Índice
Prefacio a la presente edición
1. Definición de las instituciones
Tipos de debilidad institucional
La interpretación judicial como fuente de incumplimiento e inestabilidad
3. Razones de la debilidad institucional
Los orígenes del (in)cumplimiento
Fuentes de insignificancia: costos del público y diseño preventivo
4. La persistencia de la debilidad institucional en América Latina
¿Un problema de “importación” de instituciones?
Mecanismos que reproducen la debilidad institucional en América Latina
La democracia y la ambición institucional
Conclusiones
Bibliografía
María Victoria Murillo
Steven Levitsky
Daniel Brinks
LA LEY Y LA TRAMPA EN AMÉRICA LATINA
Por qué optar por el debilitamiento institucional puede ser una estrategia política
Traducción de
Ana Bello
La ley y la trampa en América Latina / María Victoria Murillo, Steven Levitsky, Daniel Brinks.- 1ª ed.- Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2021.
Libro digital, EPUB.- (Sociología y Política, serie Rumbos teóricos // dirigida por Gabriel Kessler)
Archivo Digital: descarga
Traducción de Ana Bello // ISBN 978-987-801-063-2
1. Instituciones Políticas. 2. Democracia. 3. Política Latinoamericana. I. Brinks, Daniel M. II. Levitsky, Steven. III. Bello, Ana, trad. IV. Título.
CDD 320.80
Título original: Understanding Institutional Weakness. Power and Design in Latin American Institutions (2019, Cambridge University Press)
© 2021, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.
Ilustración de portada: Victor Solís
Diseño de portada: Departamento de Producción Editorial de Siglo XXI Editores Argentina
Digitalización: Departamento de Producción Editorial de Siglo XXI Editores Argentina
Primera edición en formato digital: marzo de 2021
Hecho el depósito que marca la ley 11.723
ISBN edición digital (ePub): 978-987-801-063-2
Prefacio a la presente edición
¿Por qué América Latina?
¿Por qué es importante estudiar la debilidad institucional en América Latina en particular, cuando se trata de un rasgo muy extendido en los países en vías de desarrollo y el mundo poscomunista, e incluso parece estar resurgiendo en las democracias occidentales establecidas? Nos enfocamos en América Latina porque presenta un importante conjunto de características que se repiten y una variación útil. Con pocas excepciones, los países latinoamericanos poseen, al menos, Estados mínimamente eficaces y regímenes electorales competitivos (para no decir “plenamente democráticos”). Por eso, no son casos en los que las instituciones políticas puedan desestimarse por carecer de predictibilidad y uniformidad. Además, la fortaleza institucional varía sustancialmente en la región cuando se comparan las experiencias de diferentes países, distintas instituciones y diversos períodos de tiempo. A la vez, las conclusiones que se desprenden del análisis de América Latina son claramente aplicables a otras regiones del mundo, y lo que aprendemos de la región puede contribuir a un debate más amplio sobre las instituciones en la ciencia política.
Las cuestiones referidas a la fortaleza institucional son sumamente importantes en América Latina. Dadas las grandes desigualdades y las deficiencias del Estado en la región, el impacto potencial de las reformas institucionales sería dramático si se cumplieran las normas tal como fueron escritas al sancionarse. Si las leyes destinadas a eliminar la corrupción, el clientelismo, la discriminación racial o la violencia contra la mujer, o las normas destinadas a redistribuir los ingresos a los pobres, hacer cumplir los derechos de propiedad contra los ocupantes ilegales o proteger el medio ambiente efectivamente se cumplieran a lo largo del tiempo, las consecuencias sociales y distributivas serían enormes. Por lo tanto, el cumplimiento institucional y su durabilidad tienen una relevancia alta. En la lucha por establecer qué reglas se aplican y cómo, y si permanecen vigentes o se descartan, hay ganadores y perdedores importantes.
Cabe advertir con claridad las consecuencias de la debilidad institucional en la debacle en torno a la elección presidencial de 2019 en Bolivia. La fragilidad de las instituciones políticas bolivianas se hizo evidente cuando el presidente Evo Morales ignoró la prohibición constitucional de una tercera reelección, incluso después de perder un plebiscito convocado para cambiar esa regla en 2016. La percepción de que las instituciones electorales no iban a tener la fortaleza para imponer un resultado adverso a un presidente poderoso llevó a una encendida reacción de la oposición cuando aparecieron denuncias de manipulación electoral. La sensación de que el gobierno no estaba respetando las reglas electorales activó las protestas y desencadenó un conflicto social violento, que en última instancia trajo aparejadas la renuncia y la salida del presidente Morales del país. Desde ya, algunos de los elementos de esa reacción también circularon por canales extrainstitucionales: protestas callejeras, la negativa de las fuerzas de seguridad a mantener el orden social, la “sugerencia” de las fuerzas armadas de que el presidente renunciara y una sucesión presidencial de problemática legitimidad. En pocas palabras, el conflicto se originó, en parte, en una situación de debilidad institucional que adoptó la forma de desobediencia de las reglas, una debilidad que también influyó en la reacción que siguió.
En su momento, la intervención de las fuerzas de seguridad, más aún, abrió interrogantes sobre el posible regreso de la inestabilidad política que caracterizó a Bolivia durante la mayor parte del siglo XX (en ese país hubo trece golpes militares entre los años veinte y los ochenta). La persecución a los partidarios de Morales y la revocación de algunas de sus políticas por parte del gobierno interino que siguió sugerían la posibilidad de que se prolongara la volatilidad institucional. Finalmente, en las elecciones presidenciales de octubre de 2020, se impuso Luis Arce, del MAS, con algo más del