Escuchad, hijas de la verdad que sois. Escuchad con atención a vuestra madre celestial que ha venido a daros un poderoso mensaje en este día de renovación y renacimiento a lo nuevo. Escuchad con alegría. Tened en cuenta que este es un diálogo directo entre el alma enamorada y su madre, la madre del amor. Es el diálogo perfecto entre tú y yo. Diálogo de amor. Diálogo de verdad. He venido con amor a deciros que a partir de este momento abandonéis para siempre la imagen que tenéis de mí como madre, maestra y co-redentora, para que paséis a abrazar la verdad acerca de mi igualdad con vosotros, tal como lo habéis hecho con mi divino hijo Jesús. Hija mía, soy tu madre y tú eres mi hija. Alma amada, eres una conmigo como siempre lo es toda madre con su hija. Te pido de todo corazón que comiences a ver la perfecta igualdad que existe entre tu ser y el mío.
III. Esposa de Cristo
Hijas e hijos míos, ya no soy la madre del niño lactante. Ya no soy la educadora del hijo pequeño que va creciendo en gracia y sabiduría. Ya no soy la madre que guía. Ni la madre de la fortaleza que acompaña a su hijo a la cruz. Ya todo eso ha sido completado en perfecta compleción. Todo eso quedó atrás. Ahora damos un paso más. Maduramos en nuestra fe. Ahora somos madres las dos. Vuestras almas y mi ser. Del mismo modo en que los cachorritos pasan a ser padres y madres a su debido tiempo y los retoños engendran hijas e hijos. Del mismo modo ocurre con vuestras almas. Ese día en que vuestra maternidad fecunda es hecha realidad en vuestros espíritus ha llegado. Ese día es hoy.
Te estoy pidiendo, como madre del nuevo ser que eres, que comiences a meditar profundamente y con alegría la verdad que te estoy revelando con amor. Ha llegado el tiempo en el camino de tu alma en el que debes aceptar que ya no eres una niña, ni una joven infructuosa, sino una doncella fecunda, tal como yo lo he sido y lo soy por siempre. He sido llamada acertadamente "la doncella de Israel". Si se entiende bien esta expresión, se refiere a la condición de la esencia del alma pura. El estado virginal de fecundidad maternal del ser creado por Dios.
Amados míos. Así como el cuerpo nace estéril, pues no puede engendrar mientras es pequeño, pero va creciendo hasta llegar a tener la capacidad activa de ser fecundo (cosa que antes tenía solo como capacidad potencial), del mismo modo ocurre con vuestro ser. Vuestro ser es uno que puede ser fecundado por el espíritu tal como lo ha sido y es el mío eternamente. Vosotros sois fecundos. Ya estáis preparados para engendrar tal como yo engendro. Esto es lo que se quiso decir cuando se os dijo que mi maternidad es vuestra, pues no existe nada en mí que no sea de mis hijos.
El espíritu engendra lo espiritual, del mismo modo que la carne engendra lo que es carne. Este es un llamado a que comiences a ser madre fecunda en el espíritu. De la misma manera en que mi fíat reemplazó a la negación del amor que llevó a la pérdida del paraíso terrenal, hoy te digo a ti, en el cielo de tu mente santa y desde mi corazón inmaculado: henchid la tierra. En este nuevo grito de fecundidad resignificamos juntas el primer grito dado a Adán y Eva. Ahora comenzamos a hacernos conscientes de que somos madres espirituales, pues para eso fuimos creadas. Para engendrar vida y vida en abundancia. ¿Y qué otra cosa puede significar engendrar vida sino engendrar vida eterna, ya que solo la vida eterna es vida verdadera? ¿Y qué significa engendrar vida eterna, sino engendrar a Cristo, que es la vida eterna?
Amada mía. Hoy finaliza la vía unitiva y comenzamos el camino del desposorio espiritual. Camino que comenzó con tu fíat y no finalizará jamás, pues has sido creada para ser eternamente la esposa de Cristo. ¿Puedes comprender, bendita doncella de Dios, alma purísima, lo que se te está diciendo? ¿Puedes comprender lo que significa el único propósito verdadero de tu creación, ser la esposa santa del hijo de Dios? Sí, sí que lo entiendes, porque eres un alma pura y has sido destinada desde toda la eternidad a ser la esposa perfecta del hijo de Dios. Y en tu creación se te dio también el entendimiento perfecto de este don inefable del Cielo. Don que sobrepasa toda medida humana. Amada del creador, hoy, precisamente hoy. Aquí y ahora. No antes ni después. Aquí y ahora, se te está pidiendo que aceptes el desposorio fecundo con tu verdadero ser. Se te está invitando conscientemente a ser la esposa de Cristo y vivir desde este mismo instante como tal. ¿Acaso te habías olvidado de que habías sido creada para ser la esposa del hijo de Dios?
Ahora cierra los ojos. Quédate en silencio junto a tu madre celestial. Siente el abrazo del amor y escucha a los ángeles del cielo llamarte por tu verdadero nombre: esposa de Cristo, la amada de Dios.
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