Las nueve marcas de la iglesia sana. Mark Dever. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Mark Dever
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Философия
Год издания: 0
isbn: 9781629462660
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estudiando el libro de Santiago durante tres años, conversaciones acerca de la membresía y los pactos eclesiales.

      Los pasajes de «unos a otros» y «unos por otros» comenzaron a cobrar vida y a materializar las verdades teológicas que había conocido acerca del cuidado de Dios para Su iglesia. Después de predicar a través de Efesios 2–3, para mí es claro que la iglesia es el centro del plan de Dios para mostrar Su sabiduría a los seres celestiales. Cuando Pablo habló a los ancianos de Éfeso, se refirió a la Iglesia como algo que Dios «compró con su propia sangre» (Hechos 20:28). Y, por supuesto, cuando Saulo iba por el camino hacia Damasco para apresar cristianos, el Cristo resucitado no le preguntó a por qué estaba persiguiendo a esos cristianos, o incluso a la Iglesia; en cambio, Cristo se identifica tanto con Su Iglesia que la pregunta acusadora que le hizo a Saulo fue: «¿por qué me persigues?» (Hechos 9:4). La iglesia claramente es central en el plan eterno de Dios, fue por ella Su sacrificio y ella es Su continua prioridad.

      He llegado a ver que el amor es principalmente local. Y la congregación local es el lugar que afirma exhibir ese amor para que todo el mundo lo vea. Por eso Jesús enseñó a Sus discípulos en Juan 13:34–35: «Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros». Yo he visto a amigos y familiares alejados de Cristo porque piensan que tal o cual iglesia local fue un lugar nefasto. Y, por otro lado, he visto a amigos y familiares venir a Cristo porque han visto exactamente este amor que Jesús enseñó y vivió —amor unos por otros, la clase de amor desinteresado que Él mostró— y han sentido la atracción natural a ese amor. De manera que la congregación —el pueblo reunido de Dios que sirve como una caja de resonancia para la Palabra— ha llegado a ser más central en mi comprensión del evangelismo y de cómo deberíamos orar y planear para evangelizar. La iglesia local es el plan de Dios para el evangelismo. La iglesia local es el programa de Dios para el evangelismo.

      A lo largo de estos últimos diez años, la congregación también ha adquirido un lugar central en mi comprensión de cómo debemos discernir la verdadera conversión en otros, y cómo debemos tener certeza de nuestra propia conversión. Recuerdo el impacto que me causó 1 Juan 4:20–21 mientras me preparaba para predicar acerca de ese texto: «Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? […] El que ama a Dios, ame también a su hermano». Santiago 1 y 2 contiene el mismo mensaje. Este amor no parece ser opcional.

      Más recientemente, considerar la centralidad de la congregación ha generado en mi pensamiento un nuevo respeto por la disciplina en la iglesia local —tanto la disciplina formativa como la correctiva. Hemos tenido algunos casos dolorosos aquí, y algunas restauraciones maravillosas. Por supuesto, todos nosotros somos obras en progreso. Pero ha llegado a ser claro que, si vamos a depender unos de otros en nuestras congregaciones, la disciplina debe ser parte del discipulado. Y si vamos a tener el tipo de disciplina que vemos en el Nuevo Testamento debemos conocernos unos a otros y debemos estar comprometidos unos con otros. También debemos tener cierta confianza en la autoridad. Todos los aspectos prácticos de confiar en la autoridad en el matrimonio, el hogar y la iglesia son forjados a nivel local. Una comprensión incorrecta de estos asuntos y una actitud de disgusto y resentimiento hacia la autoridad se acerca mucho a lo que generó la caída (Génesis 3). En cambio, entender estos asuntos parece estar muy cerca del centro de la obra de Dios para reestablecer Su relación con nosotros —una relación tanto de autoridad como de amor. He llegado a ver que la relación con una iglesia local es clave para el discipulado individual. La iglesia no es un extra opcional; es lo que moldea tu vida con Cristo. He llegado a entender eso ahora de formas que nunca entendí antes de venir a esta iglesia. Y creo estar viendo algo de la salud que Dios quiere que experimentemos en una congregación.

