Su capítulo, posterior al de Montejano, dedicado a la procreación y su situación actual, nos expone con claridad, en referencia a la parte médico-clínica, conceptos como control natal, planificación familiar, métodos de anticoncepción, antifertilizantes, antimplantatorios y aborto, los cuales se funden entre sí, perdién-dose toda distinción entre los medios y el fin para regular la fertilidad. Correa Lebrija describe los métodos Billings y Craighton, en tanto experta e instructora de los cursos, y nos descubre un panorama prometedor como alternativa a los métodos que promueven las farmacéuticas, las instituciones gubernamentales de salud y los medios de comunicación social.
Por su parte, las doctoras Lily D. Saltiel y Luz María Pichardo realizan una excelente labor de equipo en los temas que desarrollan en conjunto, en tanto la doctora Pichardo es bióloga y bioeticista y la doctora Saltiel es médico pediatra por la Universidad Anáhuac. La doctora Saltiel, por su experiencia en pediatría, con precisión nos explica los riesgos y enfermedades que puedan presentar para el embrión y la madre cuando no se siguen las indicaciones clínicas durante el embarazo.
El diagnóstico prenatal y la eugenesia, tema del capítulo 12, empieza por definir estas disciplinas como “el conjunto de técnicas o procedimientos por medio de los cuales se busca detectar o determinar cualquier anomalía o patología en el embrión o el feto antes del nacimiento”. Estos procedimientos no son siempre sencillos y simples, “todo proceso y valoración debe de tener un principio médico y ético bien fundamentado, además de que se debe de considerar el riesgo-beneficio de la prueba”, ya que siempre existe un riesgo al “invadir” el territorio del embrión o feto, dentro del útero materno. “Es necesario ponderar la necesidad del diagnóstico prenatal, si existe un motivo concreto”.
El problema real de la aplicación frecuente de estas técnicas, o el hecho de que los médicos las sugieran en la mayoría de los embarazos, nos dicen las autoras, es “la postura eugenésica, el argumento para realizar un diagnóstico prenatal y un aborto eugenésico, se establece en un mínimo de lo que se denomina ‘calidad de vida’ para la humanidad,8 término sumamente subjetivo, el cual parece involucrar también el sentido estético”. Aquí está el verdadero enemigo es el niño con síndrome de Down o con malformaciones, que los padres no quieren enfrentar.
En el capítulo 13 se trata lo relacionado con las células madre y la terapia génica. Inicia con “la clasificación del tipo de células del organismo y su capacidad o incapacidad de diferenciarse en células de otros tejidos hasta llegar a las células totalmente diferenciadas de los distintos tejidos”. Nos hacen entrar en el universo de las células madre y sus posibilidades, así como a sus limitaciones. Las definen como “células inmaduras, indiferenciadas y con capacidad de multiplicación y diferenciación a células especializadas”. Aquí la parte relevante es “la posibilidad de reactivar sus mecanismos de crecimiento para regenerar tejidos es una expectativa para numerosos pacientes con enfermedades degenerativas. Sin embargo, es todavía una investigación que se encuentra en sus primeras fases”.
En cuanto la terapia génica, este trabajo nos referencia los potenciales beneficios de “manipular o manejar los genes”. Esta terapia es definida como “el conjunto de técnicas que permite introducir secuencias de ADN o ARN, de forma puntual o genes completos, al interior del núcleo de las células diana, con el objetivo de modular la expresión genética de determinadas proteínas que se encuentran alteradas, revirtiendo de ese modo el trastorno biológico que ello produce”. Hay que reconocer, como las autoras lo hacen ver, que “se trata de una terapéutica limitada, dado que la ciencia detrás de estas investigaciones no está todavía tan avanzada, convirtiéndolo en un proceso riesgoso”, aunque prometedor para las enfermedades asociadas con genes.
1 V. R. Potter Bioethics, the Science of Survival, en Perspectives in Biology and Medicine, Vol. 14, John Hopkins University Press, 1970, p. 127.
2 W.T. Reich (ed.), Encyclopedia of Bioethics I, Nueva York, The Free Press, 1978.
3 L.M Pichardo, Reinventing Bioethics in a Post-Humanism and Post Truth Society (Colombia), Pers. Bioet., 2018, 22(2): 212-222.
4 A. Dawson, The Future of Bioethics: Three Dogmas and a cup of Hemlock, Bioethics, junio de 2010, 24(5): 218-225. doi: 10.1111/j.1467-8519.2010.01814.x
5 M. J. López Baroni, El origen de la bioética como problema, Barcelona, Universitat de Barcelona, 2016
6 V. R. Potter, op. cit.
7 D. M. Sierra Madero, “La objeción de conciencia en México”, Bases para un adecuado marco jurídico, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, unam, 2012 (Serie Estudios Jurídicos, 197) [en línea], disponible en <www.biblio.juridicas.unam.mx/libros/resulib.htm>. Consultado el 10 de diciembre del 2015.
8 “La percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas, sus normas, sus inquietudes. Se trata de un concepto muy amplio influido de modo complejo por la salud física del sujeto, su estado psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones sociales, así como su relación con los elementos esenciales de su entorno.” U. González Pérez, “El concepto de calidad de vida y la evolución de los paradigmas de las ciencias de la salud”, Rev. Cubana de Salud Pública, 2002, Vol. 28, núm. 2.
CAPÍTULO 1
La bioética como puente a la vida
Hortensia Cuéllar Pérez1
1. ¿Qué es la bioética?
Como disciplina científico-filosófica la bioética tiene una historia muy reciente. El destacado bioquímico, profesor de oncología e investigador estadounidense Van Rensselaer Potter (1911-2001) utilizó con gran éxito en 1970 el término “bioethics”2 en un extenso y programático artículo, “Bioethics: the Science of Survival”.3 Su impacto fue tan grande que un año después publicó su ya también célebre obra Bioethics: Bridge to the Future (Bioética: puente hacia el futuro), en donde explica ampliamente las diversas intuiciones planteadas en el escrito precedente.
El profesor inició su artículo con el subtítulo Biology and Wisdom in Action (Biología y sabiduría en acción). ¿A qué tipo de sabiduría se refería? ¿A la obtenida por la reflexión ética en su vinculación con la biología? Así parece ser, porque en su libro escribió: “La humanidad tiene la urgente necesidad de una nueva sabiduría que proveerá el conocimiento de cómo usar el conocimiento para la supervivencia del hombre y mejorar su calidad de vida”. Este concepto de sabiduría es una guía para la acción: el conocimiento de cómo usar el conocimiento para el bien social, es decir, sabiduría práctica”,4 llamada por el autor “la ciencia de la supervivencia”5 o bioética.
¿Cómo proceder en su diseño? Potter en ese mismo escrito nos da la clave: “La ciencia de la supervivencia debe basarse en la ciencia de la biología, ampliada más allá de los límites tradicionales para incluir los elementos más esenciales de las ciencias sociales y de las humanidades con énfasis en la filosofía en sentido estricto, que significa ‘amor a la sabiduría’”.6 Eso indica que los dos más importantes ingredientes en la consecución de la nueva sabiduría son el conocimiento biológico y la filosofía, particularmente los valores humanos enraizados en la ética, como se evidencia en el nombre de