Obras Inmortales de Aristóteles. Aristoteles. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Aristoteles
Издательство: Bookwire
Серия: Colección Oro
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788418211713
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no es menor. Porque si el principio es eterno, ¿cómo lo que procede del principio no es eterno también? Si es perecedero, tiene por principio otro principio, este otro, y se ascenderá hasta el infinito.

      Y si se admiten por principios la unidad y el ser, que son, al parecer, por excelencia los principios inmóviles, y si al propio tiempo ninguno de estos dos principios es un ser determinado, una ciencia, ¿cómo existirán separados y en sí? Porque estos son los caracteres que perseguimos en los principios eternos y primeros. Si, por otra parte, la unidad y el ser son el ser determinado y la esencia, entonces todos los seres serán esencias; porque el ser se refiere igualmente a todos los seres y la unidad de un cierto número. Pero sostener que todos los seres son esencias, es defender una falsedad.

      Por otra parte ¿cómo pueden estar en posesión de la verdad los que dicen que el primer principio es la unidad, y que en este concepto la unidad es esencia, que engendran el primer número por medio de la unidad y de la materia, y dicen que este número es la sustancia de los seres sensibles? ¿Cómo comprender que haya unidad en la díada y en cada uno de los otros números compuestos? Nada dicen sobre esto, y no sería fácil que ofrecieran una explicación satisfactoria.

      Si se toman como principios las líneas, o lo que depende de las líneas, y por esto entiendo las superficies primeras, no serán sustancias separadas; no serán más que secciones, divisiones, las unas de las superficies, las otras de los cuerpos, los puntos de las líneas. No serán más que los límites de estos cuerpos; pero semejantes seres existen siempre en otros seres; ninguno de ellos se ofrece separado. Además, ¿cómo concebir una sustancia en la unidad y en el punto? Toda sustancia se halla sujeta a producción, y el punto no se genera; no es más que una división.

      Otra dificultad es que toda ciencia recae sobre lo universal, sobre lo que abarca la multiplicidad de las cosas, mientras que la sustancia no es algo general, sino más bien el ser determinado y separado. Y, por consecuencia, si la ciencia trata de los principios, ¿cómo concebir que el principio sea una sustancia?

      Además, ¿existe o no algo independientemente del conjunto? (entiendo por conjunto la materia unida a la forma). Si no existe nada, todo es material, todo es efímero; si existe algo que sea independiente, será la forma y la figura. Pero ¿en qué caso la forma es independiente, y en qué caso no lo es? Esto es difícil de solucionar. Sin embargo, en ciertos casos la forma, está claro que, no está separada; en el de una casa, por ejemplo. Finalmente, ¿los principios son idénticos en cuanto a la especie, o en cuanto al número? Si son idénticos en número, todo será idéntico.

      Parte III

      La ciencia del filósofo es la ciencia del ser, en tanto que ser en todos estos significados, y no desde un punto de vista particular. El ser no posee una acepción única, sino que se entiende de muchas formas: si solo hay analogía de nombre, y no hay en el fondo un género común, el ser no es privativo de una sola ciencia, puesto que no hay entre las diversas clases de seres unidad de género; pero si existe también entre ellas una relación fundamental, entonces el estudio del ser pertenecerá a una sola ciencia. Lo que hemos explicado que tenía lugar respecto de lo medicinal y de lo sano se ofrece igualmente, al parecer, en cuanto al ser. Lo medicinal y lo sano se toman ambos en muchos significados: se dan estos nombres a todo lo que puede referirse de tal o cuál manera, ya a la ciencia médica, ya a la salud; pero todas las acepciones de cada una de estas palabras se refieren a una misma cosa. Se da el nombre de medicinal a la noción de la enfermedad y al escalpelo, porque la una viene de la ciencia médica y el otro es útil en esta ciencia. Lo mismo respecto a lo sano: este objeto recibe el nombre de sano porque es la prueba de la salud, aquel otro porque la produce; y lo propio sucede con las cosas análogas. En fin, lo mismo ocurre con todos los modos del ser. A cada uno de estos modos se llama ser, o porque es una cualidad, un estado del ser en tanto que ser, o es una disposición, un movimiento u otro atributo de este género.

