En algunos aceros y aleaciones de níquel, la presencia de ciertos tipos de carburos y de ciertas morfologías incrementan la resistencia a la fluencia lenta. En las aleaciones de níquel para alta temperatura (álabes de turbinas), se logran bajas ratas de deformación por termofluencia mediante: (1) precipitación masiva de la fase
2.2.4.2 Análisis de piezas deformadas por termofluencia
Una pieza se deformará plásticamente por termofluencia cuando: (1) se opere a una temperatura tal, que por recuperación térmica se contrarreste el endurecimiento por deformación; (2) exista una carga constante en el tiempo —también puede ser variable, en cuyo caso se habla de fatiga termomecánica (véase numeral 3.16)—; y (3) se da el tiempo suficiente para que se manifieste un determinado nivel de deformación.
A simple vista, las piezas con deformación plástica por termofluencia mostrarán distorsión permanente producto de la deformación, y si la pieza llegó hasta las etapas finales de la termofluencia secundaria o hasta la termofluencia terciaria, se podrán apreciar agrietamientos o zonas de inestabilidad plástica (acuellamientos) (figura 2.23). En la mayoría de aplicaciones a alta temperatura, las piezas fallan cuando sobrepasan un valor máximo de deformación verdadera admisible, la cual puede ser tan baja como del 1 %; una deformación así no se detecta fácilmente por inspección visual, sino que debe recurrirse al estudio metrológico para ello. Una deformación plástica localizada por termofluencia se puede deber a una distribución no homogénea de esfuerzo (concentradores), o a una distribución no homogénea de temperaturas, lo cual puede ocurrir en motores térmicos o calderas. Cuando la distribución de esfuerzos y temperaturas es uniforme, se presentará deformación plástica generalizada en todas las zonas de la pieza.
Figura 2.23 Deformación plástica por termofluencia
Nota. Tubo de caldera acuatubular hecho de acero de bajo carbono y baja aleación al cromo-molibdeno, que mostró aumento de diámetro por termofluencia (izquierda); deformación plástica por termofluencia localizada en un tubo similar, en zona orientada hacia el hogar de la caldera, donde la temperatura es mayor (derecha).
Fuente: elaboración propia.
Al inspeccionar las piezas deformadas por termofluencia en secciones metalográficas, será posible detectar: (a) la formación de microvacíos (figura 2.24, superior izquierda) y (b) los cambios microestructurales que se hayan dado (figura 2.24, superior derecha). En las etapas finales de la termofluencia secundaria y en la termofluencia terciaria se podrá notar cómo los microvacíos en límites de grano empiezan a coalescer y a alinearse formando grietas, que son perpendiculares al esfuerzo máximo de tracción local (figura 2.24, inferior). Debido a la recuperación térmica y a la recristalización, no es común notar que los granos se encuentren alargados en el sentido de la deformación; sin embargo, si la temperatura fue inferior a la equicohesiva y el esfuerzo o la velocidad de deformación fueron muy altos, se podrá hacer que predomine el deslizamiento interno dentro de los granos como mecanismo de falla, con lo cual los granos sí se podrán ver alargados ante inspección metalográfica.
Figura 2.24 Secciones metalográficas de tubos de caldera de aceros de bajo carbono y baja aleación al cromo-molibdeno, que experimentaron daño por termofluencia
Nota. Formación de microvacíos en límites de grano, producto del deslizamiento intergranular (superior izquierda); detalle de la globulización del carburo de hierro por la alta temperatura, en el mismo tubo de la imagen anterior (superior derecha); detalle de una zona del tubo anterior, donde los microvacíos están coalesciendo para formar grietas perpendiculares al esfuerzo principal de tracción (inferior); las flechas azules indican la orientación de dicho esfuerzo. Ataques químicos realizados con nital al 3 %.
Fuente: elaboración propia.
2.3 LECTURAS RECOMENDADAS Y REFERENCIAS
[1] ASM International, ASM Handbook, Vol. 11, 4th printing 2007, ASM International, Materials Park-Ohio. p. 1045-1057.
[2] Meyers, M. and Chawla, K. Mechanical Behavior of Materials, 1st Ed. 2009, Cambridge University Press, Cambridge-UK, Chapter 2: Elasticity and Viscoelasticity.
[3] Harris, M. And Piersol, G. Harris’ Shock and Vibration Handbook, 5th Ed. 2002, McGraw-Hill, New York, Chapter 2: Basic Vibration Theory.
[4] Dieter, G. Mechanical Metallurgy, SI Metric Ed. 1988, McGraw-Hill, Singapure. pp. 114-117.
[5] Ibid., p. 133.
[6] Ibid., Chapters 3 (Elements of the Theory of Plasticity), 4 (Plastic Deformation of Single Crystals), 5 (Dislocation Theory) and 6 (Strengthening Mechanisms).
[7] Hertzberg, R., Vinci, R. and Hertzberg, J. Deformation and Fracture Mechanics of Engineering Materials, 5th Ed. 2012, Wiley. Chapters 2 (Yielding and Plastic Flow) and 3 (Controlling Strenght).
[8] Wenbing, H. Polymer Physics, 1st Ed. 2013, Springer Verlag. Chapter 6: Polymer Deformation.
[9] ASM International, op. cit., p. 729.
[10] Dieter, G., op. cit., Chapter 13: Creep and Stress Rupture.
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