Cuerpo saludable. Néstor Palmetti. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Néstor Palmetti
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9789874780706
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subestimada pero que nos golpea duro.

      El trabajo del Dr. Seignalet individualizó perfectamente a la moderna alimentación como principal responsable de las enfermedades contemporáneas: nuestras enzimas digestivas y nuestra mucosa intestinal no están adaptadas a las moléculas alimentarias que estamos ingiriendo.

      En condiciones normales, el alimento es fisiológicamente procesado por una flora intestinal equilibrada, mediante una compleja serie de procesos enzimáticos. La delgada mucosa que reviste los intestinos opera como una barrera “inteligente” encargada de protegernos.

      La mucosa intestinal deja pasar al flujo sanguíneo, solo aquellas micromoléculas, correctamente desdobladas y listas para poder ser utilizadas por el hígado. En tales circunstancias, las macromoléculas no digeridas siguen su curso y se evacuan como materia fecal. Muy simple: el alimento nutre y no ensucia.

      El problema comienza cuando los alimentos que ingerimos no están adaptados a nuestra fisiología. Entonces la digestión de la comida es insuficiente, la flora se desequilibra, se genera putrefacción, inflamación, enlentecimiento del bolo alimenticio y sobre todo, la mucosa intestinal se hace más permeable.

      Este incremento de permeabilidad permite que gran cantidad de macromoléculas alimentarias y bacterianas, atraviesen fácilmente la delgada mucosa intestinal. De ese modo, una avalancha de sustancias inconvenientes ingresa rápidamente al flujo sanguíneo, generándose graves problemas ulteriores, como el colapso hepático y el “tilde” del sistema inmune.

      En síntesis, este es el mecanismo simplificado del ensuciamiento que describiera el Dr. Seignalet. Por supuesto que hay gran cantidad de interacciones no lineales entre todos los factores involucrados, y a veces resulta difícil determinar la relación causa/efecto. Sin embargo, el organismo opera como un todo entrelazado y por tanto hay que abordarlo como un desorden único.

      Luego analizaremos individualmente los distintos efectos del ensuciamiento, sin olvidar la estrecha interrelación existente, entre ellos y los problemas alimentarios. Así podremos identificar el verdadero origen del problema.

      Algo que el Dr. Seignalet intuyó genialmente durante su investigación, fue la relación entre la mucosa intestinal permeable y la invasión de macromoléculas alimentarias y bacterianas hacia el hígado y los fluidos corporales. Esta visión permite a su vez comprender la estrecha relación entre esta “ puerta abierta” y nuestros huéspedes naturales: los parásitos.

      Si bien el tema se desarrolla en un capítulo específico, no podemos dejar de mencionarlo en este contexto, que explica este nuevo fenómeno del ensuciamiento corporal. Además de bacterias y partículas alimentarias, nuestros fluidos se ven invadidos por huevos, larvas, quistes y organismos unicelulares que parasitan la estructura corporal y aportan una cuota importante de ensuciamiento. La magnitud de la intrusión desborda la capacidad de nuestro sistema inmunológico (reacción antigénica) y en muchos casos elude su acción, al localizarse en áreas donde las defensas corporales están inhibidas de actuar (caso del cerebro).

      Generalmente el concepto de parásitos, tanto de profanos como de terapeutas, se limita, en el mejor de los casos, a considerar el aspecto etimológico del término [2] . Se supone que el daño generado por estos huéspedes indeseables, es el robo de nutrientes, que utilizan para su desarrollo. Si esto fuese así, bastaría con comer de más. Sin embargo, lo más grave de las parasitosis, es su significativo aporte ensuciante.

      Consideremos por un momento lo que significan los excrementos y desechos metabólicos de esta multitud de seres que nos habitan. Diariamente cientos de sustancias actúan y se acumulan en nuestro interior, generando no solo toxemia, sino también innumerables consecuencias sobre nuestra salud.

      Si bien hay poca investigación al respecto, se conocen bien los efectos de algunas sustancias individualizadas. Es el caso de la histamina [3] que secretan ciertos parásitos, o el acetaldehído [4] , uno de los 79 desechos generados por la cándida en estado micótico. Indudablemente la cuestión de la parasitosis debería ser considerada como hipótesis básica en el abordaje de las habituales patologías modernas, malamente achacadas a genes, virus o estrés.

      El Dr. Seignalet identificó la relación entre las principales patologías modernas y el ensuciamiento alimentario, probando los positivos efectos de su “dieta ancestral” como efectivo abordaje terapéutico. Al visualizar tres mecanismos principales de acción, dividió a las enfermedades en otros tantos grupos, consecuencia de las diversas reacciones que genera el organismo para sobreponerse a una invasión crónica, no prevista por nuestra biología.

      Cuando las moléculas que atraviesan la mucosa intestinal son antigénicas (que generan reacción inmunológica), se inducen enfermedades autoinmunes, tales como: artritis, lupus, celiaquía, esclerosis múltiple, tiroiditis, herpes…

      Por su parte las moléculas no antigénicas (que no provocan respuesta inmune) se van acumulando y generan enfermedades congestivas o de ensuciamiento, tales como: anemia, fibromialgia, depresión, alzhéimer, párkinson, diabetes, osteoporosis…

      Frente al intento de eliminación de estas moléculas, la excesiva presencia de macrófagos genera enfermedades inflamatorias, tales como: colitis, colon irritable, acné, eccemas, soriasis, bronquitis, asma, alergias, infecciones…

      Más allá de la cantidad de evidencias y relaciones demostradas (y sistemáticamente ignoradas por sus colegas contemporáneos), tal vez el legado más importante del Dr. Seignalet sean las cuatro sencillas frases con que sintetizó su dilatada y fructífera experiencia clínica .

      “Es el balance entre aportes y salidas de desechos, lo que determina la evolución de la enfermedad:

       cuando los aportes superan las salidas, más o menos tarde podemos esperar una enfermedad;

       cuando las salidas superan los aportes, el retorno a la normalidad es factible;

       la eliminación parcial de los desechos se traduce en una mejora parcial;

       la eliminación total de los desechos se traduce en una remisión completa”.

      Dado que la presencia de sustancias tóxicas es algo inevitable en el marco de nuestra relación con el entorno, podemos manejar la analogía de convivir con una canilla que gotea y con un recipiente que recoge dicho goteo.

      El secreto es mantener el depósito vacío, como único modo de evitar el desborde. Si el recipiente está al tope, es obvio que cualquier gota provocará derrame. Si mantenemos la vasija vacía, no habrá desbordes. Pero si advertimos “derrames”, tendrá poco sentido inculpar a la “última gota” por el daño. Si minimizamos el goteo (nutrición fisiológica) y vaciamos regularmente el recipiente (depuración corporal), no tendremos problemas.