En definitiva, las autoras que aquí escribimos compartimos una ideología de justicia frente al contexto de violencia estructural que vivimos en el país. Ahora, las mujeres exponemos no sólo nuestro cuerpo, sino también nuestras vidas para hacer frente a las violencias contra las mujeres, pero como decían en el marco del #YoSoy132: “Nos quieren enterrar, pero se les olvida que somos semillas”, o como lo ha expresado Dolores Cacuango, “somos como la paja del páramo que se arranca y vuelve a crecer y de paja de páramo sembraremos el mundo”.
Laura R. Valladares de la Cruz
Gema Tabares Merino
BIBLIOGRAFÍA
bell hooks (2017), El feminismo es para todo el mundo, Madrid, Traficantes de Sueños.
Consejo Nacional de Población (Conapo) (2015), “Encuesta intercensal 2015”, México.
Davis, Ángela (2019), Mujeres, raza y clase, Madrid, Akal.
Galtung, Johan (2003), Tras la violencia, 3R: reconstrucción, reconciliación, resolución. Afrontando los efectos visibles e invisibles de la guerra y la violencia, Bilbao, Gernika Gogoratuz.
Jimeno, Myriam (2007), “Lenguaje, subjetividad y experiencias de violencia”, en Antípodas. Revista de Antropología y Arqueología, núm. 5, Bogotá, Colombia, pp. 169-190.
Jimeno, Myriam; Daniel Varela y Ángela Castillo (2019), “Violencia, comunidades emocionales y acción política”, en Morna Macleod y Natalia de Marinis (eds.), Comunidades emocionales. Resistir a las violencias en América Latina, Ciudad de México/Bogotá, Universidad Autónoma Metropolitana/Instituto Colombiano de Antropología e Historia, pp. 33-64.
Lagarde, Marcela (1984), Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas, México, Siglo XXI, 2a. ed., 2015.
Sierra, María Teresa (2018), “Policías comunitarios y campos sociales minados en México: construyendo la seguridad en contextos de violencia extrema”, en Abya Yala. Revista sobre Acesso à Justiça e Direitos nas Américas, vol. 2, núm. 2, Brasil, disponible en <https://periodicos.unb.br/index.php/abya/article/view/18742/20358>.
Por la libre y por el derecho a la libre determinación: El Mezón. Una experiencia de comunidad emocional en el municipio de Ayutla de los Libres
Gema Tabares Merino*
SUMARIO: Introducción. Retenes comunitarios “para cuidar al pueblo y para las fotos de los antropólogos”. “Preparemos gente capaz de resolver el problema a su propio pueblo”: la universidad. El proceso de reeducación de los 54 resguardados. Primera Asamblea del Tribunal Popular. “Después de todo fue la UPOEG el punto de lanza para todo el proyecto de autonomía”. Conclusiones: repensar el trabajo colaborativo. Bibliografía.
A la valiente comunidad de El Mezón.
¡No nos levantamos para matar, nos levantamos para vivir!1
INTRODUCCIÓN
Realizo un viaje por la carretera “libre” de Acapulco hacia Ayutla de los Libres para llegar a la comunidad de El Mezón, de la Costa Chica de Guerrero. En el transcurso de este viaje describo cómo opera la violencia estructural y cuál ha sido la respuesta de los pueblos indígenas frente a la ausencia del Estado en materias de seguridad, principalmente del municipio de Ayutla de los Libres. Expongo, a partir de la experiencia organizativa de esta comunidad, la configuración de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), el surgimiento del Sistema de Seguridad y Justicia Ciudadana-Policía Ciudadana (SSyJC-PC) y la instalación de la Universidad de los Pueblos del Sur (Unisur); para ello retomo puntuales asambleas municipales y explico cómo El Mezón se configura en una “comunidad emocional” (Jimeno et al., 2019), que en defensa de la territorialidad y del desarrollo integral desde la visión de los pueblos indígenas y afromexicanos, denuncia políticamente múltiples violencias que decanta en la búsqueda del derecho a la libre determinación, plasmado en una nueva estructura de gobierno indígena, electa mediante sistemas normativos internos. Finalizo con un ejercicio metodológico, etnográfico y colaborativo desde mi experiencia como antropóloga situada en un contexto de violencias.
RETENES COMUNITARIOS “PARA CUIDAR AL PUEBLO Y PARA LAS FOTOS DE LOS ANTROPÓLOGOS”
Llego al sitio de taxis que salen desde Acapulco hacia Tierra Colorada. En el camino, el taxista insiste en que “las cosas ya están complicadas en el puerto”, y entre pláticas acerca de la seguridad, llegamos al primer retén del Sistema de Seguridad y Justicia Ciudadana (SSyJC) en Xaltianguis, en este retén comunitario se pueden observar a ocho policías ciudadanos que portan gorra, playeras color verde olivo con el logotipo de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG), y también portan escopetas, “para cuidar al pueblo y para las fotos de los antropólogos”,2 el chofer se detiene, uno de ellos pide cooperación voluntaria y los pasajeros cooperan, a velocidad lenta, el taxista reanuda el viaje; entonces aprovecho la pasada del retén para seguir conversando acerca de “la paz” en el estado de Guerrero. Todos los pasajeros dicen que se sienten “más seguros” con los policías ciudadanos que con los “policías del gobierno”.
Varios kilómetros después se encuentra el segundo retén comunitario del SSyJC con la misma dinámica de resguardar el territorio y nuevamente se pide cooperación voluntaria a los carros que transitan por esa ruta. Esta vez sólo cooperan dos pasajeros. “¿Saben qué significa Xaltianguis?” pregunto, y el taxista inmediatamente responde “es una palabra indígena [xalli, tianquiz] que quiere decir mercado de algo [de arena]”.
A partir de agosto de 2013, los habitantes de Xaltianguis, localidad rural del municipio de Acapulco, se organizan para incorporarse a la UPOEG y crear su propio Sistema de Seguridad y Justicia Ciudadana, que en sus inicios fue protagonizado principalmente por mujeres. Este panorama demostró que en Guerrero “el rey estaba atrapado”.3 Desde una visión institucional, el gobierno ha argumentado que “Xaltianguis no era territorio comunitario”, esto se traducía en diversas disputas que durante su proceso de conformación y actualmente enfrenta la policía ciudadana con las autoridades gubernamentales, principalmente con Seguridad Pública. Los habitantes demuestran con hechos lo que es evidente: falla el sistema de seguridad de las policías municipal y estatal. Existe un posicionamiento axiomático por parte de la policía ciudadana hacia la defensa territorial; con ello, la persecución es constante, esto se puede ilustrar con los fallidos intentos de “desarmar” con operativos encabezados por la Secretaría de Marina y la policía federal a más de 100 policías ciudadanos de Xaltianguis, liderados por Ernesto Gallardo Grande, comandante regional de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero.
Llego al crucero de Tierra Colorada. A pocos metros, y en dirección hacia Chilpancingo, se encuentra una base y un retén comunitario del SSyJC de la UPOEG. Aquí realizo una breve parada: las señoras venden atole, los taxistas gritan “¡Las Mesas, falta uno, vámonos!”, los negocios se encuentran abiertos, “no como en Acapulco”4 y los trabajos carreteros aturden con un ruido de maquinaria pesada. Continúo el viaje hacia la comunidad El Mezón, que queda a 42 kilómetros de la cabecera municipal de Ayutla y donde nacen los ideales de la estructura para el orden de seguridad y la conformación del SSyJC, principalmente