La conquista del lenguaje. Xurxo Mariño. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Xurxo Mariño
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Математика
Год издания: 0
isbn: 9788418139185
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sistemas de comunicación animal —como en algunas aves y cetáceos— en los que, aun siendo índices y careciendo de desplazamiento, sí que hay un componente de aprendizaje y transmisión cultural). Y hay otra diferencia más, esencial, entre el lenguaje y todos los sistemas conocidos que utilizan los animales: carecen de sintaxis. Como ya hemos visto, las señales que emiten los animales no humanos no se combinan para generar significados nuevos, sino que tienen significado completo por sí mismas. Solas, o generadas una detrás de otra, cada señal significa siempre lo mismo. En el lenguaje ocurre exactamente lo contrario: una palabra sola raramente sirve para comunicar algo, necesita combinarse con otras palabras para generar una idea clara.

      Algunos investigadores han sugerido que las llamadas de alerta de los cercopitecos verdes, una especie de monos del sureste africano, pueden ser equivalentes a las palabras de un lenguaje. Resulta que estos animales producen tres tipos distintos de señales sonoras de alerta dependiendo de si la amenaza es un águila, una serpiente o un leopardo. La relación entre el sonido y el tipo de amenaza es, en efecto, arbitraria —o eso suponemos— y, al igual que las palabras, hay una relación de referencia entre la llamada y el tipo de amenaza (las palabras o las combinaciones de palabras hacen siempre referencia a algo); sin embargo, en las llamadas de los cercopitecos no existe referencia simbólica, sino que se trata de un mecanismo automático, en el que la relación entre el estímulo y el estado emocional que producen es fija. Es una reacción instintiva, involuntaria, que no se puede reprimir, estereotipada y contagiosa, similar a, por ejemplo, la risa que puede provocar en nosotros una escena simpática, o al grito que producimos al recibir un susto. Nuestras risas y gritos son reacciones automáticas, innatas, señales analógicas excelentes para transmitir emociones, que hacen referencia a la situación inmediata, pero sin simbolismo. Por el contrario, sí que existe manejo de símbolos si dos días después le contamos a otra persona mediante palabras el acto que provocó nuestra risa.

      Volviendo con la reflexión evolutiva del comienzo de este apartado, es importante recalcar que el hecho de que los sistemas de comunicación animal carezcan de simbolismo, de desplazamiento y de sintaxis —es decir, que no sean un lenguaje— no supone que se trate de sistemas «menos evolucionados» o de algún tipo de precursores del lenguaje humano. Simplemente, son otra cosa. Las llamadas que emiten muchos animales para el apareamiento o para indicar algún peligro funcionan con eficacia precisamente porque se trata de señales estereotipadas que reflejan algo que está ocurriendo en ese preciso lugar e instante.

      En lo que respecta al desplazamiento, hay alguna excepción, casos sorprendentes protagonizados, no por grandes primates, sino por unos pequeños animales: himenópteros. Dentro de este grupo el ejemplo más claro —y estudiado— es el de las abejas de la miel (Apis mellifera). A principios del siglo pasado uno de los padres de la etología, el austríaco Karl von Frisch, se dedicó a estudiar la vida de las abejas, llegando a conclusiones que resultaron difíciles de asumir por los científicos de la época. Una de ellas, ahora ya plenamente confirmada, era la existencia de un sistema de comunicación con desplazamiento. Las abejas son animales buscadores-recolectores que salen al campo en busca de flores de las cuales obtienen néctar y polen. Si un individuo encuentra un grupo de flores útil para el grupo, es capaz de regresar a la colmena y, en su interior, comunicar a qué distancia y en qué dirección con respecto al Sol se encuentran esas flores. Transmite esa información mediante una danza, que es ejecutada separada en el tiempo y en el espacio de la fuente de alimento que encontró en el exterior. Las abejas realizan este comportamiento de manera instintiva y, en ningún caso, se ha propuesto que tengan algún tipo de pensamiento simbólico; de hecho, la danza no consiste en elementos arbitrarios, sino que se trata de movimientos de naturaleza icónica: la frecuencia y/o duración de los movimientos es proporcional a la distancia, y la posición de la abeja en el panal es relativa a la posición del Sol. Sin embargo, como veremos más adelante, el lingüista Derek Bickerton considera que este ejemplo es muy ilustrativo y puede dar pistas sobre las circunstancias en que nuestros ancestros humanos desarrollaron el lenguaje. Para él, la génesis de la capacidad de desplazamiento en la mente de nuestros ancestros fue la semilla que impulsó la evolución del lenguaje, ya que de esa manera se produce un pensamiento «en diferido» que favorece la aparición del simbolismo.

