Aportes de la biología del suelo a la agroecología. Marina Sánchez de Prager. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Marina Sánchez de Prager
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Математика
Год издания: 0
isbn: 9789587835809
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pedólogos y edafólogos como factores formadores de suelos, la agroecóloga Ana Primavesi y Jorge Molina (1984) agregan un sexto, al individualizar al ser humano por su capacidad para construir epipedones antrópicos12 y/o, todo lo contrario, destruir lo que naturalmente se ha formado (p. 204). La individualización del ser humano ha sido tan importante que, como se pudo observar, los nuevos desarrollos de la ciencia del suelo tradicional hacen énfasis precisamente en el resultado de la acción antrópica, antes que en la conservación de aquellos que se han formado en un largo proceso evolutivo (Caparrós, 2014, p. 85; Capra, 2003, p. 67).

      Si se analizan individualmente y luego en conjunto e interacción (figura 2.7), cada uno de estos seis componentes juega un papel importante en la organización de la piel planetaria viva expresada como suelo vivo, íntimamente ligado al transcurrir de la materia y energía fluyente en el sistema, en espacio y tiempo, mediante procesos que van a asegurar su formación, funcionamiento y conservación (Sánchez de Prager et al., 2007, p. 35, Sánchez de Prager et al., 2012, pp. 11-12; Sánchez de Prager, Rojas et al., 2017, p. 103).

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      El suelo vivo, trama que se integra a partir de las interacciones de sus componentes y se expresa en formas diferentes.

      Fuente: A. Inceptisoles Humíc dystrupets ubicado en Chontaduro (1713 m. s. n. m.), Palmira, Valle del Cauca, Colombia (Gallego Blanco, 2012, p. 82). B. Molisol en Camino a El Chimborazo (5300 m. s. n. m.), Ecuador, Menjivar (2011). Interpretó y dibujó Perea-Morera y Sánchez de Prager (2017).

      2.3. El suelo vivo: piel terrestre tejida en interrelaciones

      La conceptualización del suelo como sistema vivo, al igual que todo el marco científico que sustenta la agroecología, parte del pensamiento sistémico denominado también complejo, del griego complexus ‘lo que está tejido en conjunto’ (Morin, 1996, p. 32), puesto que permite enfatizar en cualidades que se invisibilizan desde las escuelas fragmentarias y fragmentadas.

      Por ejemplo, la cualidad de la conectividad establece que las propiedades son del conjunto de las interrelaciones que aparecen en los niveles de complejidad que van surgiendo (Capra, 1998, p. 57, 2003, p. 182; Sánchez de Prager, Barrera et al., 2017, p. 255). Siempre hay un contexto, un entorno donde este suelo se forma e interactúa, por ello el pensamiento sistémico tiene inmerso el ambiente como componente, al igual que la incertidumbre ligada al azar de fenómenos que pueden suceder predecible e impredeciblemente (Capra, 1998, p. 68). De modo que la historia de los suelos a través del tiempo cobra gran valor para su comprensión y como estrategia de manejo a implementar.

      Las interrelaciones de los seis eventos descritos con anterioridad en el espacio superficial terrestre y a través del tiempo (Kutílek y Nielsen, 2015, p. 13) van a ser posible el surgimiento de un cuerpo natural denominado suelo vivo, como fruto de procesos que suceden en distintas condiciones.

      Para esto, inicialmente debe suceder un proceso de estructuración que se corporeiza en la formación de agregados que constituyen su patrón de organización; redes metabólicas dinámicas que van a asegurar la disponibilidad de nutrientes para los macro y microrganismos que lo habitan y superan lo alimentario. La acumulación de material orgánico e inorgánico (biomasa aérea y/o subterránea, gases, entre otros) en la superficie terrestre, complementado con un excedente que se acumula en el suelo, como material desprendido, al degradarse y combinarse con otros elementos, forma una fracción recalcitrante que se va transformando lentamente y actúa como reservorio de nutrientes y de biota. Es un sistema de regulación abajo-arriba-abajo del suelo que contribuye a la mitigación de la variabilidad y cambios climáticos. La estratificación sobre la superficie terrestre cuenta una historia y se va marcando en la medida en que el suelo madura, fruto de las interrelaciones de este tejido vivo, da como resultado las denominadas propiedades emergentes: fertilidad, productividad, resiliencia, inmunidad (salud), sostenibilidad del suelo, entre otras.

