Escorado Infinito. Horacio Vázquez Fariña. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Horacio Vázquez Fariña
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418337086
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allí. Yo pertenecía al Comité y he participado en el descubrimiento. Lamentablemente la situación me ha cogido, ejem... un poco viejo, pero Sarie ya estaba al tanto de todo.

      ¿Por qué Ist no estaba seguro de la veracidad de esa historia, o al menos alguna parte de la misma? De lo que sí estaba seguro era que aquel cuerpo redondeado le reventaba por dentro. Y también que el hermanito mal mirado de fuera de talla, si le lanzaba un mandoble no iba a quedar siquiera algo de mandíbula para una prótesis. El gigantón se anunciaba como lo que era, un gigantón con los recursos mentales habituales de un gigantón: el número... ¿Sesenta y cinco millones cuatrocientos veinticinco en el ranking? Hombre, pues estaba bien equivocado. Tan mal no estaba, no señor. Y si hasta era modesto en lo del ranking: “salí a mi madre, pero ella al menos era muy guapa para compensar”. Ya, bueno, muy interesante, pero todo lo que realmente le interesaba de la familia se centraba exclusivamente en la hermana cañón-plasma. Coi siguió aclarando la situación: el resto de la gente que había podido ver sólo era una exigua fracción del ejército leal a su persona.

      -Bien, tenía un socio, como le había dicho, Teip, el cual siempre permaneció en el pasado. Eso ahora no es relevante.

      Bueno, estaba claro que como saber, sabría lo que le interesaba. Seguro que a él sólo le diría la parte que le tocaba, como lo que le contaba sobre el armazón. Claro que no conocía su historia, pero sabía que el viejo se la iba a relatar. Muy bien: era el resultado de un experimento ¿No había más? ¿Ya estaba? Ah, que no era el momento. Sarie, la infinitamente dulce Sarie, tomaba el relevo ante el dubitativo Coi. Ella se lo iba a decir. Pero estaba por ver si podría estar concentrado en el asunto. Se lo resumía: había desaparecido el planeta, pero persistía el armazón. Pura partícula Q ajena a cualquier otra transacción cuántica. Difícil de entender, pero con resultados tangibles. Aparentaba metálico, pero en realidad era un plasma que daba el pego como sólido ¿Y el papel? El papel era lo más importante; sin el no se podía viajar a través del tiempo. La híper chica de las híper hechuras absolutamente híper perfectas abreviaba: contenía las partículas Q de la realidad “B”. De algún modo se había podido conservar razonablemente bien entre el resto de documentos no orgánicos que contenían la urna. Y “papá lo usa para su transportación al pasado”. Fin. Naturalmente había muchos detalles que obviamente no podía explicar o concretar ahora, pero destacaba uno: el viajante siempre, siempre, siempre, se remontaba a la fecha exacta en la que ese material había perdido por última vez contacto con la mano “de una determinada persona”. Había una maravillosa conexión temporal entre la vida y el material. Era como si algo fuera de la ciencia tuviese su parte en esa cuestión. Él domado aún tenía albedrío para sus propias preguntas ¿Cómo se producía ese fenómeno? Y ella tenía todas las respuestas. Por una suerte de mecanismos técnicos que ahora no venían al caso y que tenían que ver con la persona que manipulaba en el pasado ese papel. Y bueno, vale: que la persona que retiraba su mano del papel, era el socio de papi. Teip. Por lo tanto, para acceder al pasado, en el momento de lo que llamaban “la transición”, por lo menos algo de la piel del viajero debía estar en contacto con el papel ¿No era bonito?

      NAVE. Contacto Nave Uno a 1750 Pársecs.

      Ist se asombró, no del anuncio, sino de la distancia transcurrida desde el último aviso. Sólo una tremenda mejora en su t-motor podría haber permitido a esa Uno acortar tan drasticamente su trayecto. Prefirió centrarse en el otro misterio que le rondaba por la cabeza ¿Pero qué harían en el pasado? ¿Cuál era el objetivo? ¿Que no podía saberlo ahora? ¿Ni ella mismo lo sabía? ¡¿Entonces...?!

      Entonces el perro que ladraba se dejó de guaus ¿Tal vez porque Sarie le estaba acariciando la mejilla con una suavidad rondando la dulzura, mientras le reiteraba le famosa frasecita de “confía en mi”? Mira tú, y de reojo multitarea controlaba a su enrabietado hermano -¿guardián de su virtud?- y a su curtido padre, el cual contemplaba la escena con aparente sereno asombro. “Tanta Academia...” -exclamó en su fuero interno-. “Veintidós ciclos son un suspiro”. Sarie se dio por aludida por la mirada de reprobación del guardián de su virtud y la de la indiferencia a medio gas de su insigne progenitor. No pudo reprimir un leve sonrojo. Vaya, pero de todos modos quizás las virtudes femeninas eran necesarias y útiles en aquel momento. Si era una artimaña calculada -y de Sarie podría esperarse- tenía cierto sentido. Consuelo de Gie. Pese a todo, definitivamente ella le haría a aquel cuerpo joven y bien formado un repaso de mantenimiento con garantía para toda la vida. Vaya si no. Su cerebro también gozaba con la vista primorosa del joven Comandante. O más.

