Aguas fuertes. Armando Palacio Valdés. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Armando Palacio Valdés
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 4057664148124
Скачать книгу
aroma de bienestar que esparce la riqueza: los pies se le hundían en mullida alfombra; por orden de Santiago dos criados le despojaron inmediatamente de sus harapos empapados de agua y le pusieron ropa limpia y de abrigo. En seguida le sirvieron en el mismo gabinete, donde ardía un fuego delicioso, una taza de caldo confortador y después algunas viandas, aunque con la debida cautela, por la flojedad en que debía hallarse su estómago: subieron además de la bodega el vino más exquisito y añejo. Santiago no dejaba de moverse, dictando las órdenes oportunas, acercándose a cada instante al ciego para preguntarle con ansiedad:

      —¿Cómo te encuentras ahora, Juan?—¿Estas bien?—¿Quieres otro vino?—¿Necesitas más ropa?

      Terminada la refacción se quedaron ambos algunos momentos al lado de la chimenea. Santiago preguntó a un criado si la señora y los niños estaban ya acostados y habiéndole respondido afirmativamente, dijo a su hermano rebosando de alegría:

      —¿Tú no tocas el piano?

      —Sí.

      —Pues vamos a dar un susto a mi mujer y a mis hijos. Ven al salón.

      Y le condujo hasta sentarle delante del piano. Después levantó la tapa para que se oyera mejor, abrió con cuidado las puertas y ejecutó todas las maniobras conducentes a producir una sorpresa en la casa; pero todo ello con tal esmero, andando sobre la punta de los pies, hablando en falsete y haciendo tantas y tan graciosas muecas, que Juan al notarlo no pudo menos de reírse exclamando: ¡Siempre el mismo Santiago!

      —Ahora toca Juanillo, toca con todas tus fuerzas.

      El ciego comenzó a ejecutar una marcha guerrera. El silencioso hotel se estremeció de pronto, como una caja de música cuando se la da cuerda. Las notas se atropellaban al salir del piano, pero siempre con ritmo belicoso. Santiago exclamaba de vez en cuando:

      —¡Más fuerte, Juanillo, más fuerte!

      Y el ciego golpeaba el teclado, cada vez con mayor brío.

      —Ya veo a mi mujer detrás de las cortinas... ¡adelante, Juanillo, adelante!... Está la pobre en camisa... ji... ji... me hago como que no la veo... se va a creer que estoy loco... ¡ji ji!... ¡adelante, Juanillo, adelante!

      Juan obedecía a su hermano, aunque sin gusto ya, porque deseaba conocer a su cuñada y besar a sus sobrinos.

      —Ahora veo a mi hija Manolita, que también sale en camisa... ¡Calle, también se ha despertado Paquito!... ¡No te he dicho que todos iban a recibir un susto!... Pero se van a constipar si andan de ese modo más tiempo... No toques más Juan, no toques más.

      Cesó el estrépito infernal.

      —Vamos, Adela, Manolito, Paquito, abrigaos un poco y venid a dar un abrazo a mi hermano Juan. Este es Juan de quien tanto os he hablado, a quien acabo de encontrar en la calle a punto de morirse helado entre la nieve... ¡Vamos, vestíos pronto!

      La noble familia de Santiago vino inmediatamente a abrazar al pobre ciego. La voz de la esposa era dulce y armoniosa: Juan creía escuchar la de la Virgen: notó que lloraba cuando su marido relató de qué modo le había encontrado. Y todavía quiso añadir más cuidados a los de Santiago: mandó traer un calorífero y ella misma se lo puso debajo de los pies; después le envolvió las piernas en una manta y le puso en la cabeza una gorra de terciopelo. Los niños revoloteaban en torno de la butaca, acariciándole y dejándose acariciar de su tío. Todos escucharon en silencio y embargados por la emoción, el breve relato que de sus desgracias les hizo. Santiago se golpeaba la cabeza: su esposa lloraba: los chicos atónitos le decían estrechándole la mano: ¿No volverás a tener hambre ni a salir a la calle sin paraguas, verdad tiito?... yo no quiero, Manolita no quiere tampoco... ni papá, ni mamá.

      —¡A que no le das tu cama, Paquito!—dijo Santiago, pasando a la alegría inmediatamente.

