Tu vida tu mejor negocio. Salvador Alva. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Salvador Alva
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Изобразительное искусство, фотография
Год издания: 0
isbn: 9788483565773
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diciembre. Y ustedes se preguntarán por el hombre, este aparece el 31 de diciembre a las 5:18 pm (hace solamente dos millones de años).

      En el contexto del espacio, ya vimos que no somos mucho, pero lo mismo sucede con la dimensión del tiempo. La vida de un ser humano equivale a un grano de arena en la playa.

      La primera pregunta que nos debemos hacer es por qué en esas 70,000 generaciones nos tocó nacer en esta última, la de mayor evolución y cambio histórico, ¿por qué no fue en la época de las cavernas o cuando fue inventada la rueda? ¿Qué significa que estemos aquí? ¿Por qué en esta generación? ¿Cuál es nuestra misión? ¿Qué legado queremos dejar?

      Si no logramos responder a estas preguntas o simplemente no nos las hacemos, tendremos una vida sin sentido y propósito y será la corriente, como un río, quien la defina. Serán nuestros amigos, la publicidad, el medio ambiente y la sociedad en general quienes irán moldeándola; dependiendo de las circunstancias que se presenten, iremos tomando lo que se adapte más a nuestro gusto o a los valores que la sociedad nos vaya definiendo.

      Esta época que nos tocó vivir está en conflicto todos los días, podemos definirla como la generación del cambio; la que unió, a través de la tecnología, a todos los seres humanos. Todas estas alteraciones repercuten en nuestra vida y originan la nueva enfermedad del siglo: el estrés.

      El ser humano, por su naturaleza, no está habituado al cambio y aprende a través de la repetición de conductas; una vez que adopta patrones y rutinas los transmite a sus hijos, y así sucesivamente. Y esto lo notamos en la alimentación, la religión, las costumbres, etcétera. Romper estos comportamientos es muy difícil, a veces parece imposible. Tratemos de quitar el cigarro al fumador o intentemos modificar los valores en una sociedad.

      Cuando todos los días nos enfrentamos a cambios y tenemos que adaptarnos a ellos se genera una tensión y resistencia que dificultan que nuestra vida fluya en armonía. Esto ocasiona múltiples enfermedades –resultado del estrés–. Una de estas afecciones es el cáncer, definida como una alteración en el sistema de reproducción de células, cuyas causas (aún en investigación) son el resentimiento, el abandono, el rechazo, la humillación, la traición o la injusticia.

      Pensemos por un momento que nos hubiera tocado vivir en 3,000 a.C. Entonces la civilización mesopotámica era nómada, la vida era rutinaria y el invento de la rueda fue posiblemente el gran acontecimiento de la época. Sin embargo, no creo que esta creación generara el nivel de estrés y los cientos de tipos de cáncer que hoy tenemos.

      La velocidad del cambio que estamos viviendo no tiene precedentes. Por mencionar un ejemplo, el teléfono fijo tardó 74 años en tener cincuenta millones de usuarios, los mismos que el móvil logró en cinco meses.

      Hoy en día, la mayoría de los inventos se vuelven obsoletos en poco tiempo. Muchas profesiones pierden actualidad en pocos años y la obsolescencia de los ejecutivos se da tan rápido que si pierden su puesto laboral a cierta edad les cuesta mucho trabajo conseguir otro igual o mejor, pues los desplazan los jóvenes con nuevas habilidades y menores pretensiones económicas.

      Por otro lado, también es causa de estrés que la mayoría de las cosas que adquirimos para que nos satisfagan, y que antes creíamos que formaban parte de nuestro patrimonio, pierden su valor muy rápido. ¿Cuánto vale una computadora, una televisión o un teléfono celular a los tres años? ¡Prácticamente nada!

      Esta obsolescencia del conocimiento y de los objetos que podemos adquirir para nuestra satisfacción nos obliga a mantener una actitud de humildad, a aprender y a dar el valor real a las cosas materiales. Ya no podemos pensar que la vida es una extensión del pasado y que siguiéndola podremos predecir el futuro. Tenemos que aprender a fluir en armonía dentro de este mundo de cambios, pero con mayor control sobre nuestros pensamientos y valores gobernantes que nos permita dar un sentido y propósito más profundo a nuestra vida.

