“Consideraciones historiográficas, epistemológicas y prácticas acerca de la eugenesia” de Héctor Palma, alerta sobre errores que podrpian ser consesecuencia de la incomodidad para entender a la eugenesia tras el llamado “Holocausto”. El primer error es, apra el autor, el considerar a la eugenesia como una pseudo-ciencia o un abuso de la ciencia (de esta manera se impide una discusión sobre el conocimiento científico y su responsabilidad); el segundo error es el que vincula exclusivamente a la eugenesia con el nazismo (de esta forma se oculta el éxito en todas las naciones desarrolladas de las medidas de eliminación de determinados grupos de personas y que se viera como eficaz forma de control de las poblaciones); y el tercer error es considerar que actualmente existe una “eugenesia liberal” (pues de esa formase bajan las defensas hacia el totalitarismo y sus consecuencias para con los individuos, tanto si provienen del Estado como del mercado, y cuyos peligros están tan presentes hoy como hace cien años sobre los sujetos estigmatizados y sobre los que se quiere “saber más”).
Gustavo Vallejo y Marisa Miranda en “La eugenesia y sus espacios institucionales en la Argentina”, dan cuenta de la fuerte impronta en nuestro país de la ciencia de Galton, y reflejada en Rossi, López, Mercante y Bernaldo de Quirós, todos ellos integrantes de la Asociación Argentina de Biotipología, Eugenesia y Medicina Social –fundada en los años 1930 y con importante apoyo oficial y de grupos no gubernamentales que iban desde el catolicismo hasta la izquierda-, y que luego formaron parte de la estructura estal durante años. Y también reflejada en otros significativos espacios institucionales y en políticas migratorias, educativas, sanitarias, matrimoniales, urbanísticas y, evidentemente, criminales. La influencia del racismo con pretensiones eugenésicas continuó en nuestro país largo tiempo después de la desacreditación de las políticas alemanas e italianas que las inspiraron, y como resultado de su derrota en la segunda guerra mundial. Los eugenistas antisemitas de ambos lugares, pero especialmente de Italia, serían aquí honrados incluso tras el descrédito científico y la condena penal en esos países. El peronismo mantuvo el predominio de los eugenistas en las áreas de educación e inmigración, con representantes como Martínez Zuviría, Ivanissevich o Peralta. Pero también el antiperonismo cultivó otra corriente, denominada “humanogogía”, de explícita filiación tomista, y que a la larga trascendería por más tiempo. El abogado radical y católico Bernaldo de Quirós fue, junto con el pensamiento del franquista Vallejo Nágera, inspirador de políticas declaradamente racistas que perdurarían en los siguientes gobiernos radicales y militares. Si influencia persiste, pues tanto las prácticas genocidas de la última dictadura como las estupideces que se siguen diciendo en democracia, suelen reconocer esa, única, pretensión científica que parece asegurar bienestar a unos eliminando a otros.
“Eugenesia en políticas de Estado” se titula la tercera sección. Allí se destaca la contribución de Amando García González y Raquel Álvarez Peláez, “Eugenesia e imperialismo. Las relaciones Cuba-Estados Unidos (1920-1941)”, en donde se analiza la política imperalista estadounidense utilizando, en connivencia con el gobierno cubano, la eugenesia como forma de control de una zona considerada especialmente débil “por culpa del mestizaje”.
Gustavo Vallejo estudia la genealogía del pensamiento racista en la eugenesia latina relacionándolo con la política de expansión cultural del fscismo italiano, y con el ideario nacionalista de inspiración católica de la derecha latinoamericana, en “Las formas del organicismo social en la eugenesia latina”. Aquí surge otra vez la importante figura del médico Nicola Pende, del que hablara más extensamente otro autor. Pende, como Vallejo Nágera, se relaciona con los instrumentos de control llevados adelante por el racismo en sus países de origen y también en Latinoamérica: la ficha biotipológica y los Institutos biotipológicos.
