Compartir a Jesús es todo. Alejandro Bullón. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Alejandro Bullón
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9789877983319
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de la estructura. Voy a hacer una pregunta dramática: ¿Es posible hacer crecer la estructura sin que crezca el reino de Dios?

      Déjame relatarte un incidente curioso que va a ilustrar lo que te estoy diciendo: Corría 1988 y estábamos preparando los detalles de lo que sería la campaña evangelizadora más grande de la Iglesia Adventista en el Brasil hasta entonces. Veinte mil personas se reunirían todas las noches en el estadio cubierto de Ibirapuera, de la ciudad de San Pablo. Aquel sueño fue realizado con la participación de muchas personas maravillosas. Gente linda, que no midió trabajo ni dinero. Dos empresarios quisieron financiar una campaña publicitaria masiva, usando todos los medios de comunicación. Así que, nos reunimos con un grupo de profesionales de una empresa publicitaria. Uno de ellos nos preguntó: “¿Qué tipo de público quieren? Nosotros les llenamos el estadio con el tipo de gente que ustedes prefieran: jóvenes, mujeres, ancianos, inválidos, lo que ustedes quieran”.

      Al principio, la actitud de aquel hombre me pareció arrogante, pero a medida que él hablaba fui entendiendo el poder de la propaganda. El mundo es movido por la publicidad. Salvo raras excepciones, las personas consumen lo que la propaganda les vende: automóviles, ropa, alimentos, artículos de belleza, etc. Aquel hombre nos afirmó, por ejemplo, que la Coca Cola se ha transformado en una especie de religión, por causa de la propaganda: “¿Quiénes creen ustedes que hicieron de la Coca Cola lo que es? Nosotros, los publicitarios”.

      Repentinamente, un colega que estaba conmigo preguntó:

      —Y, si nosotros quisiéramos hacer una campaña publicitaria de nuestra iglesia, ¿aumentaría el número de miembros?

      —Claro, afirmó el hombre, solo que ustedes necesitarían por lo menos diez años para construir templos, salones, coliseos, estadios, etc. Porque, ¿dónde colocarían en este momento a todas las personas que vendrían a su iglesia como resultado de nuestro trabajo?

      Yo estaba perplejo. Aquel hombre no estaba exagerando. La propaganda tiene el poder de vender cualquier producto, incluso una filosofía de vida. Entonces, ¿para qué necesitamos al Espíritu Santo? Conducir a multitudes a que se vuelvan miembros de una iglesia no es difícil; hacer que los ingresos económicos aumenten y se multipliquen las escuelas, las casas editoras y los templos no es una tarea imposible para la habilidad humana.

      Si contratásemos a un gran ejecutivo que haya hecho crecer a empresas como Shell, Honda, Microsoft y otras, ¿no podría también hacer crecer la estructura de nuestra iglesia y multiplicar sus “consumidores”? Para eso no se necesita al Espíritu Santo; solo se requiere habilidad empresarial. Cualquier gran ejecutivo presentaría, después de tres años, un balance extraordinario y un informe impresionante de aumento de miembros, ingresos y desarrollo alrededor del mundo. Presentaría también un crecimiento de bienes raíces por todos lados, pero ¿podría presentar a un pueblo que reflejara la gloria de Dios y el carácter de Jesucristo?

      Usando solo técnicas administrativas y de liderazgo, es posible hacer crecer la estructura de la iglesia, sin que necesariamente crezca el reino de Dios, pero es imposible que el reino de Dios crezca sin que la estructura también lo haga.

      Lo que me lleva a escribir este libro es el peligro que corremos de equivocarnos en la comprensión de lo que es el reino de Dios. Esa fue la tragedia de los discípulos y puede ser también la nuestra. El reino de Dios tiene instituciones, miembros, estadísticas, presupuestos, gráficos, registros de entradas y salidas monetarias, pero es mucho más que esto. Si cada cristiano no crece espiritualmente, si la iglesia no lleva a cada nuevo convertido a una vida de permanente comunión con Dios, si cada cristiano no ora, no estudia la Biblia y no guía a las personas a los pies de Cristo, no existe tal reino de Dios.

      Lo peor que nos puede suceder es pensar que el crecimiento del reino de Dios es simplemente el aumento de los números. Y, en nuestro afán por hacer crecer el reino de Dios, por crear una serie de estrategias para aumentar el número de miembros y la cantidad de ingresos financieros, podemos confundir los términos. Cualquier gran ejecutivo podría hacer crecer la estructura. Solo para eso no se necesitaría al Espíritu Santo. El desafío de la iglesia es hacer crecer espiritualmente a cada cristiano, para que también haya un crecimiento de miembros y un aumento financiero saludable.

      Es noche en Atlanta mientras llego al fin de este capítulo. A mi lado derecho está la ventana, por donde contemplo los vehículos que buscan su destino. Imagino a las personas que los conducen y siento su dolor. El dolor de andar sin Cristo. Y escucho el desafío de Jesús: “Ve allá y llámalos a formar parte de mi reino. No los hagas simplemente miembros de iglesia, hazlos hombres y mujeres espirituales. Para eso te di la realidad de mi Espíritu”.

      Es noche ya, bien noche, y me vienen a la cabeza los versos de un trovador amigo, de un artista del dolor; el escritor y poeta Ricardo Bentancur:

       El hombre camina sobre la tierra herida,

       rajado de pie a cabeza

       en su horizonte el corazón ya declina.

       Mira las estrellas y busca un sentido.

       Recuerda el viejo adagio de un

       Maestro para él desconocido:

       “No solo de pan vive el hombre,

       sino de toda Palabra

       de Aquel que revela el amor de su Nombre”.

       “No comprenden ustedes las cosas del Espíritu

       —dijo el Maestro del símbolo—:

       La luz no es la luz ni la levadura lo es del pan que hoy partimos”.

       Y así, la Metáfora les habló ciento veintiséis veces:

       El agua, la sal, la levadura, la espiga de trigo,

       los cinco panes y los dos peces.

       Continúan de los discípulos las preguntas en esta era perdida:

       ¿Cómo nacer de nuevo? ¿Cómo sacar el agua?

       El hombre sigue espinando la Carne una vez partida.

       Y caminando, orando y sufriendo,

       el hombre escucha la voz,

       y símbolos y metáforas ahora viviendo

       revela ante el mundo el rostro de Dios.

      Para reflexionar

      1 ¿Por qué Jesús les enseñaba con parábolas a los discípulos?

      2 ¿Por qué no entendieron los discípulos las enseñanzas del Maestro?

      3 ¿Entendemos hoy nosotros la Palabra del Señor?

      4 ¿Cuál es el modo en que Dios se revela en el corazón del hombre?

      5 ¿Será algo muy difícil llevar un alma a los pies de Jesús?

      ¡El sueño de Dios!

      Después de andar noche adentro por las calles de mi imaginación, abrumado por el peso de mis pensamientos, vuelvo a la mesa del cuarto de mi hotel y me coloco delante de la computadora. Es hora de escribir. Oro, suplico el abrazo divino, la luminosidad de las ventanas del cielo… y empiezo. Me proyecto al dolor del hombre, al dolor íntimo del alma herida.

      El mundo gemía envuelto en las tinieblas del pecado. Hombres y mujeres condenados a muerte eterna. El universo lloraba la tragedia humana y ante esa situación catastrófica, el Señor Jesús tuvo un sueño: rescatar a sus hijos