Polvo y decadencia. Jonathan Maberry. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jonathan Maberry
Издательство: Bookwire
Серия: Ruina y putrefacción
Жанр произведения: Книги для детей: прочее
Год издания: 0
isbn: 9786075573465
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—combate, sigilo, capacidades atléticas casi increíbles— pero carecía del más pequeño sentido de la ironía y el humor. Hasta que llegó a Mountainside, la existencia de Lilah había sido un continuo infierno de paranoia, miedo y violencia. Aquel no era el tipo de ambiente que propicie el desarrollo de habilidades sociales.

      —Gracias, Lilah —dijo Benny—. Me aseguraré de recordarlo.

      Ella asintió como si él hubiera hecho una promesa importante.

      —Así no tendré que aquietarte después —dijo. Tenía una voz a la vez suave y rasposa, pues sus cuerdas vocales se habían dañado de tanto gritar cuando era pequeña.

      Benny la observó por un momento, sabiendo que Lilah hablaba totalmente en serio. Y sabía también que ella lo haría. Si él muriera y se convirtiera en zom, Lilah lo mataría —lo aquietaría, como preferían decir todos en el pueblo— sin dudarlo ni un solo instante.

      Benny giró hacia Nix.

      —¿Quieres intentarlo de nuevo? Esta vez lo bloquearé.

      —Ah… ¿al fin vas a intentar con la parte “inteligente” del programa para el “guerrero inteligente”? —observó Chong—. Muy sabio de tu parte.

      Nix sonrió a Benny. No era una de esas cálidas sonrisas que él añoraba. Le recordó ahora más a la expresión de Lilah cuando ésta cazaba zoms.

      No obstante, Benny logró bloquear.

      No es que le sirviera de mucho hacerlo sólo una vez.

      —¡Auch! —gritó tres segundos después.

      —¡Guerrero inteligente! —gritaron a coro Morgie y Chong.

      Benny les lanzó una fulminante mirada asesina.

      —¿Qué tal si alguno de ustedes, payasos, trata de…?

      Su comentario fue cortado de tajo por un fuerte y repentino alarido.

      Todos quedaron congelados, sólo alcanzaron a girar la cabeza hacia el centro del pueblo. El grito fue agudo y penetrante.

      Se produjo un momento de silencio.

      Entonces otro alarido cortó el aire. Era la voz de un hombre, intensa y chillante, llena de dolor.

      Más gritos siguieron.

      Y después el súbito y hueco estallido de un disparo de escopeta.

      4

      —¡Quédense donde están! —ordenó Tom en el acto.

      Corrió al interior de la casa y volvió a salir un momento después con su espada en una mano y su pistolera de cintura en la otra. No se trataba de una espada de práctica, sino de su mortífera katana de acero que utilizaba en su trabajo como el más eficaz cazador de zombis de toda Ruina. Se colgó la correa al hombro mientras pasaba frente a Benny a toda velocidad con dirección a la cerca. La saltó como un corredor de carreras de obstáculos y se alejó a toda velocidad mientras se abrochaba la hebilla de la pistolera.

      —¡No se muevan del jardín! —les advirtió.

      Esta última orden flotó hacia ellos a la par que Tom desaparecía sobre la colina.

      Benny giró hacia Nix, quien miró a Lilah, quien posó los ojos en Chong, quien a su vez contempló a Morgie.

      —Tom ordenó que nos quedáramos aquí —se apresuró a decir Nix.

      —Claro —confirmó Benny.

      Y de inmediato partieron. Tomaron todos sus espadas de madera y se apresuraron para atravesar la puerta del jardín, con excepción de Lilah, quien brincó la cerca exactamente como Tom lo había hecho momentos atrás. Entonces corrieron tan rápido como eran capaces de hacerlo.

      5

      Lilah pronto los dejó atrás. Sin embargo, desde el pasado septiembre habían trabajado sus músculos y aumentado su resistencia, por lo que no se quedaron muy atrás. En un grupo poco compacto dieron vuelta en la esquina del molino y aceleraron sobre Oak Hill Road.

