Antonio Machado: Poesías Completas. Antonio Machado. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Antonio Machado
Издательство: Ingram
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9789176377147
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llora y canta sin pena!

      ¡De los jardines secretos,

      de los pensiles soñados,

      y de los sueños poblados

      de propósitos discretos !

      ¡Ay del galán sin fortuna

      que ronda a la luna bella;

      de cuantos caen de la luna,

      de cuantos se marchan a ella!

      ¡De quien el fruto prendido

      en la rama no alcanzó,

      de quien el fruto ha mordido

      y el gusto amargo probó!

      ¡Y de nuestro amor primero

      y de su fe mal pagada,

      y, también, del verdadero

      amante de nuestra amada!

      XL

      Tus ojos me recuerdan

      las noches de verano,

      negras noches sin luna,

      orilla al mar salado,

      y el chispear de estrellas

      del cielo negro y bajo.

      Tus ojos me recuerdan.

      las noches de verano.

      Y tu morena carne,

      los trigos requemados,

      y el suspirar de fuego

      de los maduros campos.

      Tu hermana es clara y débil

      como los juncos lánguidos,

      como los sauces tristes,

      como los linos glaucos.

      Tu hermana es un lucero

      en el azul lejano...

      Y es alba y aura fría

      sobre los pobres álamos

      que en las orillas tiemblan

      del río humilde y manso.

      Tu hermana es un lucero

      en el azul lejano.

      De tu morena gracia,

      de tu soñar gitano,

      de tu mirar de sombra

      quiero llenar mi vaso.

      Me embriagaré una noche

      de cielo negro y bajo,

      para cantar contigo,

      orilla al mar salado,

      una canción que deje

      cenizas en los labios ...

      De tu mirar de sombra

      quiero llenar mi vaso.

      Para tu linda hermana

      arrancaré los ramos

      de florecillas nuevas

      a los almendros blancos,

      en un tranquilo y triste

      alborear de marzo.

      Los regaré con agua

      de los arroyos claros,

      los ataré con verdes

      junquillos del remanso ...

      Para tu linda hermana

      yo haré un ramito blanco.

      XLI

      de la primavera:

      Si buscas caminos

      en flor en la tierra,

      mata tus palabras

      y oye tu alma vieja.

      Que el mismo albo lino

      que te vista, sea

      tu traje de duelo,

      tu traje de fiesta.

      Ama tu alegría

      y ama tu tristeza,

      si buscas caminos

      en flor en la tierra.

      Respondí a la tarde

      de la primavera:

      Tú has dicho el secreto

      que en mi alma reza:

      Yo odio la alegría

      por odio a la pena.

      Mas antes que pise

      tu florida senda,

      quisiera traerte

      muerta mi alma vieja.

      XLII

      de ondas que pasan,

      de olitas temblorosas

      que fluyen y se alcanzan.

      La vida hoy tiene el ritmo de los ríos,

      la risa de las aguas

      que entre los verdes junquerales corren,

      y entre las verdes cañas.

      Sueño florido lleva el manso viento;

      bulle la savia joven en las nuevas ramas;

      tiemblan alas y frondas,

      y la mirada sagital del águila

      no encuentra presa... Treme el campo en sueños,

      vibra el sol como un arpa.

      ¡Fugitiva ilusión de ojos guerreros,

      que por las selvas pasas

      a la hora del cenit: tiemble en mi pecho

      el oro de tu aljaba!

      En tus labios florece la alegría

      de los campos en flor; tu veste alada

      aroman las primeras velloritas,

      las violetas perfuman tus sandalias.

      Yo he seguido tus pasos en el viejo bosque,

      arrebatados tras la corza rápida,

      y los ágiles músculos rosados

      de tus piernas silvestres entre verdes ramas.

      ¡Pasajera ilusión de ojos guerreros,

      que por las selvas pasas

      cuando la tierra reverdece y ríen

      los ríos en las cañas!

      ¡Tiemble en mi pecho el oro

      que llevas en tu aljaba!

      XLIII

      Frente al horizonte dorado moría

      la luna, muy blanca y opaca; tras ella,

      cual