¡Ganar!. Brad Gilbert. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Brad Gilbert
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9789878322117
Скачать книгу
verdad es que mi segundo saque le molestaba (como pronto verán). Jimmy amaba el ritmo. Se alimentaba con él. Mi segundo saque era una masita. De verdad pensaba que le molestaría un poco, porque no tenía ritmo. Entonces no me preocupaba tener que sacar segundos servicios porque Connors (al contrario de Becker) no me los haría pagar caro.

      Mi repaso mental y plan de juego para Connors

      1 Esperar que Jimmy manipule al público en momentos clave. Estar preparado para la interrupción y mantener la concentración.

      2 Jugar fuerte el primer saque. Si lo erro, no me atacará en el segundo.

      3 Jugar con slice a su drive.

      4 No le gustan las bolas flojas. Pegarle sin fuerza.

      Masters 1987, Madison Square Garden

       Connors - Gilbert

      Connors y yo nos enfrentamos pocos meses después de que él me venciera en los cuartos de final del US Open. Ninguno de los dos estaba en gran forma. Yo había jugado cuatro torneos en cuatro continentes diferentes en cuatro semanas. Jimmy venía combatiendo un duro resfrío.

      Sin embargo, llegué al partido concentrado y muy motivado. En buena medida, por el deseo de vengar mi derrota previa, una de las más duras que había sufrido. Sentía que, si me ajustaba a mi plan de juego, podía ganarle.

      Fui con todo de entrada y llegué a estar 6-4, 4-1. Pensé que podía llegar a cerrarlo rápido y hasta Jimmy parecía darme la razón. Su actitud en el segundo set era completamente diferente de lo conocido, parecía estar haciendo el ridículo. Jugué un ángulo muy abierto en una bola y él frenó su carrera sólo al llegar a las tribunas, entonces empezó a bromear con el público: le sacó un pañuelo a un chico y se sonó la nariz. Unos minutos después se enojó y empezó a tomarse la entrepierna (un movimiento que Michael Jackson le copió). El público a esa altura ya se entretenía con él y lo alentaba. Pero también parecía estar sufriendo los efectos del resfrío; por momentos daba la impresión de que le faltaba el aire.

      Entonces, estando 3-5 en el segundo set y un set abajo, cuando Jimmy se preparaba para sacar, se dio vuelta y le dijo a un expectador que tenía detrás: “Lo tengo a Gilbert justo donde lo quería”. Tenía una gran sonrisa en su rostro. El público se reía y lo aplaudía: “¡Jimbo, Jimbo!”. Y a mí también me gustaba, claro. Me daba cuenta de que Connors sabía que estaba cansado y fuera de partido, y que antes de irse quería tener un poco de diversión con sus fans. Gran error.

      La siguiente vez que miré el tablero, estábamos 5-5. Había trabajado con el público y me había atrapado. Esa vez sin crear discordia, sino un clima más distendido que cambiaba el tenor del partido. No podía creer que había quebrado mi concentración. Me había llevado a mirar sus gracias y a pensar que estaba acabado. Había perdido mi foco. Darme cuenta de eso fue un shock y tuve que despertarme. Ambos mantuvimos el servicio y fuimos al tie-break.

      Sabía que estaba en problemas si íbamos a un tercer set. El público empezaba a ser un factor a tener en cuenta y en un tercer set sería un valor para él. Revisé el plan de juego en mi cabeza: “Mantener la bola en juego. No darle ritmo. Provocarlo a que intente winners. Nada de lujos. Hay que ganarlo ya mismo”.

      Y lo hice. Connors lo dejó pasar incluso tras ir 5-3 en el tie-break. Empatamos en 5 por dos voleas fallidas de revés. Mi turno. Intenté un gran servicio y se fue lejos. Mi segundo saque fue flojísimo y la devolución de Jimmy fue a la red. El odia los saques-basura (¿recuerdan mi estrategia de saque?).

      En el match point entramos en un peloteo largo. Lanzó un approach profundo a mi revés. Pero me encontró bien parado y sacudí con un winner para ganar el partido. Su remontada terminó. Gilbert 6-4, 7-6 (7-5). Jimbo había trabajado su magia con el público para recuperar el partido, pero esa vez falló. Como verán después, no siempre fui tan afortunado.