      -Nave, anula recreación.

      Obediente. Este proceso era mucho más largo que el de la conversión de energía en materia: en lugar de dos estados, cuatro. El planeta se quitó el camisón y nuevamente mostraba sus miserables entrañas. Total, todo era energía.

      -NAVE. Morphoide activo. Actuación según estrategia implante.

      Ri -no había tiempo que perder- ya tenía en su conocimiento el plan y sus objetivos. Cuidado con las patitas ociosas, busca codificador; descifra. Como un haz de energía Nu abandonó la estancia, en dirección hacia la bodega -inmensa bodega- correspondiente. Por suerte, a Ist se le había ordenado utilizar el almacén número uno, es decir: el más próximo al Puente de Mando. Aún así Ri requeriría de autopropulsión plásmica para llegar hasta allí. Todas las distancias hasta cualquier parte de Nave eran enormes. Ningún problema, Rí había sido dotado con propulsores de plasma increíblemente veloces para el espacio que ocupaban en un cuerpo del tamaño de una persona. Se trataba de unos pequeños apéndices tubulares, que Ri ya se había colocado a la espalda. “Pues ahora me toca a mí. Esto ya lo he realizado más veces” -señaló el gigantón-. Gie se refería a la tarea paralela dos: alcanzar la urna. Él lo haría, seguro, pero claro, en las otras ocasiones no había veneno en la trampa, pues papaíto tenía más facilidades desde su propio cuadro de mandos “¡Pero lo detectarán en la otra nave!” -adelantó Ist- ¡¿En qué estaban pensando?! “El retículo está preparado para camuflar un intruso en inspección. Mi padre fue el número dos de su promoción” -señaló orgullosamente Sarie-. Uf... Claro, de tal palo... Seguro que la madre por contra habría sacado un diez en belleza. Y que Sarie había recogido lo mejor de ambos era seguro. Por lo de pronto, la belleza era indiscutible fuera o no verdad lo de mamá. Uff... ¡Cuántas vueltas le daba la cabeza! Ni que nunca hubiese visto una mujer. Claro que no. Sólo llevaba sin ver algo femenino -en singular- o sea: no camuflado por el bullicio, y por supuesto no androide, desde los diez ciclos.

      Gie ya conocía el sistema. Se dirigió a las paredes de Nave y solicitó el equipo de reconocimiento. Nave envió inmediatamente una emulsión de materia-energía-materia que rodeó completamente su cuerpo. Un estado después, éste se presentaba ataviado del mono hermético apropiado para una excursión. Sus cabellos rubios habían desaparecido ocultos por el casco de exploración. Para estos casos, existía en el Puente de mando una pequeña cápsula, de tamaño ajustado para cuatro personas, que permitía realizar recorridos de una autonomía de unos pocos dims. Más que suficiente. “¿Me la activas?” –solicitó al dueño de la casa-. Ist lo despidió con preocupación.

      -Ri cumplirá su cometido, nunca falla.

      Con la reciente casuística, tal afirmación era algo meramente formal y realmente poco categórica en la mente de Ist. Ri era brillante, pero con todo lo que estaba ocurriendo ya nada estaba asegurado en su cabeza. Como si le hubieran inyectado fuego directamente en el cerebro, desde el mismísimo instante que había hecho acto de presencia la reina de las curvas de derrape mental, todo su cableado neuronal se estaba cortocircuitando alarmantemente. Aunque intentaba concentrarse en su faceta más juiciosa, se sentía asaltado constantemente por aquellas primitivas tentaciones. “No, Ist, no; céntrate, hombre ¿Cómo puedes estar pensando en lujurias en estos momentos? ¿Te has vuelto loco?”. Mientras se hacía un lío, alguien aconsejaba. “Puedes ir bajando, pero no superes el umbral de sensibilidad. Cuando recibas la orden, baja hasta los sucesivos niveles lo más rápido que puedas”. Quien lo hacía hablaba más como padre preocupado que como alto mando curtido en la técnica. Sarie tenía algo que recomendar. Sería mejor que lo acompañasen los morphoides de papá si o sí. Podrían serle sumamente útiles. Nave ya traía protección de serie. Coi asintió. Con