• La calidad de sueño es tan importante como la cantidad. Además de la cantidad correcta de sueño (para ver los requisitos de sueño por edades, consulta el capítulo 2), un niño necesita:
El tipo correcto de sueño. Continuo, sin interrupciones (excepto en el caso de recién nacidos que necesitan ser amamantados o tomar el biberón durante la noche), y sin movimiento: el movimiento, por ejemplo, de un columpio para bebés evita que el cerebro entre en sueño profundo, y por ello no es tan restaurativo.
Dormir en el momento correcto. En otras palabras, la hora de ir a la cama, despertar y tomar siestas está en sintonía con los patrones naturales de sueño.
Sueño ininterrumpido por causas médicas como asma, alergias, reflujo, apnea obstructiva del sueño u otros desórdenes físicos del sueño.
• Los bebés deben aprender a dormirse solos: es una habilidad que se aprende. Al poner a tu bebé en su cuna —somnoliento pero despierto— le darás la oportunidad de dormirse por cuenta propia. Si tienes dificultad para visualizar lo que significa “somnoliento pero despierto”, imagina una escala del uno al diez en la que uno representa completamente despierto y diez representa profundamente dormido. La idea es que recuestes a tu bebé entre siete u ocho de la escala; debe estar abrigado, alimentado, cómodo y sin duda somnoliento pero suficientemente alerta para saber que está yendo a la cuna.
Cuando pones a tu bebé a dormir en el punto justo de la escala de somnolencia es probable que proteste. Esto es normal; no necesitas sacarlo de su cuna y comenzar de nuevo la rutina para ir a dormir. En vez de eso, quédate cerca y dale seguridad con palabras y contacto. De esta forma pronto aprenderá el paso entre estar somnoliento y dormirse sin protestar. Esto lo explicaré con más detalle en el capítulo 3.
Ten en cuenta que no quieres que tu bebé se quede dormido muy rápido. Si se duerme en menos de cinco minutos quiere decir que probablemente estaba tan somnoliento cuando lo acostaste que no se dio cuenta de que lo pasabas de tus brazos a su cuna. Sin esa posibilidad de darse cuenta, tu bebé no podrá aprender la “lección” de cómo dormirse solo. La próxima vez trata de poner a tu bebé cuando esté menos somnoliento.
A propósito, el concepto de “somnoliento pero despierto” se hace menos importante a medida que los niños crecen. Para los niños que empiezan a caminar y hasta el preescolar, tener una rutina relajante antes de ir a la cama, que incluya un tiempo de lectura y canciones, los prepara para dormir. Por supuesto, ¡asegúrate de no quedarte dormida con ellos durante esas lecturas de cuentos!
• La capacidad de un niño para quedarse dormido por sí mismo es importante no sólo a la hora de irse a dormir, sino también cuando se despierta a mitad de la noche o durante una siesta. Como los adultos, los niños tienen ciclos de sueño MOR1 (ligero) y no-MOR (profundo). Los ciclos de sueño de un niño son considerablemente diferentes del ciclo adulto hasta los dos años de edad. Cuando una persona de cualquier edad pasa de un ciclo de sueño al siguiente, su cerebro experimenta un “despertar parcial” en el que despierta lo suficiente para darse vuelta, notar que tiene sed o que se le cayó la almohada. Si la persona no se levanta para buscar un vaso de agua o recuperar la almohada, se vuelve a dormir. Para los bebés que duermen toda la noche, el despertar parcial sucede cada tres o cuatro horas (durante las siestas ocurren después de diez y treinta minutos de sueño); esto significa que durante un despertar parcial pueden abrir los ojos y darse cuenta de que están solos en su cuna. Quizá piensen: “estoy en mi habitación, aquí está mi muñeco de peluche”, y vuelvan a quedarse dormidos solos.
CONSEJO PARA DORMIR BIEN
Quedarse dormido por cuenta propia es una habilidad que se aprende. Guiar con gentileza a nuestros hijos a que la dominen es tan importante como enseñarles el abecedario.
