Lovefulness. Valeria Debotas. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Valeria Debotas
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789585564978
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ve aumentando su duración a quince, veinte minutos o más.

      De acuerdo a tus horarios y actividades puedes hacerlo al levantarte o antes de dormir. En lo personal te recomiendo hacerlo dos veces al día, en las mañanas es excelente para iniciar con buena vibra y por las noches es muy oportuno porque ayuda a la relajación. Cada quien buscará lo que sea más cómodo y práctico, dentro de sus posibilidades.

      » Busca un lugar tranquilo que te permita la concentración. (Mucha comodidad y cero interrupciones)*.

      » Acompaña tu momento con una bebida caliente, si puedes enciende una barrita de incienso o utiliza aromas relajantes.

      » Agradece el hecho de que puedas estar allí en el momento presente.

      » Restringe el uso del celular o de dispositivos electrónicos.

      » Siéntate e imagina que un hilo sale desde la coronilla de tu cabeza, que te hala el cuerpo y te lleva a mantener la espalda recta. Recuerda que el objetivo del ejercicio es relajarte, así que recta no quiere decir tensionada.

      » Cruza las piernas, pon la derecha sobre la izquierda. Exceptuando si tienes algún problema en las rodillas o determinada situación de salud que te impiden sentarte de esa forma.

      » Abre las manos, suéltalas y ponlas sobre tus muslos.

      » Cierra los ojos o entreciérralos, lo que consideres que te va a ayudar a mantener la atención en el momento presente.

      » Sonríe, no necesitas un motivo aparente o alguna causa, deja que la sonrisa salga de tu corazón y se revele en tu rostro.

      » Ponle atención a tu respiración, concéntrate en el aire que entra y sale por tu nariz. Inhala dos veces y exhala tres. Repítelo lentamente de tres a cinco veces, o las que consideres necesario.

      » Percibe cómo todo tu cuerpo sigue tu respiración, cómo se mueve tu pecho, hombros y vientre.

      » Ten en cuenta que tu mente seguirá en actividad porque ella es así y nunca va a parar, aparecerán variados pensamientos, recuerdos o emociones, sin embargo, los dejarás pasar.

      » Si por un rato te “llegas a ir” hacia alguno de los pensamientos que tu mente generó, pues no pasa nada, volverás a enfocarte en tu respiración.

      » Cuando ya te sientas más relajada, aparecerá frente a ti una puerta, la abrirás y esta te llevará a un paisaje espectacular que te producirá mucha calma. Puede ser una playa, una cascada, un bosque, un riachuelo, o una selva.

      » Si sientes que no es fácil imaginarse algún escenario o necesitas ayuda extra, echa mano de algún recuerdo o antes de iniciar este ejercicio busca en internet videos de paisajes naturales o sonidos de agua como las olas del mar, cascadas, etcétera.

      » Contempla ese maravilloso lugar, siente los rayos de sol, la brisa, o la potencia de los colores. Imagina que toda la energía del sitio cae sobre ti, puede ser en forma de luz o de viento.

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      » Te sientes plena, inundada de la cabeza a los pies con pura energía positiva, te tomas un momento para experimentar ese poder dentro y fuera de ti, luego te miras las manos y notas que posees un brillo especial.

      » Estás allí un rato disfrutando del momento y orientada a tus sensaciones.

      » Respira profundo y frente a ti vuelve a aparecer a la puerta. Te levantas lentamente y te diriges hacia ella. Luego apareces en tu cotidianidad, pero te percibes diferente y lista para volver al ruedo.

       *Si vives con más personas o te es difícil encontrar un espacio en el que puedas alejarte, entonces utiliza los ejercicios de respiración (inhala y exhala) mientras realizas actividades cotidianas como bañarte, contestar correos, o lavar los platos. Como dice mi maestro “en el arte de lo posible”.

      “Solo se puede inflar lo que está vacío”. Anónimo.

      Una autoestima inflada en apariencia se ve grande, como puede serlo un globo de esos que cuelgan en las fiestas infantiles, pero al final está hecho de un material tan frágil, llamado ego, que llega un alfiler lo bastante afilado y lo explota, así que su verdad sale a relucir y adentro no había nada de esa supuesta grandiosidad.

      La pseudoautoestima es una especie de máscara o fachada que se muestra al mundo y que no es real porque su poder se aferra o se sustenta sobre bases erróneas, por eso cuando las condiciones externas cambian, el disfraz cae.

      Cuando una persona siente que su valor está ligado a sus posesiones materiales, estatus social, belleza física, o porque pertenece a determinado grupo, secta o club de moda.

      Cuando se confunde la seguridad con prepotencia y la persona no acepta críticas ni reconoce sus errores.

      Cuando se empeña en mostrar un halo de perfección y fortaleza, pero por dentro se siente asustada e incapaz.

      Cuando exagera sus logros e intenta ocultar sus errores, busca la manera de llamar la atención y ser visible.

      La autoestima inflada esconde un sentimiento de inferioridad y suele ser frágil, porque los esfuerzos de quien usa el disfraz estarán enfocados en mantener la fachada y no en el crecimiento personal. Lo cual llega a ser agotador.

      Si bien somos seres sociales, y de cierta forma queremos reconocimiento y aceptación, nuestra autoestima no debe construirse sobre las etiquetas, el qué dirán u otros aspectos pasajeros. La naturaleza de los fenómenos es cíclica, así que todo tiene un comienzo y un final, por ende no es inteligente ni sano aferrarse a aquello que pudiera ser transitorio, ya que nuestras condiciones pueden cambiar y esfumarse: el dinero, el trabajo, el cuerpo de infarto o la membresía del club. Esto nos vuelve esclavas y lo que se busca es una verdadera libertad.

      La pseudoautoestima es la apariencia, la autoestima es la esencia. Siempre que puedas sé consciente y ve hacia la esencia.

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      “Yo, cuando pienso que debo ser inteligente, linda, tener una carrera exitosa, pareja, vida social activa, contestar el Whatsapp, ser multiorgásmica, mantenerme cuerda, darle la vuelta al mundo, vestirme bien, ser amable, sobrevivir y ser feliz”. Autora desconocida.

      Somos seres interdependientes y desde el inicio de nuestras vidas estamos en contacto con otras personas. Nuestro rebaño nos muestra el camino que debemos transitar porque así lo han hecho las demás ovejas por los siglos de los siglos... amén.

      Los constructos sociales nos enseñan a pertenecer y a ser parte de algo, por eso de cierta forma perseguimos el éxito y buscamos cumplir con pautas, porque esto atraerá la aceptación y validación de nuestros pares. No nos digamos mentiras, esto influye y pesa, no somos ajenas a los factores externos, ni estamos hechas de palo.

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      Por eso cuando nuestra vida no encaja con esos estándares impuestos, y no se parece a aquello que dicta la sociedad tradicional, o no hemos alcanzado aquello que en teoría deberíamos haber chuleado de la lista, aparece la presión social, una fuerza invisible que se materializa para empujarnos, para que volvamos a lo establecido, como si fuera el único sendero válido para transitar.

      Todas las personas hemos experimentando algún tipo de presión en nuestras vidas, quizás en la adolescencia como prueba para ingresar al grupo de la gente popular, en nuestro trabajo para ganarnos el ascenso que tanto buscamos, o en las reuniones familiares cuando llegamos a la fiesta navideña sin acompañante.

      Existen