14:1.10 (153.1) Los circuitos planetarios de Havona no están sobrepuestos; sus mundos se suceden en una procesión lineal ordenada. El universo central gira alrededor de la Isla estacionaria del Paraíso en un vasto plano, que consta de diez unidades concéntricas estabilizadas: los tres circuitos de las esferas del Paraíso y los siete circuitos de los mundos de Havona. Desde el punto de vista físico, los circuitos de Havona y del Paraíso constituyen un solo sistema; su separación responde al reconocimiento de la segregación funcional y administrativa.
14:1.11 (153.2) En el Paraíso no se computa el tiempo; la secuencia de los acontecimientos sucesivos está implícita en el concepto de aquéllos que son oriundos de la Isla central. Pero el tiempo es propio de los circuitos de Havona y de numerosos de los seres de origen así celestial como terrestre que habitan en ellos. Cada mundo de Havona tiene su propio tiempo local, determinado por su circuito. Todos los mundos de un circuito dado tienen años de la misma longitud, puesto que giran uniformemente alrededor del Paraíso, y la duración de estos años planetarios decrece según se va del circuito más exterior al más interior.
14:1.12 (153.3) Además del tiempo del circuito de Havona, existe el día estándar y otras designaciones temporales del Paraíso-Havona, determinadas por los siete satélites del Espíritu Infinito del Paraíso, y que de allí proceden. El día estándar del Paraíso-Havona se basa en el tiempo requerido por las moradas planetarias del primer circuito de Havona, el más interior, para completar una revolución alrededor de la Isla del Paraíso; y aunque su velocidad es enorme, debido a su ubicación entre los cuerpos oscuros de gravedad y el gigantesco Paraíso, les lleva casi mil años a estas esferas completar su circuito. Vosotros habéis leído inadvertidamente la verdad, cuando vuestros ojos se posaron sobre la frase «un día es como mil años para con Dios, no más que una vigilia en la noche». Un día del Paraíso-Havona dura tan sólo siete minutos, tres y un octavo de segundos menos que mil años del presente calendario bisiesto de Urantia.
14:1.13 (153.4) Este día del Paraíso-Havona es la medida estándar de tiempo de los siete superuniversos, aunque cada uno mantiene sus propios patrones internos del tiempo.
14:1.14 (153.5) En la periferia de este vasto universo central, allá lejos, más allá del séptimo cinturón de los mundos de Havona, gira un increíble número de oscuros cuerpos de gravedad enormes. Estas numerosas masas oscuras son totalmente distintas de otros cuerpos espaciales en muchos aspectos; aun en cuanto a su forma son muy diferentes. Estos cuerpos oscuros de gravedad no reflejan ni absorben la luz; no reaccionan a la luz de la energía física, y rodean y envuelven tan completamente a Havona como para ocultarla de la vista de incluso los universos habitados cercanos del tiempo y el espacio.
14:1.15 (153.6) El gran cinturón de cuerpos oscuros se divide en dos circuitos elípticos iguales por una intrusión espacial única. El cinturón interior gira en sentido contrario a las manecillas del reloj; el exterior, en el sentido de las manecillas. Estas direcciones alternadas de movimiento, combinadas con la extraordinaria masa de los cuerpos oscuros, equilibran tan eficazmente las líneas de la gravedad de Havona como para convertir el universo central en una creación físicamente equilibrada y perfectamente estabilizada.
14:1.16 (153.7) La procesión interior de los cuerpos oscuros de gravedad tiene una disposición tubular, consistente de tres conjuntos circulares. Una sección transversal de este circuito mostraría tres círculos concéntricos de densidad aproximadamente igual. El círculo exterior de los cuerpos oscuros de enorme gravedad está dispuesto perpendicularmente, siendo diez mil veces más alto que el circuito interior. El diámetro vertical del circuito exterior es cincuenta mil veces el del diámetro transversal.