      2.3.1. La estructuración del suelo se corporeiza en la formación de agregados

      Los agregados, denominados peds, se consideran la unidad básica de estructura del suelo. Lavelle y Spain (2001) los describen como la «asociación de partículas que tienen mayor grado de cohesión interna y externa que aquellas que lo rodean» (p. 1). Su formación es producto de la acción conjunta de factores físicos, químicos y biológicos, orgánicos e inorgánicos que les dan diferentes grados de estabilidad y durabilidad (Lavelle y Spain, 2001, p. 2; Sánchez de Prager et al., 2007, p. 35; Van Breemen y Buurman, 1998, p. 95).

      Las condiciones de clima que ocasionen sequías, humedecimiento, congelación, compactación por el uso inadecuado de maquinaria; la biota del suelo, desde los microorganismos hasta las lombrices, insectos, arvenses, grandes plantas, y todo aquello que ocasione movimiento de partículas va a influir en la formación y desintegración de los peds y, por lo tanto, en la estructuración del suelo y en la generación de condiciones ambientales que propicien la movilidad del agua, de gases, de nutrientes. Actúan como reguladores de la variabilidad climática (Lavelle y Spain, 2001, p. 143; Sánchez de Prager, 2003a, p. 299).

      Autores como Tisdall y Oades (1982) separan macroagregados (con un diámetro superior a 250 µ) y microagregados (menores de 250 µ) (p. 141), mientras que los terrones son de mayor tamaño (25 mm) y se originan por el «corte y compresión del suelo durante las operaciones de labranza» (figura 2.6) (Lavelle y Spain, 2001; Sánchez de Prager et al., 2007, p. 40; Tisdall y Oades, 1982, p. 144; 2012, p. 3).

      Dependiendo de los materiales que intervienen en la formación de agregados, estos pueden ser permanentes, o más bien persistentes a largo plazo, y transitorios. La estructuración permanente se ha ligado a la presencia de cationes multivalentes (Ca2+, Fe3+, Al3+, entre otros) que conforman puentes firmes con las arcillas, la materia orgánica y los microorganismos. En el caso de suelos alofánicos —ricos en hierro y aluminio, predominantes en suelos tropicales volcánicos— esta función la hacen materiales orgánicos que contribuyen a formar microagregados resistentes. La interpretación de Tisdall y Oades (1982) sigue teniendo validez en el tiempo (figura 2.8).

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      Agregados o peds, como unidades estructurales del suelo vivo, constituyen una cualidad a evaluar en el suelo vivo.

      Fuente: Tisdall y Oades (1982, p. 174); Sánchez de Prager et al. (2007, p. 43). Dibujo de Salas (2017).

      La formación de agregados temporales —macro y microagregados— está ligada a la presencia de los sistemas radicales que ejercen una acción mecánica al envolver las partículas con las que se encuentran en la medida en que se extienden; al efecto rizosférico ocasionado por los materiales orgánicos que se desprenden como exudados, secreciones, mucílagos y lisados coloidales; a la biomasa microbiana; a todos los aportes de los organismos que habitan la rizosfera, en constante cambio; a las gomas o colas orgánicas producidas principalmente por las bacterias; a los filamentos de hongos y algas que forman redes complejas, y a la digestión de organismos, como las lombrices y fauna, que ingiere partículas de materia orgánica, las procesan en sus estómagos y luego excretan parte de estos materiales (figura 2.9).

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      Macro y micro agregados del suelo, y el papel de los sistemas radicales en la formación de suelo.

      Fotografía: Pereira Mosquera (2017), captada de material en el Laboratorio de Suelos Universidad Nacional de Colombia - Sede Palmira.

      Todos ellos, además de lo biológico, ejercen acciones