      Todas los significados del ser pueden reducirse a uno solo: todas las contrariedades se pueden reducir a las primeras diferencias, a las contrariedades del ser, ya se consideren como primeras diferencias del ser la pluralidad y la unidad, la semejanza y la desemejanza, o bien algunas otras diferencias; cuestión que no tenemos necesidad de analizar. Poco importa que se reduzcan los diversos modos del ser al ser o a la unidad. Incluso suponiendo que la unidad y el ser no sean idénticos, y sí diferentes, pueden, sin embargo, reemplazarse: la unidad es, desde un punto de vista, el ser, y el ser la unidad.

      Puesto que una sola y misma ciencia abarca todos los contrarios, y que en todos los contrarios existe privación, podría plantearse esta duda: ¿cómo en ciertos casos hay privación, habiendo un intermedio entre los contrarios, entre lo justo y lo injusto, por ejemplo? En todos los casos es necesario decir que no existe para el intermediario privación completa de cada uno de los extremos; esto solo tiene lugar en los extremos entre sí. Por ejemplo, si el hombre justo es el que se conforma con las leyes en virtud de una cierta disposición de su naturaleza, no existirá para el hombre no justo privación completa de todo lo que está comprendido en la definición de lo justo. Si falta en algún punto a la obediencia debida a las leyes, existirá para él privación bajo esta relación. Lo propio tendrá lugar respecto a todo lo demás. Del mismo modo que el matemático opera sobre puras abstracciones, puesto que analiza los objetos despojados de todos sus caracteres sensibles, como la pesantez, la ligereza, la dureza y su contrario, y como el calor, el frío y todos los demás caracteres sensibles opuestos, respectivamente; solo les deja la cuantidad y la continuidad en una, en dos, en tres direcciones, y los modos de la cuantidad y de lo continuo en tanto que cuantidad y continuo, y no los estudia bajo otros aspectos; examinando tan pronto sus posiciones relativas y lo que es consecuencia de sus posiciones, tan pronto su capacidad de medición y su incapacidad, tan pronto sus proporciones, sin que por eso veamos la geometría más que como una sola y misma ciencia que estudia los objetos bajo todas estas relaciones; pues lo propio ocurre con el ser, puesto que la filosofía, y no otra ciencia, es la única que estudia los accidentes del ser en tanto que ser, y las contrariedades del ser en tanto que ser. En tanto que susceptible de movimiento, más bien que en tanto que ser, podría atribuirse a la física el estudio del ser. La dialéctica y la sofística se ocupan de los accidentes de los seres, y no de los seres en tanto que seres, ni del ser en sí, ni en tanto que ser.

      Falta, por tanto, que mencionemos que el filósofo es el que trata de los principios de los que hemos hablado en tanto que son seres. Y puesto que las diversas acepciones del ser se refieren todas a una significación común y única, así como también los diversos contrarios, porque todos vienen a reducirse a los primeros contrarios y a las primeras diferencias del ser, una sola ciencia puede entonces abarcar todas estas cosas, y así se encuentra resuelta la duda que nos habíamos propuesto al principio; quiero referirme a la cuestión acerca de cómo una sola y misma ciencia puede abarcar a la vez muchos seres de géneros diferentes.

      Parte IV

      Así como el matemático se vale de los axiomas generales, pero deberá solo hacerlo desde un punto de vista particular, la filosofía primera deberá asimismo estudiar los principios de los axiomas. Este axioma: si de cantidades iguales se quitan cantidades iguales, los restos serán iguales, se aplica a todas las cantidades. La ciencia matemática acepta en verdad este principio, pero únicamente se ocupa de algunos puntos particulares de la materia que de ella depende; por ejemplo, de las líneas, de los ángulos, de los números, o de cualquier otro modo de la cantidad; pero no estudia estos seres en tanto que son seres, sino únicamente en tanto que son continuos en una sola dirección, en dos, en tres. Al contrario, la filosofía no se ocupa de los objetos particulares o de sus accidentes; estudia cada uno de estos objetos bajo la relación del ser en tanto que ser.

      En la física sucede lo que en las matemáticas. La física estudia los accidentes y los principios de los seres en tanto que están en movimiento y no en tanto que seres. Pero ya hemos dicho que la ciencia primera es la que estudia los objetos bajo la relación del ser en tanto que ser y no bajo ninguna otra relación. Por esta razón a la física y a las matemáticas no se las debe considerar sino como partes de la filosofía.

      Parte V

      Hay un principio en los seres, relativamente al cual no se puede incurrir en error; precisamente ha de suceder lo contrario, esto es que se está siempre en lo