• Es fundamental que un bebé aprenda a dormirse sin ninguna “muleta para dormir”; en otras palabras, una asociación negativa que requiere que se haga algo al o por el bebé para que se duerma. Algunas de las muletas más comunes son amamantar, tomar el biberón, mecer, caminar o acostarse con el bebé o niño hasta que se quede dormido. Estas acciones son “negativas” porque el niño no puede hacerlas por sí mismo.
• Las “asociaciones positivas del sueño”, por otra parte, son comportamientos autorrelajantes o rituales que un bebé puede crear por sí mismo, como chuparse los dedos, tocar su pelo, acariciar un muñeco de peluche o su manta preferida, frotar cosas contra su mejilla, mecer su cuerpo, tararear o cantar.
• Eliminar una muleta de sueño puede ser igualmente difícil para los padres y para el bebé. Después de todo, tú también llegaste al punto de depender de la magia de mecer, amamantar, columpiar o caminar con tu bebé hasta que se quedara dormido. Puede ser duro dejar esas ayudas, pero en última instancia debes llegar al punto en que puedas parar antes de que tu bebé esté completamente dormido. Trata de disminuir el tiempo que paseas o meces a tu pequeño antes de ponerlo en su cuna. Ten en cuenta que algunos bebés se molestan cuando no los pasean o mecen lo suficiente para quedar completamente dormidos. En este caso es necesaria una estrategia más drástica: pasea o mece a tu bebé por un minuto —lo suficiente para decirle “te amo”, decir una oración o tararear una canción de cuna— antes de acostarlo. Si tienes que elegir entre muy somnoliento o muy despierto, elige lo segundo y luego trabaja en reconfortar a tu bebé hasta que esté somnoliento en su cuna.
Si amamantas o le das biberón a tu bebé para que se duerma, puedes hacer que la parte de alimentación de su rutina para ir a dormir sea antes. O deja una luz suave encendida para ver cuando tu bebé comience a quedarse dormido (y así disminuir la asociación en su mente entre comer y conciliar el sueño). Obsérvalo con atención: cuando deje de succionar y tragar enérgicamente, y en su lugar mame despacio, con un movimiento de agitación suave, ya habrás excedido tu objetivo de adormecimiento. En este momento tienes dos alternativas:
1. Sepáralo de tu pecho o de su biberón, ponlo en su cuna y la próxima vez trata de parar un poco antes. Si se despierta cuando lo estás separando y te mira como diciendo: “¡Oye, todavía tengo hambre! No fue mi intención quedarme dormido”, entonces dale otra oportunidad. Si se despierta lo suficiente para comer, déjalo terminar. Pero si enseguida comienza a quedarse dormido, ¡te engañó! Tu bebé no tiene hambre: simplemente quiere que lo sigas amamantado hasta dormirse. Sepáralo, haz que eructe, dale un beso y déjalo en su cuna.
2. Despiértalo: cámbiale el pañal o afloja su pijama. Dile algunas palabras reconfortantes de buenas noches y acuéstalo en su cuna despierto.
• Los niños necesitan rituales de mañana lo mismo que los necesitan por la noche para ayudarles a entender la diferencia entre horas de vigilia y de sueño. Cuando es hora de comenzar el día, haz un “despertar dramático”. Abre las cortinas, enciende las luces, canta una alegre canción de buenos días y dale la bienvenida al nuevo día.
A medida que leas este manual, verás cómo uso el despertar dramático para ayudar a tu hijo a diferenciar el momento en que vas a sacarlo de su cuna o cama. Digamos que se despierta a las 5:00 y te sientas cerca de su cuna o cama para ayudarlo a dormirse de nuevo. A las 6:00 sigue despierto, sin signos de volver a dormirse, y deseas darte por vencida de que duerma cuando aún es de noche (6:00 es lo más temprano que te recomiendo como horario para que pierdas las esperanzas de que duerma de noche). No te aconsejaría que te pararas, lo sacaras de la cuna y comenzaras el día con el temor de que podrías acostumbrarlo a llorar intermitentemente por una hora (ver refuerzo intermitente, más abajo). En su lugar, te recomiendo que salgas de la habitación, cuentes hasta diez, vuelvas a entrar, enciendas la luz, le des los buenos días y comiences tu