Museo de historia natural Colegio San José. Jineth Berrío Martínez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jineth Berrío Martínez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Математика
Год издания: 0
isbn: 9789585122321
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de Minas y la Escuela de Agricultura Tropical y Veterinaria, estas dos últimas de la Universidad Nacional, sede Medellín. Al mismo tiempo, en algunos colegios de secundaria se advertía un interés por estas áreas, en parte, como se ha dicho antes, como resultado de la llegada al país de educadores extranjeros que se preocupaban por la formación de una cultura científica entre sus alumnos (Atehortúa, 1988: 417). El paso definitivo en la culminación del ciclo de la historia natural hacia la institucionalización de las ciencias biológicas en Colombia se dio con la expedición de la Ley 123 del 26 de noviembre de 1928, que ordenaba la creación de una comisión permanente para el fomento del estudio de las ciencias naturales (O. Restrepo, 1986: 263).

      A esta Ley se acogió el ministro de industrias, José Antonio Montalvo, para fundar, en 1931, el Herbario Nacional. Para culminar el proceso que se había puesto en marcha, fue definitiva la reorganización de la Universidad Nacional, realizada mediante la Ley 68 de 1935 (O. Restrepo, 1986: 263). En 1938, al iniciarse la construcción de la Ciudad Universitaria en Bogotá, el Departamento de Botánica ocupó el primer edificio. Allí se trasladó el Herbario Nacional dirigido por Enrique Pérez Arbeláez, que desde 1939 se llamó Instituto de Botánica (Obregón Torres, 1992: 250).

      Para 1940, esta institución amplió sus actividades investigativas a varias ramas de la zoología, por lo que cambió su nombre por el de Instituto de Ciencias Naturales, con Armando Dugand como director (Obregón Torres, 1992: 250). Fue así como el desarrollo de las ciencias naturales en el país se dio merced a la creación del Instituto de Ciencias Naturales en la Universidad Nacional de Colombia (Díaz Piedrahíta, 2005b: 290). Igualmente, con la ampliación de los programas en esta área en el sistema universitario, el aumento de la docencia de tiempo completo y el mayor apoyo a la investigación, el número de científicos e investigadores en ciencias naturales se incrementó (Atehortúa, 1988: 419).

      Según Olga Restrepo (1986), en el siglo XX comenzó a darse, con particularidad en Antioquia, una mayor especialización y diversificación de la investigación en biología, relacionada con las demandas de los sectores agropecuario y de salud pública; así, se abrieron espacios en entomología, parasitología, microbiología, inmunología y ecología, en particular, la creación de la carrera de Ingeniería Forestal (1951) en la Universidad Nacional, sede Medellín, y el Instituto de Biología (1962) en la Universidad de Antioquia, bajo el impulso de Fabio Heredia C. Esta última institución permitió la formación de especialistas y dio inicio a un amplio desarrollo de las ciencias naturales en el departamento (Atehortúa, 1988: 419).

      Como se mencionó antes, los hermanos de la Salle llegaron a Colombia después de la aprobación de la Ley Combes en Francia, que prohibía a los religiosos impartir la enseñanza, lo que llevó a la expulsión y supresión de numerosas órdenes religiosas en ese país. Desde su llegada a Colombia y durante su recorrido por el río Magdalena, el hermano Apolinar María –Nicolás Seiler– se dedicó a la recolección de especímenes de animales y plantas. Aunque tenía la obligación de cumplir múltiples actividades como director del Instituto de la Salle, no dejó de lado sus intereses científicos y continuó la colección de ejemplares zoológicos y minerales, que fue acumulando en una vitrina (Idinael [hermano] 1951: 6-7).

      Las colecciones fueron aumentando, y en 1909, el hermano Apolinar María solicitó a sus superiores la construcción de un edificio para conservar y exponer el material. La solicitud obtuvo una respuesta positiva, y en 1910 fue inaugurado el Museo de Historia Natural de la Salle, primera institución de este tipo en el país. Fue así como el hermano Apolinar María dejó su cargo de director del Colegio para ser el primer director del Museo. Como lo destaca el hermano Henri Idinael, en pocos años el hermano Apolinar María logró interesar y adiestrar a varios hermanos de la comunidad, que imitaban sus procederes y le aportaban el producto de sus cacerías. Cuando estos colaboradores eran transferidos a comunidades de provincia, le remitían al hermano lotes de plantas herborizadas, insectos, aves y curiosidades (Idinael [hermano] 1951: 7). Además, contaba con la colaboración de los hermanos Nicéforo María en Medellín, Ariste José en Caldas y Enrique y Esteban Gaetán en Bogotá (Restrepo, 1986: 262). La Foto 1 muestra algunos de los hermanos lasallistas de la época.

      Fuente: Archivo MHN-CSJ. S. f.

      A lo largo del siglo XX, se fue configurando lentamente en Colombia una red de museos de historia natural en las instituciones educativas regentadas por los hermanos de la Salle que permitió el intercambio de especímenes científicos de diferentes regiones del país. Además de los museos del Instituto de la Salle en Bogotá (1904), el Colegio de San José en Medellín (1911) y el Colegio Biffi en Barranquilla (1918), para 1940, en Antioquia, existían pequeños museos con colecciones variadas en el Colegio de San José en Jericó, el Colegio de San José en Sonsón, el Aspirantado lasallista en San Pedro, el Colegio la Salle en Bello, el Colegio Gregorio Gutiérrez González en La Ceja y el Colegio San Luis en Yarumal. Adicionalmente, en el departamento de Norte de Santander se contaba con los museos del Colegio Provincial de Pamplona y el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús en Cúcuta (Serna Díaz [hermano] s. f.:1-16).

      Adicionalmente, entre 1941 y 1961, se crearon los siguientes museos: en el departamento de Caldas, el del Colegio Pío XII en Salamina y el Colegio Nacional en Pensilvania; en el departamento de Risaralda, el del Colegio de la Salle en Pereira; y en el departamento de Santander, el del Colegio de San José de Guanentá en San Gil (Serna Díaz [hermano] s. f.:1-16). Sin embargo, como lo describe este autor – Marco Antonio Serna Díaz, hermano Esteban Gabriel–, los museos funcionaban en condiciones de pobreza, ya que carecían de ayudas oficiales o particulares frecuentes, y el trabajo realizado por los hermanos y alumnos se realizaba en tiempos de descanso o vacaciones (3-4).

      A pesar de los grandes esfuerzos que significaron la recolección, preparación, clasificación y custodia de las colecciones, y que, paralelo a los museos funcionaban sociedades científicas que promovían el estudio de las ciencias, la suerte de la mayoría de ellos y sus colecciones fue desafortunada. Como no se contaba con presupuestos fijos, su funcionamiento dependía de las prioridades momentáneas de la administración del establecimiento educativo. Además, en los colegios que los Hermanos Cristianos dejaron de regentar, las colecciones fueron abandonadas y desaparecieron con el paso del tiempo (Serna Díaz [hermano] s. f.:1-16).

      En la actualidad, existen el Museo de la Salle en Bogotá, el Museo de Ciencias Naturales del Colegio Biffi en Barranquilla y el Museo de Ciencias Naturales de la Salle en Medellín. Por lo tanto, a lo largo del siglo XX, estos centros han sido claves en el proceso de la promoción de las ciencias naturales y el desarrollo de actividades que buscan la protección, recuperación, divulgación y conservación del patrimonio cultural y natural del país.

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