      Con inventos como el Internet contamos con información en tiempo real, y establecemos así una nueva aldea global que nos bombardea de datos. El principal objetivo es tomar una parte de nuestro patrimonio para adquirir algo que nos proporcione satisfacción, de entre los millones de opciones que existen. Como dice David Konzevik en su teoría sobre la revolución de las expectativas: «Habrá mucha gente pobre en el mundo, pero no nos confundamos, porque son millonarios en expectativas».

      Todos los productos nos ofrecen soluciones para mejorar la vida y aumentar nuestra felicidad. Nos muestran imágenes y modelos que representan el estereotipo de la persona que aspiramos ser: llena de juventud, belleza, salud, aceptación y reconocimiento social.

      No tendremos el dinero suficiente para adquirir todo lo que vemos, por lo tanto, nos dedicaremos a seleccionar basándonos en nuestra escala de valores y utilizaremos la herramienta de crédito para comprar cosas que nos satisfagan, que pagaremos con nuestros futuros ingresos que aún no tenemos la garantía de obtener.

      Escogeremos el nuevo modelo de automóvil cuya publicidad indique que está hecho para gente de éxito como nosotros. En el anuncio me veré reflejado y, si el mensaje es convincente, intentaré adquirirlo. Visitaré la oficina de un amigo que me dará gran envidia y eso me motivará a intentar tener una similar. Podríamos seguir citando muchas historias como estas; la realidad es que nunca habrá límites en la cantidad de objetos deseables que existan y, cuanto más dinero se obtenga, más se aparecerán los vendedores de magia que me ofrecerán productos únicos y diferentes que me harán feliz.

      Estos comportamientos suelen llegar al absurdo. Permítanme describir una conversación que lo refleja y que presencié hace varios años. Estábamos alrededor de diez empresarios en una comida; a mi lado se encontraba uno que pocos minutos antes me había comentado su reciente adquisición de un avión Grumman. Su semblante era de orgullo y plena satisfacción por haber logrado una meta reservada para un pequeño grupo de personas. Durante la comida no encontraba la forma de mencionar este acontecimiento, hasta que lo hizo mediante una pregunta a otro de los comensales. A mí me dio la impresión de que ya conocía la respuesta.

      −Oye, Juan, ¿qué avión tienes? −La respuesta fue inmediata.

      −Un Lear Jet.– El otro replicó.

      −No seas ridículo. Esos avioncitos son tan pequeños que tienes que entrar como si fueras un ratón. Te invito a que te subas a un Grumman que, por cierto, acabo de comprar. Estoy seguro de que cuando lo veas no querrás volver a volar en un Lear Jet.

      He tenido la oportunidad de escuchar muchas conversaciones como esta. Lo único que puedo decir es que denotan un gran vacío, una gran insatisfacción y una falta de sentido de propósito.

      También he observado que los mayores niveles de insatisfacción están directamente relacionados con un alto nivel económico o profesional. El siguiente ejemplo de otra conversación les dará una idea de lo que estoy hablando.

      Durante una cena con un ejecutivo de una multinacional que reportaba al presidente de la compañía, me comentó su gran malestar porque el bono anual que había recibido (independiente de su salario y sus incentivos a largo plazo) fue solo de un millón de dólares. Me costaba trabajo entender por qué en lugar de gratitud sentía tanto descontento. La razón era que a su jefe, al que no le tenía gran respeto y consideraba que no trabajaba tanto como él, le otorgaron un bono de cuatro millones.

      La conclusión es obvia. Todo es relativo y la teoría de Maslow sobre nuestra vida orientada a cubrir déficits queda comprobada. Nunca habrá dinero suficiente para adquirir todo lo que podemos llegar a desear. No hay límites sobre lo que podemos adquirir y la oferta de todo aquello que nos hará seres más plenos y felices es infinita. Lo más escaso será lo más buscado y lo que más desearé tener. Actualmente, un cuadro de Vincent van Gogh se vende en 150 millones de dólares; sin embargo, el pintor vivió en la miseria. Hay mujeres que compran diamantes de varios quilates en millones de dólares, cuando esas mismas piedras pueden ser imitadas a la perfección por cien dólares y solo un experto podría diferenciarlas.

      En contraste, veamos un caso en el nivel más bajo de la escala socioeconómica: trabajadores cuyos salarios son 200 veces inferior a los de un alto ejecutivo. Muchos de ellos, con más