciendo…”

      “No, por favor.” Y mirando por la ventana me pregunté cuanto dolería el lanzarse de un auto en movimiento.

      “No dejaré el tema tan fácilmente, Sophie Rae.” Ella se rio. Sí abuela, esto es histérico. ¿Qué daño hace un pequeño roce? “Yo no te estoy juzgando. La Diosa sabe que he experimentado mucho…”

      “Abuela,” Me quejé mientras tenía la mano lista en la manija de la puerta en caso de que ella siguiera con el tema. Okey, es tiempo de que le cuente sobre mis planes. “Estoy escribiendo un blog sobre juguetes sexuales.”

      “¿En serio?” Ella pisó el freno tan duro que nos hizo rebotar en nuestros asientos. “Eso es increíble, cariño. Es muy importante que la gente disfrute lo que ama y lo que los hace felices.”

      “Yo quiero un espacio que sea seguro para todas las mujeres, donde puedan investigar y encontrar todo aquello que gusten.” Aunque mi abuela era la mejor de todo el mundo, yo podía sentir como mis mejillas se sonrojaban. Había creado un seudónimo cuando creé el sitio, pero ya es tiempo de que me acostumbré a hablar de todo lo relacionado al sexo si es que iba a vivir de ello.

      “Si quieres puedo darte algunas sugerencias.” Ella se rio cuando la mire con la boca abierta. “¿Qué? ¿Crees que no sé cómo usar una de esas cosas? Tu generación no las inventó y podré ser vieja, pero definitivamente no estoy muerta.”

      “Ahora esta es mi realidad.” Yo comenté mientras me bajaba del auto, más para mí misma que para ella.

      Ella se acercó por mi costado mientras nos dirigíamos a la venta de garaje y me dijo “Te aconsejo que consigas uno de esos que se enchufan. Esas cosas te llevarán a la luna.”

      Luego de eso decidí que tenía que alejarme de la abuela por un momento.

      La venta de garaje estaba totalmente llena. En esas listas donde se mencionaba las mejores cosas que debías visitar siempre mencionaban la posibilidad de encontrar un real diamante en bruto en este tipo de lugares, especialmente donde se venden las joyas, y hay excelentes cosas aquí. Discos clásicos de vinilo, obras de arte que eran demasiado buenas como para ser vendidas en una venta de garaje y nosotras llegamos lo suficientemente temprano como para poder elegir algunas piezas de una gran selección de bisutería de mediados de siglo.

      Mientras miraba a la colección me di cuenta de que quien sea que fuera el dueño de esas cosas, las había tenido por mucho tiempo y la parte romántica que habitaba en mi interior se entristeció al pensar que ahora esa persona se veía en la necesidad de venderlas.

      Yo elegí un hermoso broche con forma de dragón respirando fuego que estaba representado con un conjunto de piedras preciosas. Quien sea que esté vendiendo esto espero que esté satisfecho de saber que al menos este pequeño broche irá a un hogar amoroso.

      “Mira a este pequeño” le dije a mi abuela, pero no estoy segura de que me haya escuchado. Después del incidente era muy probable que ella no quisiera mirar a nada que pudiera ser referido como ‘pequeño’.

      La abuela tenía toda su atención fija en una caja de oro que no era muy grande pero que era lo suficientemente pesada como para tener que sostenerla con ambas manos. La caja tenía incrustadas unas piedras preciosas que no podían ser reales porque era demasiado bonita como para que la encontraras en este tipo de ventas.

      Parecía que quien sea que estuviera vendiendo estas cosas estaba lo suficientemente desesperado como para deshacerse de ellas o alguien había cometido un error.

      “Es bonito” añadí, pero nada. Ella no me estaba escuchando.

      “¿Cuál es el precio por esa caja?” Preguntó un hombre que tenía una voz tan suave como el whisky. Una voz que me hizo vibrar por dentro, como cuando una idea se formaba en mi mente que me llevaría a una de mis tantas malas decisiones. “Pagaré el doble.”

      “Olvídalo, reptil.” Mi abuela le hizo una seña para que se fuera. Ella nunca le hablaba así a nadie. “La caja me pertenece. Vuelve con tu tesoro.”

      Cuando termináramos de recorrer todos los puestos de la venta de garaje hoy, me encargaría de llevar a la abuela a una revisión de ojos. El hombre que le había preguntado por la caja era simplemente hermoso, con su largo y oscuro cabello, una apretada camiseta que no dejaba nada a la imaginación y jeans envejecidos de tanto uso. Él parecía como si hubiera hecho el giro equivocado de camino a Nashville y había terminado en el patio delantero de algún desconocido.

      “Haré que valga la pena, Nora.” Su sonrisa estaba dirigida a mi abuela. Solo ella podía ser capaz de llamar la atención de un hombre tan hermoso como él.

      Yo salté como si me hubiera cogido electricidad. El pequeño dragón se me cayó de las manos en la mesa y por fin había logrado captar la atención del hombre. La electricidad que sentía venía de él, yo estaba segura de eso y era como si nos estuviera atrayendo hacia el otro. Demonios, con esos ojos que él tiene, yo no puedo mirar a otro lado. Los ojos de él eran verdes como peridotos y definitivamente más impresionantes que cualquier gema en esa caja que él quería quitarle a mi abuela.

      Mi abuela me agarró del brazo y fue como si se rompiera un cristal. “Recoge tu broche. Vayamos a ver si Jerry desea hacer un trato por estos objetos.”

      Miré por encima de mi hombro mientras la abuela me arrastraba hacia donde estaba el dueño de la casa. Jerry, quien probablemente ya se había dado cuenta del terrible error que cometió al poner en venta esa preciosa caja. Mi abuela armaría un escándalo si él decidía no vendérsela.

      Sin embargo, el hombre alto y moreno como un trago de whisky no se movió; era como si fuera una obra de arte más que estaba a la venta.

      “¿Qué puedes ofrecernos Jerry? Mi nieta quiere este broche y yo estoy dispuesta a hacer una oferta justa por esta caja, si es que estas buscando hacer algo de dinero esta tarde.”

      Jerry miró a la abuela sospechosamente. “Tu no quieres esa caja, Nora.”

      Lo sabía.

      “¿Estas confabulando con ese lagarto supercrecido?” ella espetó. La abuela sabía lo que le gustaba apenas lo veía, pero estaba siendo demasiado posesiva sobre esa caja. “Te doy veinte dólares por ambas.”