      Benny sonrió a Chong, quien le contestó con otra sonrisa. De una extraña manera esto era divertido. Ellos eran guerreros ahora, los últimos aprendices de samurái del mundo. Esto era para lo que estaban entrenando.

      Entonces, justo cuando llegaban a la cima de la colina y doblaban a la izquierda por Mockingbird Street, escucharon una nueva serie de gritos.

      Eran gritos de niños, agudos y penetrantes.

      Ese sonido barrió de tajo las sonrisas de sus rostros.

      Benny miró a Nix.

      —Dios —jadeó ella, y corrió más aprisa.

      Los gritos no cejaban. Benny pensó que eran alaridos de terror, no de dolor. Había un poco de consuelo en ello.

      Doblaron a la derecha en Fairview y siguieron corriendo, apretando las espadas en sus manos sudorosas.

      Entonces todos se detuvieron en el mismo instante.

      Había tres casas al final de un grupo de locales comerciales. Los Cohen a la izquierda, la casa de los Matthias a la derecha y la de los Houser al centro. La gente del pueblo se había concentrado frente a la casa de los Houser. La mayoría portaba hachas, grandes maderos y palas de mango largo. Benny vio al menos cuatro personas con armas de fuego.

      —¡Es la casa de Danny! —dijo Nix en un susurro agudo.

      Benny y sus amigos fueron a la escuela con Danny Houser; las hermanas gemelas de Danny, Fe y Esperanza, cursaban entonces el primer grado.

      Vieron a Tom en el porche, asomándose al interior por la puerta abierta. Luego se echó atrás cuando algo entre las sombras de la sala a oscuras se movió hacia él.

      El aliento de Benny se le atoró en la garganta cuando vio a la figura emerger por la puerta con paso lento e inseguro, sus piernas se movían con rigidez y sus manos se estiraban para alcanzar a Tom. Era el abuelo Houser.

      —¡No! —gritó Danny, pero Tom seguía caminando hacia atrás.

      Los ojos del abuelo Houser eran negros y vacíos como dos agujeros, y su dentadura postiza castañeteaba como si tratara de morder el aire.

      Una profunda tristeza nació en el pecho de Benny. Le agradaba el abuelo de Danny. El viejo siempre era amable y contaba las anécdotas de pesca más divertidas. Ahora el abuelo Houser se había ido, y en su lugar quedaba un cuerpo sin pensamientos, humor o inteligencia. Sin restos de humanidad fuera de la mentira de su apariencia. Era un zombi movido por una incontrolable ansia caníbal. Incluso a quince metros de distancia, Benny podía oír el grave gemido hambriento de la criatura.

      —Debe haber muerto mientras dormía —dijo Nix.

      Chong asintió:

      —Y olvidó encerrarse en su habitación.

      Era una lamentable y terrible certeza que todo aquel que moría regresaba como un zom, así que todos debían encerrarse en sus habitaciones durante la noche. Eran raros los zoms que podían girar una perilla, y ninguno era capaz de correr un pasador o girar una llave. Que alguien muriera durante el sueño para reanimarse al salir el sol era uno los miedos constantes de la gente del pueblo.

      Porque este tipo de cosas ocurrían.

      Benny percibió un movimiento a su derecha y vio a Zak Matthias mirándolo a través de una ventana lateral de la casa contigua. Aquel chico nunca había sido precisamente un amigo, pero la mayor parte del tiempo él y Benny habían conseguido llevarse bien. Eran de la misma edad y habían estado juntos durante toda la escuela y en los exploradores. Jugaban en el mismo equipo de beisbol, luchaban en la misma categoría, e incluso a veces iban a pescar juntos si Morgie y Chong estaban ocupados. Pero todo aquello había sido antes del pasado septiembre.

      Zak Matthias era sobrino de Charlie Ojo Rosa. Aunque no estaban seguros, Benny y Nix creían que había sido él quien