“La ecología institucional de la eugenesia: repensando las relaciones entre biomedicina y política en la Argentina de entreguerras”, de Andrés Reggiani, demuestra la íntima relación entre los científicos argentinos y las políticas genocidas del Tercer Reich alemán. Muchos nombres notables son desubiertos realizando viajes de estudio a esa Alemania de la que volvían simpatizantes de sus leyes raciales, y con voluntad de extenderlas en los más variados ámbitos culturales y de gobierno. Buena demostración de ello es el rechazo del embajador argentino en Londres en 1941 (Tomás Le Breton) a que unos niños judíos fuesen habilitados a ir a la Argentina –en la que estaban sus padres– por el peligro que para él ello significaría, si no eran esterilizados, por la perpetuación de “los de su especie”.
“Las huellas eugénicas en la política sanitaria argentina (1946-1955)” de Karina Inés Ramacciotti, analiza concretamente la presencia de la eugenesia en las políticas de salud pública de los dos primeros gobiernos de Juán Perón. Ramón Carrillo, el conocido ministro del ramo que se había formado en la Alemania nazi, procuró en todo momento lograr el “hombre argentino ideal”, aun cuando afortunadamente ese “ideal” iría cambiando con el tiempo.
En la cuarta sección, “Darwinismo, eugenesia y estigmas de la otredad”, aparecen los textos que más relación guardan con lso problemas que aborda la revista que, estimado lector, tiene en sus manos. “Giuseppe Sergi y el fin del Risorgimiento italiano” es la contribución de José Luis Peset, al que conocemos por sus brillantes obras como Lombroso y la escuela positiva italiana, de 1975, y Ciencia y marginación, de 1983. Peset presenta aquí los intentos tardíos de actualizar el lombrosianismo llevado a cabo por varios de sus seguidores en el período fascista y prefascista.
Pero es que el gran resucitador de las teorías de Lombroso fue el médico Nicola Pende, que publicó su Biotipología en el mismo momento en que Mussolini marchaba sobre Roma. No es de extrañar esa sincronía. Sus ideas y conquistas durante los casi veinte años de gobierno fascista quedan explicadas en “Hacia una fisiología del delito: el modelo biotipológico de Nicola pende”, escrito por Andrés galera, también reconocido por haber escrito, en 1991, Ciencia y delincuencia.
En 1991 también se publicó otro gran libro: El delincuente y su patología. Su autor, el historiador de la ciencia Rafael Huertas, contribuye en este volumen que comento con “La medicalización de la delincuencia infantil en la España del primer tercio del siglo XX”. En este artículo se analiza la aplicación de preceptos neolombrosianos a las políticas de la niñez en la España de principios de siglo. Más allá de los vaivenes políticos, la relación entre medicina y represión penal fue especialmente estrecha sobre los niños que integraban esa entonces llamada “mala vida”.
Las consecuencias de esa unión en las leyes penales para niños son aún visibles hoy en día. Y sobre ello reflexiona también, con el universo del Brasil en el apogeo del eugenismo, Luis Ferla, autor de “El niño, el médico, el policía y el patrón: infancia y determinismo biológico en el Brasil de entre-guerras”.
Ese problema se desplaza del niño hacia el joven, sobre todo aquel que puede ser asociado con ideas revolucionarias o “feminoides”, en el caso analizado por Hugo Biagini en “La escolástica de laboratorio: juvenilismo y socialdarwinismo”, donde especialmente se estudia el pensamiento de Víctor Mercante.
“Prostitución y homosexualidad en Argentina: el discurso eugénico comosustrato teórico de biopolíticas represivas” de Marisa Miranda, estudia el discurso en Argentina de los delitos y contravenciones durante todo el siglo XX y hasta el presente, ensañado sobre los derechos de determiandas personas identificadas por su preferencia sexual o su por su única fuente de ingresos, con justificaciones que, cuando se hacían, recurrían a argumentos de tipo eugenésicos. Especialmente aquís e analizan las obras del jurista Bernaldo de Quirós.
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