La pirámide visual: evolución de un instrumento conceptual. Carlos Alberto Cardona. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Carlos Alberto Cardona
Издательство: Bookwire
Серия: Ciencias Humanas
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9789587844801
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que se ha sobreestimado la iluminación en la percepción del color. Hering puso en evidencia lo que él denominó la “constancia del color de los objetos vistos” (cfr. Hering, 1905-11/1964).

      20 Para Alhacén, la recepción de la luz y la recepción del color son dos fenómenos hermanados, pero en ningún sentido idénticos (Aspectibus, I, 6.3). Luz y color son los sensibles propios relativos a la visión (Aspectibus, I, 6.61). Alhacén sostiene también que la forma de la luz es más fuerte que la forma del color (Aspectibus, I, 8.6).

      21 En paréntesis remito a los términos utilizados en la traducción al latín. En este caso, el nombre alude a la función de consolidar la estructura del ojo.

      22 Se alude con el nombre a la similitud con un cuerno claro (Cornu albo claro). Esta túnica es una barrera que protege a los órganos centrales de la visión, sin impedir el paso de la luz; los protege de los daños que puedan provocar los objetos externos (cfr. Galeno, trad. en 1968, X, 3, 65; 6, 75; Hunain Ibn Is-hâq, trad. en 1928, p. 9).

      23 En el siglo XIX, como vemos en el capítulo 8, quedó claro que esa colinealidad no existe.

      24 La presencia de este humor de textura gelatinosa, semejante a la clara de un huevo, también fue advertida por Galeno (cfr. Galeno, trad. en 1968, X, 4, 70).

      25 Galeno asume que el humor cristalino es perfectamente esférico (cfr. Galeno, trad. en 1968, X, 6, 76); Hunain Ibn Is-hâq cree que es esférico al frente y plano en la parte posterior (trad. en 1928, pp. 3-4).

      26 El humor vítreo, según Galeno, aporta los nutrientes básicos para la conservación del cristalino (cfr. Galeno, trad. en 1968, X, 1, 56; Hunain Ibn Is-hâq, trad. en 1928, p. 6).

      27 La referencia a los espíritus visuales constituye una clara alusión a una de las formas de pneumas sugeridas por Galeno. El alma ha de auxiliarse, en sus funciones, con dos o tal vez tres clases de pneumas, cuyo manantial inicial tiene que ver con el aire que inspiramos. Los pulmones son los primeros en intervenir para la inicial modificación del aire en pneuma. Una vez mezclado con la sangre, el pneuma original se dirige al ventrículo izquierdo del corazón, allí se reúne con más sangre y es al pasar al ventrículo derecho donde se completa la transformación en pneuma vital. Así, el pneuma vital estará listo para ser distribuido por todas las partes del cuerpo. En el cerebro ocurre la transformación de pneuma vital a pneuma psíquico (este proceso se logra con aire adicional capturado directamente por los canales olfatorios) (cfr. Galeno, trad. en 1968, VI, 17, 362). Este pneuma psíquico se distribuye después por los canales nerviosos (cfr. Galeno, trad. en 1968, VIII, 6, 465). Galeno remite al lector a un trabajo extraviado titulado Sobre la visión. El lector puede comparar, en el capítulo 6 del presente libro, en la sección titulada “Mente y cuerpo: un abismo insalvable”, el origen que propone Galeno para los espíritus visuales con la propuesta que hace Descartes acerca del origen de los espíritus animales.

      28 Este resultado será de la mayor importancia cuando se quiera restituir la pirámide de Euclides.

      29 El carácter protagónico del cristalino ya había sido puesto en evidencia por Galeno, quien ofreció como argumento el hecho de que las personas que padecen de cataratas (que, de hecho, cubren la córnea y el cristalino) ven afectada su visión (cfr. Galeno, trad. en 1968, X, 1, 55, y Alhacén, Aspectibus, I, 6.14).

