Clay le agradece. Inocencio le pregunta:
–¿Por qué te fuiste?
–Porque no podía más –dice Clay. Inocencio le pregunta:
–¿Por qué volviste, por qué volviste, si eres un hombre marcado por la muerte?
Clay le dice que necesita saber quién castró al teniente Atticus Johnson.
–Buena razón –dice Inocencio Márquez.
En su celda del manicomio, Larry miró la pared del fondo y se quedó en silencio. Le pregunté por qué el teniente Atticus Johnson parecía haber sido castrado muchos años antes de morir.
–Pregúntale a Clay –dijo.
Me pidió que lo dejara solo. Di media vuelta y sentí que él daba media vuelta. Entonces me volví súbitamente pero él seguía mirando la pared. Salí del manicomio a través del sistema de túneles y crucé corriendo el jardincito de grama rectangular (había comenzado una tormenta) para entrar en el edificio delantero. Sus pasadizos se me hicieron interminables y cada vez más negros y tuve la impresión de que además eran cada vez más estrechos y me iban atrapando y luego la sensación de haber estado en ellos desde hace mucho tiempo. Pensé en Clay. ¿Era posible que Clay hubiera matado a una mujer y a sus tres hijas (y además al teniente Atticus Johnson) en Yugoslavia? Y si era cierto: ¿qué habrá pasado por su cabeza, muchos años después, cuando un hombre entró a su casa (a esta casa) y mató a su esposa y a sus tres hijos? Escuché los truenos y pensé que era un rugido de aviones que volaban en dirección a ¿Belgrado? Si todo eso era verdad, ¿cómo se podía vivir con un sentimiento de culpa de tamañas dimensiones? ¿Cómo podía Clay haber pasado tantos años sin contarme esa historia, a mí? Vi la puerta de salida del segundo edificio y sentí palpablemente (como si la palpara con los ojos) que en vez de agrandarse y acercarse se iba haciendo más pequeña y más distante y de inmediato pensé que me iba a quedar encerrada aquí adentro, allá adentro, digo, para siempre. De inmediato pensé en las historias atroces de mi vida que yo nunca le había contado a Clay. Tuve una crisis nerviosa, ya sabes: desperté en un tópico del primer edificio con varias uñas rotas. Una enfermera me curaba los rasguños en la cara.
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