Papel revolución y otros poemas. [Víctor Manuel Mendiola. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: [Víctor Manuel Mendiola
Издательство: Bookwire
Серия: Colección la furia del pez
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9786078312085
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el párpado inmóvil vio el aumento

      de la noche y siguió a las vagas osas;

      bajo las nubes percibió las cosas

      y halló la plenitud de cada evento.

      En las cosas el ojo vio la vida,

      también la muerte; supo la penumbra

      que tiene el día; vio todo y vio nada.

      Vio aparecer en nada la crecida

      de todo como el sol que nos deslumbra

      y el ojo fue la luz de tu mirada.

      Me quiero ir al mar de Francisco Icaza

      Egipcio zarpo; parto sin mesura

      en el silencio parco de mis años.

      No hay verdad ni temor, tampoco engaños

      y la casualidad es mi andadura.

      Thot escribe mi nombre en los extraños

      pergaminos de todo: empieza y dura

      la vida; sube y cesa la verdura

      del Nilo y vagan vagos los rebaños.

      Arriba, entre los soles de mi puerto,

      amor y soledad, ocaso y orto

      caen en el reloj de mi destino.

      Pero el destino sabe en mi ojo abierto

      todos los soles. Mientras, sigo absorto

      en la casualidad de mi camino.

      Joan

      Miró

      miró

      la luz

      azul

      del sol.

      La pecera

      I

      El pez, en la gran

      burbuja del mar,

      respira el fondo

      turbio del aire.

      Bajo un color de

      sal y soles

      apenas se mueve.

      Es una espesa

      partícula de luz;

      la perla en su vitrina.

      Mi ojo celebra al pez

      sobre su altar de espuma.

      2

      En el oxígeno del cuarto

      miro cómo te mueves

      entre los planos

      azules de tu piel,

      aletas de una transparencia,

      alas del agua,

      vuelo en esta pecera.

      Vuelo en los ojos del pensamiento.

      Aquí respiras,

      aquí te guardo,

      aquí te doy de vivir

      bajo el cristal redondo de mi cuarto.

      Eres el pez azul en el puño cerrado de mi mano.

      3

      El pez descansa.

      En la pecera,

      la luz dibuja

      un cielo acuático.

      No hay un átomo

      de chapoteo

      o la pendiente de una onda

      —ni un sólo gramo

      de ráfaga o de nube.

      Todo es silencio

      en este oxígeno.

      4

      Abres los ojos

      después de muchas

      horas de sueño.

      Miras el cuarto

      que de algún modo

      también es sueño,

      ojos cerrados,

      cuerpo dormido,

      luz guarecida

      en su caverna.

      La habitación

      respira toda

      junto contigo.

      La luz, en ella,

      también respira;

      aire en el vidrio

      inexplicable

      de esta pecera.

      Abres los ojos,

      salta la luz,

      soplas la rueda

      de esta burbuja.

      La habitación

      respira sueños

      junto contigo.

      5

      En la pecera de esta luz

      —el cuarto iluminado

      con una pequeña lámpara—,

      repito mi buceo inútil

      Estrello las narices contra el vidrio,

      pongo el ojo en la boca

      de la botella oceánica,

      asomo la cabeza por encima

      de la línea del agua;

      una aleta dorsal

      dibuja círculos,

      un dorso interrogante se hunde

      sin respuesta en el piélago

      de la burbuja de cristal;

      tiburón de mí mismo

      me machuco la cara.

      Peces y perplejos dan la vuelta

      mis pensamientos.

      Eclipse

      Te crece la cara,

      cuando te aproximas a su cuerpo

      te crece la cara.

      Arrodillado

      entre las blandas

      esferas de sus pechos;

      bebido y zafio

      en el puño de su pubis,

      te crece la cara.

      Se te ensancha en una extensión

      sobre su espalda abierta

      y sus pequeños hombros,

      sube entre sus rodillas

      o sigue el miedo de sus pies.

      Primero, medio día,

      después, toda su carne,

      hasta que tu rostro

      es un sol aproximado y lleno,

      una piedra de sangre

      en la atmósfera

      iluminada de sus piernas.

      Te crece la cara

      cuando