      Como acabamos de ver, el lenguaje es una herramienta sustancialmente distinta de todos los demás sistemas de comunicación animal. No existe una continuidad en complejidad entre ellos, sino que lo que hay es un abismo. Precisamente por eso los sistemas de comunicación animal ofrecen muy pocas pistas sobre el proceso evolutivo que pudo haber dado lugar al lenguaje. A pesar de ello, y a falta de otro lugar mejor en dónde buscar, muchas investigaciones sobre la evolución del lenguaje se han centrado en algunos de nuestros parientes vivos más próximos, como orangutanes, chimpancés y, sobre todo, bonobos (una especie similar al chimpancé, aunque de menor tamaño, que vive en una región muy restringida de la cuenca del río Congo, en la República Democrática del Congo). Aunque ninguno de nuestros parientes vivos habla o posee algún otro tipo de lenguaje —por ejemplo, de gestos—, las personas que trabajan con esos animales se han esforzado durante años tanto en enseñarles a hablar —de forma oral o con gestos— como en enseñarles a manejar símbolos para comunicarse.

      El ancestro común que tenemos con chimpancés y bonobos vivió en algún lugar de África hace al menos 6 millones de años. A partir de ahí los senderos evolutivos se diversificaron hasta dar con el momento actual. Como cualquier otra especie, los chimpancés y los bonobos están adaptados para sobrevivir y reproducirse en unas condiciones determinadas, es lo que mejor saben hacer. Si no hablan es porque los engranajes de la evolución nunca los llevaron por esa ruta, nunca existió esa presión, nunca necesitaron dar los pasos que conducen al lenguaje o, incluso pudiendo ser beneficioso para alguno de sus ancestros, nunca dispusieron del paquete de características que se necesitan para poner en marcha la maquinaria lingüística. Los bonobos y los chimpancés no son primates «en el proceso de» convertirse, con el tiempo, en algo parecido a los seres humanos. No. Son, simplemente, otras especies. Sin embargo, como decía, algunos investigadores se han empeñado en hacerles hablar, quizás con la idea de que son un ejemplo vivo de alguno de nuestros ancestros. Los resultados de todos esos experimentos han sido bastante limitados, pero, sin embargo, uno de esos proyectos de investigación ha producido un fruto de gran interés: su nombre es Kanzi y vive en el Iowa Primate Learning Sanctuary (Estados Unidos).

      En el proceso que ha conducido al lenguaje en nuestra especie han confluido tres tipos de adaptaciones muy distintas: evolución de las habilidades orales y gestuales, evolución del pensamiento simbólico y evolución de la capacidad de sintaxis. Para que esto sucediera tuvieron que producirse modificaciones anatómicas en las vías aéreas y en la cavidad bucal, cambios en la estructura del encéfalo y en las capacidades cognitivas que se derivan de ellos, y también el desarrollo de habilidades sociales e interacciones culturales. Todos los experimentos en los que se pretendía que algún primate no humano se comunicase con algún tipo de palabra de forma oral han fracasado, consiguiendo, como mucho, que produjesen dos o tres palabras —o algo parecido a palabras—. Observado con la perspectiva actual, parece evidente que nuestros parientes primates no disponen del conjunto de adaptaciones que les permitan producir, modular y articular la amplia gama de sonidos que nosotros generamos. Hay que tener en cuenta además que, en la evolución del lenguaje, los cambios más importantes son los que han ocurrido en el encéfalo, no en los órganos del habla. La externalización de lo que pasa por la mente es una característica necesaria para la comunicación, pero secundaria en lo que respecta a la evolución de las habilidades cognitivas. Esto lo muestran con claridad las personas sordas, que poseen un encéfalo igual de adaptado que el resto de humanos para el lenguaje, pero que en su caso se externaliza mediante gestos en vez de sonidos.

      El bonobo Kanzi, como era de esperar, es incapaz de articular palabras orales, pero se ha convertido en el campeón mundial de los primates no humanos en comprensión simbólica y del lenguaje oral. Mientras los investigadores trataban de enseñar a su madre, Matata, un sistema de símbolos para comunicarse con los humanos, el bebé Kanzi jugaba y se movía a su antojo por el laboratorio. Su madre, una bonobo adulta, fue incapaz de lidiar con los símbolos que trataban de enseñarle, igual que les