      30 Alhacén diseñó un conjunto de experimentos controlados para exponer evidencia experimental en favor del desplazamiento recto de la luz en medios homogéneos. Para ello, construyó cilindros, en cuyas paredes taladró pequeños agujeros distribuidos estratégicamente; si se hacía ingresar la luz por uno de estos agujeros, se esperaba establecer cuál era el agujero opuesto por el que emerge la luz (cfr. Alhacén, Aspectibus, IV, 3.4-3.89; I, 6.85; Alhacén, trad. en 1989, cap. 3, §§ 1-7). La justificación de la mediación rectilínea va a ser una de las preocupaciones más importantes en la obra de Roger Bacon (véase el capítulo 3 de la presente investigación).

      31 Siempre que se encuentre un método seguro para evaluar el grado de transparencia de un medio.

      32 Alhacén quiso establecer las regularidades principales para el caso de la refracción en el Libro VII del Aspectibus.

      33 Se puede agregar, como justificación, el hecho de que los rayos que llegan perpendicularmente son más fuertes en el efecto que pueden producir sobre una superficie (cfr. Alhacén, Aspectibus, I, 6.24). Este argumento tiene una fuerza mayor en la obra de Bacon.

      34 En principio, el argumento solamente vale para las primeras túnicas del ojo. No es del todo seguro que este sea el caso para la cara posterior del cristalino.

      35 Esta preferencia por la perpendicularidad está presente también en otros fenómenos naturales: los cuerpos graves caen en líneas rectas, todas ellas dirigidas al centro del mundo (Alhacén, Aspectibus, I, 6.43).

      36 Como vemos más adelante en este apartado, Alhacén descarta la posibilidad de considerar la superficie de la retina como un posible candidato para la recepción de las formas sensibles.

      37 Con estos experimentos se pretendía, además de poner en evidencia la propagación rectilínea de la luz, probar las leyes de la reflexión, auscultar el comportamiento de la luz ante superficies reflectantes (espejos planos, esféricos, cilíndricos, cónicos, cóncavos y convexos) y establecer regularidades en casos de refracción.

      38 Cfr. Euclides (trad. en 2000b, prop. 19); Ptolomeo (Óptica, III, 68-72).

      39 Al final del libro IV, Alhacén denomina “imagen” a la forma de un objeto visible percibida cuando media la superficie pulida de un espejo (Aspectibus, IV, 5.62, V, 1.1).

      40 El criterio es una síntesis de dos principios ya sugeridos claramente por Ptolomeo (cfr. Óptica, III, § 3). Unos siglos después, Kepler rechazó la formulación generalizada del principio. Andrée Tacquet (1602-1660) trató de defenderlo, pero halló nuevas dificultades que condujeron a Barrow a declararlo insatisfactorio. Véanse, al respecto, los capítulos 5 y 7.

      41 El trabajo de Kepler, siete siglos más tarde, puso en evidencia que la propuesta de Alhacén pretendía enfrentar una dificultad inexistente. Así, antes que resolver el problema, el astrónomo alemán mostró caminos para disolver la dificultad (véase el capítulo 5).

      42 Alhacén reconoce que, en ocasiones, es posible continuar con una imagen residual cuando cerramos los párpados. Esto solo ocurre, piensa el filósofo, 1) en circunstancias de luz muy intensa, y 2) tan solo durante un muy breve intervalo de tiempo (Aspectibus, I, 6.92).

      43 En el siglo XIX se considerará como tema de fuerte discusión definir si se requiere o no una integración de las dos huellas que se capturan en forma independiente por cada ojo (véase capítulo 8).

      44 Cfr. Ptolomeo (Óptica, III, § 43). Algunos comentaristas atribuyen, sin razón, el montaje al matemático jesuita Christoph Scheiner (1573-1650). A propósito de la atribución incorrecta, véase Raynaud (2016b, p. 76).

      45 Nader El-Bizri encuentra, en la presentación de Alhacén, varios rasgos emparentados con algunos intentos por ofrecer una descripción fenomenológica de la percepción (cfr. El-Bizri, 2005).

      46 Vemos, en el capítulo 8, la manera como Helmholtz llamó nuevamente