Durante siglos, en Occidente, se utilizó el sistema de numeración romano a base de letras. Era bastante incómodo, sobre todo para hacer operaciones largas, aunque fueran tan elementales como sumas o productos. No era un sistema posicional. En un número como CCXXII la letra C tiene siempre el valor de 100, pongas donde la pongas, así como el valor de X es siempre 10, también la pongas donde la pongas. En cambio, en nuestro actual sistema de numeración las cosas no son así. En el número 222 la primera cifra vale 200, la segunda 20 y la tercera 2. Es lo que se llama un sistema de numeración «posicional», en el que el valor de los números depende de la posición que ocupan2.
Aprendemos a leer y a contar en edades muy tempranas. Y como todo lo que se aprende en edades muy tempranas no es nada fácil. Requiere tiempo, dedicación y cariño.
Con el sistema de numeración posicional podemos contar y medir cualquier cosa. Disponemos de un stock muy grande de números. De hecho, es ilimitado, lo cual es una suerte porque hay escenarios, como en el de la astronomía o la economía, en los que se manejan números grandes, muy grandes.
1 Actualmente para contar el número de personas que concurren en un local se utiliza, en vez de piedras, un pequeño contador manual con el que se va haciendo un «clic» por cada persona que entra. En el fondo es un método muy similar al que utilizaban los pastores.
2 La Inquisición condenó la utilización de estos «números infieles» procedentes de la cultura árabe.
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