Políticas de la imagen y de la imaginación en el peronismo. Eduardo Galak. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Eduardo Galak
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789876919319
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del presupuesto estatal en Europa comparado con lo exiguo de los fondos destinados en la Argentina para similares fines, razón por la que aboga por una mayor intervención del gobierno. El legislador autor de la propuesta menciona a pedagogos de prestigio, como Víctor Mercante y Pablo Pizzurno, quienes propiciaron el uso de fotogramas en las aulas argentinas, a la vez que expone diversas iniciativas que procuraban institucionalizar la cinematografía como recurso pedagógico.

      El 10 de abril de 1940 ya se había tratado de solucionar el problema creando la Comisión de Cinematografía Escolar, la cual aconsejó la adopción de películas de 16 mm y el Consejo se expidió favorablemente. Terminada la función de esta comisión, se nombró el 16 de noviembre de 1942 una segunda, con el cargo de estructurar la aplicación del cine en las escuelas (Argentina, 1946: 14). El diputado Reynes explica que en el momento de presentar su proyecto existían dos organismos creados previamente que tenían atribuciones sobre el cine educativo: la Oficina de Ilustraciones y Cinematografía Escolar y la Comisión Especial de Cinematografía y Cineteca. Vale la pena aclarar que el diputado no era un novato en la materia, ya que había publicado en 1937 una obra llamada El problema del cinematógrafo para los niños, en la cual expone sus postulados acerca del doble rol de la cinematografía escolar: por un lado, como auxiliar de la enseñanza y, por el otro, como factor relevante de la educación moral (Reynes, 1937: 5). Empero, para el legislador, periodista de profesión, lo hecho hasta el momento de la fundación de la Dirección fue “esporádico, inorgánico e incompleto”. Finalmente, el 28 de agosto de 1946 se creó la Dirección Nacional de Cinematografía Educativa, con el objetivo –según lo esgrime su artículo 1º– de abarcar todo lo relacionado con la utilización de la cinematografía como auxiliar didáctico en las tres ramas de la enseñanza –con referencia a la instrucción intelectual, moral y física–, en el territorio de la Nación, y de ocuparse en general de cuantos problemas se vinculen con el empleo del cinematógrafo como agente de educación y cultura (Argentina, 1946).

      En simultáneo, Reynes presentó los lineamientos de un proyecto de ley que abogaba por la creación de un departamento de cinematografía educativa, tendiente a recuperar “los atributos sublimes de la nacionalidad” (Argentina, 1946), en lo concerniente al cine pedagógico y sus funciones escolares. A partir de la fundamentación que esgrime, es posible interpretar dos caras de una misma moneda: la centralidad estaba hasta entonces en manos de la injerencia extranjera –en especial inglesa y estadounidense–, por intermedio de instituciones culturales que trabajaban asociadas a las embajadas de esos países, a la vez que, como anverso, puede pensarse que ello justificaba no solo el fomento estatal del cine educativo, sino también la intervención de los contenidos fílmicos, realzando lo nacional en las imágenes.

      No debemos olvidar que la enseñanza en nuestro país debe estar fundamentalmente a cargo de nuestros maestros quienes, con el auxilio de un cinematógrafo hecho con sentimiento y orientación argentinos, podrán modelar con más cariño el carácter nacional y mantener más vivo el culto de las mejores tradiciones de nuestra patria. (Argentina, 1946: 18)

      En lo que respecta al rol estatal en la radiofonía, cabe señalar que entre 1945 y 1948 se presentaron una serie de proyectos legislativos, algunos de los cuales llegaron a sancionarse, que procuraban que el Estado administrara los contenidos de lo que debía escucharse masivamente y los alcances técnicos radiales. Aunque había un consenso en la responsabilidad política que le cabía a lo público –a tono con los antecedentes y la coyuntura global, especialmente en un mundo que todavía no salía completamente de los totalitarismos–, también existieron voces contrarias a que el Estado gestionara los contenidos radiales por los riesgos de su centralización. En este sentido puede citarse el proyecto presentado por el opositor diputado radical Silvano Santander, en el cual solicita a las autoridades del Poder Ejecutivo que brinden explicaciones en el Congreso Nacional sobre determinadas cuestiones. Entre otras, se destaca, según el autor del proyecto, la demasiado reiterada interrupción de las programaciones radiales, que deben cortar su habitual desarrollo “varias veces al día, a cualquier hora y en cualquier circunstancia, conectando con Radio del Estado, para transmitir discursos o noticias intrascendentes, siempre de carácter político” (Argentina, 1947a: 3).

      La originalidad pasaba a su vez por la creación de contenidos fílmicos dedicados a una particular interpretación de la historia argentina, con el propósito de contribuir a diseminar sentimientos nacionalistas a los alumnos. Por cierto, esto parece haber sido parte de un consenso coyuntural, que desmonta caracterizaciones que definen al peronismo como un gobierno monolítico donde las realizaciones corresponden solo a la voluntad del líder. En este registro se inscribe la ley impulsada el 5 de agosto de 1948 por el diputado opositor Jacinto Raineri, que establece que los productores de películas debían realizar como mínimo un film que abordara sucesos históricos nacionales (Argentina, 1948a: 3). A su vez, el uso de dibujos animados puede entenderse en línea con los argumentos y las técnicas propiciados por el movimiento pedagógico conocido como la Escuela Nueva, en el sentido de privilegiar a la infancia, algo que con el correr de los años el peronismo hizo lema oficial con la conocida frase