También a Alberto Bernat por su paciencia y conocimiento, y por supuesto a mis amigos y círculo de amistades más cercano: Edu, Ramón, Marcos, Rubén, Beatriz, Talayer, Tiniyer y Skaleguer. ¡Y a mi gata Frida!
Marcos Carrera
PRÓLOGO
Seguimos creando ecosistema
Por Miguel Caballero
Hace poco más de un año terminaba de publicar mi primer libro: Bitcoin, blockchain y tokenización para inquietos. Tuve la necesidad de contar muchas cosas en un formato fresco y ligero, y el resultado fue un libro —quizás— demasiado superficial. De cualquier forma, su objetivo era atraer talento al ecosistema cripto y que la gente perdiese el miedo a aprender sobre Blockchain, por lo que creo que el objetivo se ha conseguido: la aceptación por parte de los lectores fue maravillosa, y mi libro llegó a estar durante una semana en el top de ventas de Amazon. Verlo rankeado varios días seguidos en primera posición, por encima de Padre rico, padre pobre (uno de los libros de cabecera que cualquiera debería leer), me llenó de orgullo y satisfacción y sencillamente no me lo podía creer.
Sin embargo, quedaron muchas cosas por contar. Este 2020 ha sido un año de locos en todos los sentidos, no solo por la COVID-19, sino por la explosión y crecimiento exponencial que han tenido las Finanzas Descentralizadas o DeFi (Decentraliced Finance). De ser un ecosistema de frikis a principios de año, moviendo unos pocos cientos de millones de USD, a superar la barrera de los 12 000 MUSD bloqueados en protocolos DeFi durante octubre; un ecosistema donde la mayoría está por ganar dinero en el corto plazo, pero algunos nos hemos percatado de cómo esta nueva tecnología nos abre un mundo de posibilidades que hasta ahora, incluso para los más tecnófilos, nos sonaba a ciencia ficción.
¿Es posible vivir sin bancos en países desarrollados? ¿Podemos crear nuestros propios productos financieros y obtener atractivas rentabilidades? ¿Debemos centrar nuestro patrimonio y, en definitiva, nuestra economía alrededor de las DeFi? ¿Qué riesgos (y oportunidades) conllevan estas decisiones?
A estas preguntas, querido lector, trataremos de hallar respuestas en este libro. Nosotros te daremos las herramientas y tuyas serán las conclusiones. Pero lo que parece evidente es que el mundo ha cambiado y, como aquella canción de El canto del Loco: Ya nada volverá a ser como antes.
Y no me refiero tan solo al efecto COVID; me muevo en un marco mucho más amplio. Las políticas económicas y monetarias de Occidente tienen los días contados. El sistema económico mundial ha colapsado, es un anciano moribundo que en cualquier momento se desploma, y la única razón por la que no lo hace es por la continua inyección de liquidez que le hacen los bancos centrales: más y más dinero, cada año, cada mes, cada semana, cada día. Este modelo de políticas monetarias es insostenible porque hacen al ciudadano, cada día, más pobre. Y llegará un momento que el sistema tenga que cambiar si no queremos sufrir una revolución como la francesa durante 1789, porque vamos por el mismo camino. Al igual que no se puede impedir que el bitcoin alcance el precio de USD 1 000 000 (es tan solo cuestión de tiempo), es imposible evitar que el actual sistema colapse.
En Tutellus estamos poniendo nuestro granito de arena, desde 2016, para que la gente conozca qué es Blockchain y cómo puede ayudar a mejorar sus vidas. Por nuestra plataforma online han pasado ya cerca de cien mil personas haciendo cursos de esta temática; por nuestros programas presenciales o intensivos (bootcamps), cerca de trescientos alumnos.
En 2017 lanzamos el primer token educativo del mundo (TUT), viviendo todos los momentos que te puedas imaginar, acompasados al mercado: euforia, impotencia, hundimiento, recuperación y nuevas innovaciones.