      LO QUE ESTE LIBRO NO ES

      Debo añadir algo acerca de lo que este libro no es. Permíteme decepcionarte de entrada. Este libro deja muchos asuntos sin tratar. Muchos de nuestros temas favoritos no se tocan. Después de releer este libro y de escuchar las opiniones de otros que lo han leído, estoy aun más consciente de muchas cosas que no he incluido. Algunos amigos me han dicho: «¿qué de la oración?» o «¿dónde está la adoración?». John Piper me preguntó: «Mark, ¿por qué no se habla aquí de las misiones?». No me gusta decepcionar a amigos que se han tomado el tiempo de leer el libro; y sin duda ¡no me gusta decepcionar a John Piper! Pero este libro no es una eclesiología exhaustiva. Hemos recibido buenas ideas de «otras marcas» que podríamos añadir. Y una segunda edición parece ser el momento más adecuado para hacerlo.

      Pero hemos decidido no hacerlo. Sigo convencido de que errores comunes en estos nueve puntos son la causa de tantos males en nuestras iglesias. Me parece prudente, estratégico, fiel y simplemente correcto continuar tratando de enfocar la atención de los cristianos en estos asuntos particulares. Más misiones, perseverancia en la oración, adoración excelente —serán fomentadas, en mi opinión, al cuidar mejor estas áreas básicas. Nadie creerá en la necesidad de las misiones si no lo aprenden a partir de las Escrituras. Nadie irá si no tiene un entendimiento del gran plan de Dios de redimir un pueblo para Él. Y no habrá buenos misioneros si no entienden el evangelio.

      Si la gente comienza a pensar más cuidadosamente acerca de la conversión, esto impactará sus oraciones. Si somos más bíblicos en nuestra práctica del evangelismo, nos encontraremos dedicando más tiempo a orar por los que no son creyentes, y nos daremos cuenta de la gran necesidad de orar para que las personas se conviertan. Si llegamos a entender mejor la membresía eclesial bíblica, nuestras reuniones de oración tendrán más importancia, más asistencia y servirán más para fortalecer nuestra fe y para desafiar y reordenar nuestras prioridades.

      Si comenzamos a apreciar de nuevo el significado de la disciplina eclesial, nuestros tiempos de adoración colectiva estarán impregnados de un mayor sentido de admiración ante la gracia de Dios. Si nos encontramos en iglesias donde se practica el discipulado y los miembros están floreciendo espiritualmente, la emoción y la expectativa de cantar alabanzas y confesar nuestros pecados juntos crecerán. Si nos esforzamos para que nuestros líderes sean aquellos que reúnen los requisitos bíblicos, encontraremos gozo y confianza al estar creciendo juntos, tendremos más libertad y ánimo en el tiempo que compartimos, y nuestra obediencia será más consistente.

      Este libro no es un inventario completo de todas las señales de buena salud. Más bien, es una lista de marcas cruciales que conducirán a esa experiencia plena.

      UNA IGLESIA ENFOCADA EN LOS DE AFUERA

      Si tuviera que añadir una marca más a lo que estás a punto de leer, no serían las misiones, ni la oración, ni la adoración; pero tocaría cada una de esas áreas. Creo que yo añadiría que nuestras iglesias estén orientadas a alcanzar a los de afuera. Nosotros debemos estar enfocados en las cosas de arriba —centrados en Dios. Pero también, en mi opinión, debemos reflejar el amor de Dios al mirar fuera de nuestra congregación, a otras personas y otras congregaciones.

      Esto puede manifestarse de muchas maneras. Anhelo que nuestra congregación integre mejor nuestra visión de las misiones globales y nuestros esfuerzos de evangelismo local. Si tenemos el compromiso de ayudar en la evangelización de un grupo no alcanzado fuera de nuestro país, ¿por qué no nos hemos esforzado más para tratar de encontrar personas en nuestra área metropolitana? ¿Por qué no hemos integrado mejor nuestras misiones y nuestra evangelización?

      Cada domingo en la oración pastoral pedimos que el evangelio prospere en otras tierras y a través de otras congregaciones locales. En este momento estamos añadiendo a alguien a nuestro personal para que nos ayude a plantar otra iglesia. Como iglesia ayudamos con el financiamiento de 9Marcas, y a través de este ministerio trabajamos para el beneficio de muchas otras iglesias. Tenemos «Intensivos 9Marcas» en los cuales recibimos a pastores y ancianos, estudiantes de seminario y otros líderes de iglesias para que estén con nosotros un fin de semana. Ellos presencian reuniones de ancianos reales y clases de membresía reales. Damos conferencias especiales e invitamos a los asistentes a nuestros hogares para comer y conversar. Tenemos pasantías para aquellos que se están preparando para el pastorado.