      —¡Si no quepe en ella, papá! En la sala hay otra muy grande, muy grande, muy grande...

      —No quiero cama ahora,—interrumpió Juan... ¡me encuentro tan bien aquí!

      —¿Te duele el estómago como antes?—preguntó Manolita abrazándole y besándole.

      —No, hija mía, no, ¡bendita seas!... no me duele nada... soy muy feliz... lo único que tengo es sueño... se me cierran los ojos sin poderlo remediar...

      Конец ознакомительного фрагмента.

      Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

      Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.

      Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.

/9j/4AAQSkZJRgABAgAAAQABAAD/2wBDAAgGBgcGBQgHBwcJCQgKDBQNDAsLDBkSEw8UHRofHh0a HBwgJC4nICIsIxwcKDcpLDAxNDQ0Hyc5PTgyPC4zNDL/2wBDAQkJCQwLDBgNDRgyIRwhMjIyMjIy MjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjIyMjL/wAARCBLAC7gDASIA AhEBAxEB/8QAHwAAAQUBAQEBAQEAAAAAAAAAAAECAwQFBgcICQoL/8QAtRAAAgEDAwIEAwUFBAQA AAF9AQIDAAQRBRIhMUEGE1FhByJxFDKBkaEII0KxwRVS0fAkM2JyggkKFhcYGRolJicoKSo0NTY3 ODk6Q0RFRkdISUpTVFVWV1hZWmNkZWZnaGlqc3R1dnd4eXqDhIWGh4iJipKTlJWWl5iZmqKjpKWm p6ipqrKztLW2t7i5usLDxMXGx8jJytLT1NXW19jZ2uHi4+Tl5ufo6erx8vP09fb3+Pn6/8QAHwEA AwEBAQEBAQEBAQAAAAAAAAECAwQFBgcICQoL/8QAtREAAgECBAQDBAcFBAQAAQJ3AAECAxEEBSEx BhJBUQdhcRMiMoEIFEKRobHBCSMzUvAVYnLRChYkNOEl8RcYGRomJygpKjU2Nzg5OkNERUZHSElK U1RVVldYWVpjZGVmZ2hpanN0dXZ3eHl6goOEhYaHiImKkpOUlZaXmJmaoqOkpaanqKmqsrO0tba3 uLm6wsPExcbHyMnK0tPU1dbX2Nna4uPk5ebn6Onq8vP09fb3+Pn6/9oADAMBAAIRAxEAPwDww89a MkUUhoAkU55p2AajT71TgUAMPyioiSeall7CoqAEoopaAHoc8UuBUYOGqXvQAE7RUZOeTSueabQA UgyOlLRSAkU5GKXaPSmJ1qSgBrHFR8k0p60lABQDjmiigCUHIzS4ApiHtTj0oAaz9hTKM85o70wF xSqxBpKKQEvBGaTGOaEOVob7tAEbNk03vRRTAO9OVsGm0UAS4BpfuikXlaRzxQAxjk0lFFABT1bs aZSjrQBIQD2pScDNA6cUxzzigBhOTmiiigAqRWzxUdKvWgCTA9KGOBS1Gxy1ACZzRRRQAuccing7 hUdKp+agCTAzTXYjgU/8KhY5NACUUUYoAUHac1KDkZqGnoe1AD8AdKY7c4p/QVDQAUUUUAKDg1J1 HNRVIhyKAFAA6UxmycCnt92oqAFooooAVWweakODzioqlXlRQAdBmmM2ac/3cVHQAGgUUlAD1Y9D TiAeoqMcc1KOlAATgVESTTnPamUAFAoooAkVsjBpQBmmA4NSDrQAM+OlRklutK45pQvFADQaXcR0 NIwpBQBJncM0gFItPxQA1m7Co6cetJQAUoJFJRQBKRlakhIDVHH93FKuQc0AWJ5gq4HWqPLNzTmJ Zjmmg4NAE6LwKUyMAVPSkV8LTHbNADkxu5qbKgYqup4FPJO0mgBsjc4FMDkUmaOtAEnnHirMN6+Q rnjtVLFHQ570AazTArzVSZskmow5K9aZIxxQAzljQVpUpzEYoAi6VNG+eDUJ60Akc0AWCAaTO0UZ pkh4oAazbj