Hemos creado más de diez empresas junto a alumnos de distintas promociones y lanzado más de treinta proyectos al mercado (presentados en Demo Days); hemos creado un fondo descentralizado de inversión en criptoactivos (Tutellus Fund) bajo un protocolo DeFi en el que cualquiera puede invertir, hemos lanzado el primer equity tokenizado sobre Bitcoin del mundo (Turin Labs con el TURIN token) y una plataforma de inversión en inmuebles tokenizados (RentalT); otra para tokenizar activos ubicados en Latinoamérica con tokens líquidos (Criptokuántica) y otra para la gestión tokenizada de las prácticas laborales de universitarios (Potestas Know). En 2019 publiqué uno de los libros más leídos en español de la industria cripto, y ahora escribimos uno nuevo (Arnau Ramió, Marcos Carrera y un humilde servidor) para seguir demostrando con el learning by doing que nuestra industria está abierta a todos, y que no debemos tener prejuicios en función de nuestra formación, experiencia laboral o sector de actividad.
Con este humilde libro, querido lector, te traemos herramientas para que puedas salirte de esta espiral sin sentido basada en «la economía en manos de los Estados», y aprendas así a organizar, sin depender de nadie, tus finanzas, tus ahorros y tu patrimonio. Te demostraremos que no solo es posible, sino altamente probable que, en unos pocos años, el ciudadano de a pie, incluso el no bancarizado, comience a utilizar este tipo de servicios en su día a día.
Y es la última razón que hay detrás de estos planteamientos es muy sencilla y, a la vez, apasionante: las personas buscamos la felicidad. Hemos nacido para disfrutar de la vida y, aunque a veces suframos, la mayor cualidad que tenemos como especie es la consciencia de poder ser felices. Nacemos, vivimos y morimos para ser felices.
Y para ser feliz hay que ser libre.
Las DeFi, Bitcoin y las blockchains públicas nos ayudan a ser más libres, a evitar seguir encadenados a las órdenes del poder. Aunque resulte paradójico, las cadenas de Blockchain nos ayudan a desencadenarnos del sistema. Pongamos nuestro granito de arena para ayudarte a encontrar el camino hacia esta libertad y felicidad.
Comencemos.
Mi primer contacto
Por Arnau Ramió
Como muchos en el espacio cripto, mi primer contacto con Bitcoin llegó demasiado pronto, tanto que no le di la importancia que merecía. Me acuerdo perfectamente cómo en la cena de Navidad de 2013: mi tío me habló de una moneda digital que «no paraba de subir». En aquel momento yo tenía 15 años, mucha inmadurez y poca atención como para ver el trasfondo de esa moneda digital. Para aquellos que hayan vivido una situación similar, empatizo con vuestras reflexiones de medianoche: «¿Y si hubiera comprado en aquel momento?».
No fue hasta finales del 2017 cuando volví a coincidir con Bitcoin, y esta vez para engancharme completamente. Un amigo me propuso invertir en él, aunque mi conexión plena llegó gracias a un chico de León que me contagió su entusiasmo. Por primera vez vi que una persona amaba Bitcoin no porque pudiera ganar dinero, sino porque creía en lo que representaba, veía en él una revolución, algo que cambiaría el mundo. En cinco minutos de charla quedé enamorado para siempre.
Desde aquel momento, mi vida pasó a moverse alrededor de Bitcoin. Me leí y estudié todo lo que encontraba del tema, desde Antonopoulos a El patrón Bitcoin. Quería saberlo todo y comprenderlo bien. Esta curiosidad loca me llevó finalmente a cursar la segunda promoción del Máster en Blockchain de Tutellus. Desde febrero de 2019 cogía un tren cada viernes de Barcelona a Madrid para formarme en algo que nadie parecía entender realmente. Era el mejor día de la semana, allí me sentía como en casa. Había dado con gente con quien podía compartir mi entusiasmo por Bitcoin y Blockchain, aunque todavía sabía poco. Quizá fue gracias a eso que, meses después de terminar la formación, empecé a trabajar en la empresa. Ahora, un año después, puedo mirar atrás y comprobar que fue de las mejores decisiones que he tomado.
Enero de 2020 también fue un momento importante en mi recorrido cripto. Con Tutellus, estábamos trabajando ya en algunos de los proyectos más innovadores de Europa en cuanto a tokenización de activos, pero es que además estábamos siguiendo en primera persona el nacimiento de las Finanzas Descentralizadas o DeFi. Por aquel entonces, las DeFi acumulaban poco más de 150 MUSD, y la mayoría eran protocolos que nadie utilizaba; aunque también había algo en el ambiente que te decía que esto era revolucionario, que era cuestión de tiempo. Desde el minuto uno me tiré a la piscina; me