14:1.17 (154.1) El espacio intermedio que existe entre estos dos circuitos de los cuerpos de grave-dad es único puesto que no se encuentra nada que se le asemeje en ninguna otra parte del vasto universo. Esta zona se caracteriza por enormes movimientos en onda en sentido vertical y está llena de gran actividad energética de orden desconocido.
14:1.18 (154.2) En nuestra opinión, nada igual a los cuerpos oscuros de gravedad del universo central caracterizará la evolución futura de los niveles del espacio exterior; consideramos estas procesiones alternadas de maravillosos cuerpos que equilibran la gravedad, como únicos en el universo maestro.
2. La Constitución de Havona
14:2.1 (154.3) Los seres espirituales no habitan en el espacio nebuloso; no moran mundos etéreos; están domiciliados en esferas reales de naturaleza material, mundos tan reales como aquellos en los que viven los mortales. Los mundos de Havona son reales y literales, aunque su substancia literal difiere de la organización material de los planetas de los siete superuniversos.
14:2.2 (154.4) Las realidades físicas de Havona representan un orden de organización de la energía radicalmente diferente de cualquier otro prevaleciente en los universos evolutivos del espacio. Las energías de Havona son triples; las unidades de energía-materia del superuniverso contienen una doble carga de energía, aunque existe una forma de energía en fases negativa y positiva. La creación del universo central es triple (Trinidad); la creación de un universo local (directamente) es doble, un Hijo Creador y un Espíritu Materno Creativo.
14:2.3 (154.5) El material de Havona consiste en la organización de exactamente mil elementos químicos básicos y la función balanceada de las siete formas de la energía de Havona. Cada una de estas energías básicas manifiesta siete fases de excitación, de manera que los nativos de Havona responden a cuarenta y nueve estímulos sensoriales diferentes. En otras palabras, visto desde un punto de vista puramente físico, los nativos del universo central poseen cuarenta y nueve formas especializadas de sensación. Los sentidos morontiales son setenta, y las más elevadas órdenes espirituales de reacción varían según las diferentes clases de seres, de setenta a doscientos diez.
14:2.4 (154.6) Ninguno de los seres físicos del universo central sería visible a los urantianos. Tampoco suscitaría ninguno de los estímulos físicos de esos mundos remotos reacción alguna en vuestros sentidos rudimentarios. Si un mortal urantiano pudiera ser trasladado a Havona, sería allí sordo, ciego, y totalmente carente de toda otra reacción sensorial; tan sólo podría funcionar como un ser de autoconciencia limitada, privado de todo estímulo ambiental y de toda reacción al medio.
14:2.5 (154.7) Hay numerosos fenómenos físicos y reacciones espirituales que ocurren en la creación central que son desconocidos en mundos del tipo de Urantia. La organización básica de una creación triple es completamente distinta de la constitución doble de los universos creados del tiempo y del espacio.
14:2.6 (154.8) Toda ley natural está coordinada sobre una base enteramente diferente a los sistemas duales de energía de las creaciones en evolución. Se organiza todo el universo central de acuerdo con el sistema triple de control perfecto y simétrico. A través de todo el sistema Paraíso-Havona se mantiene un perfecto equilibrio entre todas las realidades cósmicas y todas las fuerzas espirituales. El Paraíso, con un control absoluto de la creación material, regula y mantiene perfectamente las energías físicas de este universo central; el Hijo Eterno, como parte de este control espiritual que todo lo abarca, sostiene de la manera más perfecta el estado espiritual de todos aquellos que habitan en Havona. En el Paraíso, nada es experimental, y el sistema Paraíso-Havona es una unidad de perfección creadora.
14:2.7 (155.1) La gravedad universal espiritual del Hijo Eterno es sorprendentemente activa en todo el universo central. Todos los valores de espíritu y todas las personalidades espirituales se atraen incesantemente hacia adentro, hacia la morada de los Dioses. Este impulso hacia Dios es intenso e inescapable. En el universo central, la meta de alcanzar a Dios es más fuerte, no porque