      Connors era magnífico para dar vuelta las cosas cuando estaba atrás. Frenaba tu ímpetu de diferentes maneras y hacía que te apartaras de tu juego al sacarte de concentración. Intentaba que jugaras en sus términos, no en los tuyos. Podía hacerlo con bromas con el público como aquella vez. O podía usar la intimidación y la furia para tener el control.

      En el Masters de 1987 pude darme cuenta de lo que pasaba antes de que fuera demasiado tarde. Me había adelantado siguiendo mi plan de juego y me mantuve concentrado. Cuando Jimmy me “desenfocó” con éxito, fui capaz de volver sobre mis pasos porque tenía un fuerte compromiso con mis tácticas. Estaban bien resguardadas, en su lugar gracias a la planificación y el repaso mental previo al partido. Me di cuenta de que no eran mis golpes los responsables de la remontada de Jimmy, era mi mente y el hecho de que se había debilitado.

      Totalmente grandes, totalmente diferentes

      Tenemos entonces a dos grandes jugadores, Becker y Connors, con juegos, estilos y temperamentos muy diferentes. Ambos requerían atención especial, un plan específico de juego y una actitud que traté de consolidar incluso antes de verles las caras el día del partido.

      Uno capitalizaba mi segundo saque débil. El otro, no. Uno orquestaba a la multitud. El otro, no. Becker se frustraba si el partido se le iba. A Connors le encantaba tanto estar afuera que realmente odiaba que eso terminara. Boris tenía un enorme primer saque y un gran segundo servicio. Jimmy no tenía ni uno ni otro.

      Antes de ver a mi rival el día de partido, ya había repasado por completo nuestro historial de partidos, su juego y mi plan de juego. Había repasado mentalmente qué quería hacer que pasara. Y sabía exactamente que quería evitar que ocurriera. Sabía a dónde quería ir y cómo llegar. El nadador olímpico Nelson Diebold dijo después de haber ganado la medalla dorada en 1992: “Una buena preparación mental es tan importante como una buena preparación física”. Es cierto en todos los deportes, especialmente en el tenis.

      Ese proceso al que me sometía para estar listo para Becker y Connors (o Lendl, Chang, Courier u otro jugador) es exactamente lo que deberías hacer: prepararte mentalmente para tus Becker y Lendl. Si eres inteligente, no pienses que porque juegas un tenis A, B o C las ventajas no suman. Yo creo que suman incluso más. Esta es la razón.

      Los tipos con los que yo jugaba me estudiaban tanto como yo a ellos. También eran maestros en no dejarme hacer lo que intentaba hacer. Tú no tienes ese problema. Muchos de tus rivales son mentalmente perezosos antes y durante el partido.

      Depende de tu nivel de juego, pero es probable que no te encuentres ni una vez al mes con un jugador que considere tu juego con seriedad y sepa cómo explotarlo. Además, su modesto nivel de habilidades tenísticas lo hace vulnerable ante un jugador que es bueno explotando oportunidades. Una buena preparación mental temprana es una oportunidad a la espera de que la aproveches.

      Listo para jugar cuando es el momento de jugar

      En la planificación y visualización temprana, tu subconsciente empieza a extraer información de otros partidos. El cerebro empieza a tocar botones y a sintonizar el programa para ese jugador en particular. Es difícil hacerlo una vez que comienza la acción, porque hay muchas otras cosas que empiezan a suceder. Necesitas establecer esa brújula mental antes de que el partido empiece, como un punto de referencia confiable, desde donde puedas restablecer el curso ganador.

      Que sea un nuevo hábito. Tu partido empieza antes de que el partido empiece, en tu auto o en tu casa, cuando repasas con calma lo que sabes de tu rival y planificas cómo usar esa información. Toma muy poco tiempo, pero hazlo antes de llegar. Para el momento en que el primer punto está en juego, tú ya “jugaste” con tu rival y estás metido en el partido.

      La importancia de la preparación previa al partido (Y un poco de juego sucio)

      Ahora un gran ejemplo (aunque un poco extremo) de la tremenda ventaja que para un jugador promedio significa una buena preparación previa al partido y la desventaja de no hacerla. Este jugador particular