Documento 7 - La Relación del Hijo Eterno con el Universo
Documento 8 - El Espíritu Infinito
Documento 9 - La Relación del Espíritu Infinito con el Universo
Documento 10 - La Trinidad del Paraíso
Documento 11 - La Isla Eterna del Paraíso
Documento 12 - El Universo de los Universos
Documento 13 - Las Esferas Sagradas del Paraíso
Documento 14 - El Universo Central y Divino
Documento 15 - Los Siete Superuniversos
Documento 16 - Los Siete Espíritus Rectores
Documento 17 - Los Siete Grupos de Espíritus Supremos
Documento 18 - Las Personalidades Supremas Trinitarias
Documento 19 - Los Seres Coordinados de Origen en la Trinidad
Documento 20 - Los Hijos de Dios Paradisiacos
Documento 21 - Los Hijos Creadores Paradisiacos
Documento 22 - Los Hijos de Dios Trinidizados
Documento 23 - Los Mensajeros Solitarios
Documento 24 - Las Personalidades Más Elevadas del Espíritu Infinito
Documento 25 - Las Huestes de Mensajeros del Espacio
Documento 26 - Los Espíritus Ministrantes del Universo Central
Documento 27 - El Ministerio de los Supernafines Primarios
Documento 28 - Los Espíritus Ministrantes de los Superuniversos
Documento 29 - Los Directores del Poder Universal
Documento 30 - Las Personalidades del Gran Universo
Documento 31 - El Cuerpo de la Finalidad
El libro de Urantia
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Documento 1
El Padre Universal
1:0.1 (21.1) EL Padre Universal es el Dios de toda la creación, la Primera Fuente y Centro de todas las cosas y todos los seres. Pensad primero en Dios como creador, luego, como controlador, y finalmente, como sustentador infinito. La verdad sobre el Padre Universal había comenzado a alborear sobre la humanidad cuando el profeta dijo: «Tú solo eres Dios; no hay nadie sino tú. Tú hiciste el cielo y el cielo de los cielos, con todo su ejército; tú los preservas y los controlas. Por los Hijos de Dios fueron hechos los universos. El Creador se cubre de luz como de vestidura y extiende los cielos como una cortina». Sólo el concepto del Padre Universal —un solo Dios en lugar de muchos dioses— permitió al hombre mortal comprender al Padre como creador divino y controlador infinito.
1:0.2 (21.2) Las miríadas de sistemas planetarios se formaron para que finalmente las habitaran muchos tipos diferentes de criaturas inteligentes, seres que pudieran conocer a Dios, recibir el afecto divino, y amarle a su vez. El universo de universos es la obra de Dios y la morada de sus diversas criaturas. «Dios creó los cielos y formó la tierra; estableció el universo y no creó este mundo en vano; para que fuera habitado lo creó».
1:0.3 (21.3) Todos los mundos esclarecidos reconocen y adoran al Padre Universal, el hacedor eterno y sustentador infinito de toda la creación. Las criaturas volitivas de universo tras universo han emprendido el largo, muy largo, viaje al Paraíso, que es el desafío fascinador de la aventura eterna de llegar a Dios el Padre. La meta trascendente de los hijos del tiempo es encontrar al Dios eterno, comprender la naturaleza divina, reconocer al Padre Universal. Las criaturas que conocen a Dios tienen una sola ambición suprema, un solo ardiente deseo, y ése es llegar —como son en sus esferas— a ser semejantes a como es él en su perfección paradisiaca de personalidad y en su esfera universal de supremacía recta. Del Padre Universal que habita la eternidad ha emanado el mandato supremo: «Sed vosotros perfectos, así como yo soy perfecto». En amor y misericordia, los mensajeros del Paraíso han llevado esta exhortación divina a través de las edades y a través de los universos, aún hasta llegar a las criaturas tan bajas de origen animal como lo son las razas humanas de Urantia.
1:0.4 (22.1) Este magnífico mandato universal de esforzarse por alcanzar la perfección de la divinidad es el deber principal, y debería ser la más alta ambición, de toda la creación de criaturas forcejeantes del Dios de perfección. Esta posibilidad de alcanzar la perfección divina es el destino final y certero de todo progreso espiritual eterno del hombre.
1:0.5 (22.2) Los mortales de Urantia dificilmente pueden esperar ser perfectos en el sentido infinito, pero es enteramente posible para los seres humanos, que comienzan como lo hacen en este planeta, alcanzar la meta excelsa y divina que el Dios infinito ha puesto para el hombre mortal; y cuando alcancen este destino estarán, en todo lo que corresponde a la autorrealización y alcance de la mente, tan pletóricos en su esfera de perfección divina como Dios mismo lo está en su esfera de infinidad y eternidad. Puede que tal perfección no sea universal en el sentido material, ni ilimitada en comprensión intelectual, ni final en experiencia espiritual, pero es final y completa en todos los aspectos finitos de divinidad de voluntad, perfección de motivación de personalidad, y conciencia de Dios.
1:0.6 (22.3) Éste es el verdadero significado de ese mandato divino: «Sed perfectos, así como yo soy